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jueves, 18 de junio de 2015

Es fácil culpar a los ciclistas de sus muertes en la calzada, pero está mal

Publicado por Susanna Rustin en The Guardian


Traducción de Anónimo Anónimez

La culpabilización de la víctima ha servido desde hace tiempo para no comprometer a los verdaderos culpables. Es mucho más cómodo fijarse en el casco y en los auriculares que en el hecho de que conducir un coche puede matar.
Carteles de la campaña de serguridad vial en Londres

"Mi amigo estaba escuchando música, no vió la furgoneta"; "Mi amigo estaba mirando la pantalla, no vio el camión"; "55 adolescentes a la semana quisieran haber puesto toda su atención en la vía pública". Fijémonos en uno de los jóvenes muertos que aparecen en los carteles de la última campaña de seguridad vial de la concejalía de transportes de Londres; con ella en la mente, los intentos de Boris Johnson de culpar a los ciclistas de los sucesos de esta horrible quincena en la que seis personas han sido derribadas de sus bicis y muertas en esta capital dejarán de extrañarnos. La práctica de culpar a las víctimas de los choques no es nueva. La idea de que llevar auriculares o mirar el teléfono al cruzar la calle es pedir directamente ser machacado por varias toneladas de metal a gran velocidad ha estado rondando por las paradas de autobús durante años (N. del T.: porque se hizo lo mismo con los atropellos a peatones).

martes, 18 de marzo de 2014

¿Qué hacer si tenemos un accidente en bicicleta?

Pasos a seguir tras sufrir un siniestro ciclista

Si el año pasado abordábamos los siniestros en los que la responsabilidad recae sobre las administraciones públicas, ahora vamos a intentar explicar qué pasos dar ante un accidente de tráfico en el que nos veamos implicados con nuestra bicicleta.

Este artículo pretende ser un wikimanual del accidentado que no tiene formalizada una póliza de seguro que lo ampare, por lo que os pedimos vuestra colaboración para mejorarlo mediante vuestras aportaciones. Si, además, sois expertos en seguros, en derecho penal, en medicina forense o en cualquier otra materia que nos pueda alumbrar, muchísimo mejor; cualquier observación al respecto será bienvenida.

Como todo manual o prospecto hay que leerlo antes de sufrir el accidente, pues de esta lectura podremos valernos para no cometer errores que nos lleven a tenerlo u olvidos que podrían alterar el éxito de nuestra odisea entre médicos, abogados y compañías de seguros.


martes, 11 de marzo de 2014

Crónica de un accidente ciclista (segunda parte)

O de cómo se te puede complicar todo sin comerlo ni beberlo

El viernes pasado os relataba el accidente de tráfico que sufrí hace unos meses mientras me dirigía al trabajo en bici. Esa primera parte del relato concluía con los increíbles poderes telequinésicos que desarrollé tras el golpe en la cabeza........ ay, no, que eso ocurrió en otro universo paralelo, perdón.

Esa primera parte del relato terminaba con mis esperanzas –fundadas, creía yo ingenuamente- de que todo el proceso de reclamación de daños al seguro no sería más que un mero trámite, pues yo circulaba con todas las de la ley con mi semáforo en verde y por el centro del carril derecho, el conductor había reconocido en el instante su culpa, e incluso tenía un testigo que lo había presenciado todo. Un horizonte despejado y luminoso...


viernes, 7 de marzo de 2014

Crónica de un accidente ciclista (primera parte)

O de cómo chocar contra una furgoneta y no morir en el intento

El laboratorio de ensayos de En Bici por Madrid no descansa ni de día ni de noche, y por ello experimentamos con frenesí todo tipo de situaciones desagradables para trasladar a nuestros lectores la forma correcta de actuar ante situaciones similares.

Tras los exitosos experimentos ¡Árbol va! y No me pilles, que no te oigo, este sacrificado redactor se sometió al, hasta el momento, desafío más importante de su carrera como ciclante urbano.


jueves, 17 de octubre de 2013

¡Silencio, se rueda!

Peatones que cruzan sin mirar y otros imprevistos


Todos, unos más y otros menos, hemos cruzado alguna vez sin utilizar la vista. Vamos caminando por la acera de una calle tranquila, generalmente de un solo sentido (¿será precisamente por esto?), dándole vueltas a nuestros pensamientos o charlando sin más con otro homínido cuando, de repente, decidimos cruzar porque hemos visto un escaparate de lo más atractivo justo al otro lado de la calzada.

En ese momento, y así de ensimismados, activamos los pabellones auditivos y nos lanzamos a cruzar sin mirar; ¿para qué lo vamos a hacer si ya hemos oído que no hemos oído nada?... si no hay sonido de motor, no hay peligro; cruzamos, pues.