Por David Durán
Lo cierto es que nunca se me había pasado por la cabeza la compra de un rodillo para bicicleta: sabía de su existencia, pero ni tengo reparos a la hora de salir bajo cualquier condición climática, ni he seguido antes un plan de entrenamiento; aunque no es menos cierto que nunca había apreciado mi (mejor o peor) estado de forma como en la actualidad. Y es que tras una lesión que me ha impedido disfrutar del cicloturismo como solía durante los últimos 5 o 6 años, por fin he vuelto a soñar con volver a hacer cosas grandes, con superarme. ¿Hay mejor motivación que esa?
Lo cierto es que nunca se me había pasado por la cabeza la compra de un rodillo para bicicleta: sabía de su existencia, pero ni tengo reparos a la hora de salir bajo cualquier condición climática, ni he seguido antes un plan de entrenamiento; aunque no es menos cierto que nunca había apreciado mi (mejor o peor) estado de forma como en la actualidad. Y es que tras una lesión que me ha impedido disfrutar del cicloturismo como solía durante los últimos 5 o 6 años, por fin he vuelto a soñar con volver a hacer cosas grandes, con superarme. ¿Hay mejor motivación que esa?
Con el SARS-CoV-2 ya campando a sus anchas por nuestro país y con la experiencia del largo confinamiento chino en mente, intuí que no era momento de dedicar demasiado tiempo a hacer averiguaciones en Internet sobre rodillos; comprara lo que comprara, le iba a dar buen uso. Así que decidí liarme la manta a la cabeza y comprar el que hasta el momento es el rodillo de referencia del mercado.