Siempre decimos que somos una Familia. Una gran y enorme familia de miembros variopintos que juntos viven, crecen, disfrutan. La bici es así, como la vida misma, un Camino 100% ciclable. Y a veces, en el Camino, conocemos a alguien. Alguien especial. Y nos quedamos con él, con ella. A compartir, no la casa, ni el coche, sino la vida. El Camino.
Así que es normal que en este grupo surjan parejas. Que se unan corazones, y, que se separen. El Camino es así. No siempre es fácil acompasar el ritmo, el destino, el deseo, la voluntad.
Pero si se quiere, se puede. Y cuando sucede, surge la Magia.
Porque cuando montamos en bicicleta por esos paisajes, por montañas, lagos, bosques, praderas, por esa Naturaleza desnuda, inmensa, el alma se desnuda, se deja ver igual, sin artificios. Y cuando dos corazones se encuentran así es más fácil que sea para Siempre.
¿A qué viene todo este rollo? ¿Me ha poseído la mística? No, o puede que sí. Viene a que éste sábado hay dos enbiciados, que se perderán la ruta, para dar un gran paso, o una gran pedalada. Para unir sus dos bicicletas verdes para siempre.
Natalia y Fernando. La Princesa (de Cuenca) y un poeta de los pedales.