Publicado por Susanna Rustin en The Guardian
Traducción de Anónimo Anónimez
La culpabilización de la víctima ha servido desde hace tiempo para no comprometer a los verdaderos culpables. Es mucho más cómodo fijarse en el casco y en los auriculares que en el hecho de que conducir un coche puede matar.
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Carteles de la campaña de serguridad vial en Londres |
"Mi amigo estaba escuchando música, no vió la furgoneta"; "Mi amigo estaba mirando la pantalla, no vio el camión"; "55 adolescentes a la semana quisieran haber puesto toda su atención en la vía pública". Fijémonos en uno de los jóvenes muertos que aparecen en los carteles de la última campaña de seguridad vial de la concejalía de transportes de Londres; con ella en la mente, los intentos de Boris Johnson de culpar a los ciclistas de los sucesos de esta horrible quincena en la que seis personas han sido derribadas de sus bicis y muertas en esta capital dejarán de extrañarnos. La práctica de culpar a las víctimas de los choques no es nueva. La idea de que llevar auriculares o mirar el teléfono al cruzar la calle es pedir directamente ser machacado por varias toneladas de metal a gran velocidad ha estado rondando por las paradas de autobús durante años (N. del T.: porque se hizo lo mismo con los atropellos a peatones).