Etapa 4. Mérida- Cáceres.
17 de AbrilDistancia: 78 km
Distancia acumulada: 300 km
Desnivel positivo acumulado: 921 m.
Distancia acumulada: 300 km
Desnivel positivo acumulado: 921 m.
Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
quiero tener buena vista.
mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista.
Joan Manuel Serrat. Mediterráneo
Hoy salimos pronto porque la etapa será más dura que el día anterior, y estamos mentalizados después del “descanso” y para llegar a una buena hora y disfrutar también un poco de Cáceres. Vemos en el perfil alguna cuesta que puede ser complicada y un perfil en relativo ascenso hasta el kilómetro 32, y leemos que además es camino de piedras sueltas.
Como siempre la salida de Mérida supone salir de una ciudad “grande”, que al cicloperegrino se le suele hacer tirando a pesado. Vamos por un carril bici medio eterno. Pero salir de Mérida también supone empezar a encontrarnos con la presencia de la calzada romana, y los vestigios que quedaron de la misma: miliarios, puentes... El primer encuentro lo tenemos con la Presa de Proserpina. Dice la leyenda, la que está al pie del embalse, que Proserpina era uno de los tres sistemas de abastecimiento de Emerita Augusta, abarca 5 millones de metros cúbicos. Se rehabilitó en sucesivas ocasiones, y hoy en día se utiliza únicamente de forma recreativa y cultural., y nos da una foto mañanera de las de colocar la bici para que se luzcan ellas solas.
Seguimos rodeando el embalse por un camino que se deja seguir, y que nos deja una imagen para quedarse contemplando un buen rato. Es lo que ocurre, que el agua hipnotiza, te deja mirarla, y pasar así largo tiempo.
Pero este no es el momento de pasar el rato, vamos a pedalear. Hemos hecho unos 11 kilómetros y nos encontramos en Aljucén, y no sólo eso, sino que estamos a punto de llegar a la provincia de Cáceres. Aún para eso tendremos que entrar en el Parque Natural de Cornalvo. Cornalvo nos lleva de nuevo a ese paisaje de dehesa al que ya nos tienen acostumbrados las tierras del sur, pero no por eso dejan de maravillarnos.