Viendo las siguientes imágenes se puede uno hacer a la idea de cómo estaba el resto de la parte abierta al tráfico de nuestro "privilegiado pulmón urbano":
Pero, ahí no queda la cosa, qué más quisiera yo. Cuando iba por el Carril-Bici del Anillo Verde, he visto cómo algunos coches lo habían invadido en un par de tramos. Seguramente porque no había mejores sitios para aparcar y/o ganas de buscarlos o porque el trasiego de los enseres de camping y las fiambreras desde el coche hasta las mesas era un esfuerzo titánico. El resultado sigue siendo evidente:
Pero, ¡Ay amigos! Ahí no queda la cosa, ni mucho menos. El colmo de los colmos dominicales es que, al principio de ese tramo había otro coche invasor pero éste no era de paseante cochista de fiambrera y silla de camping, ni mucho menos. ¿Alguien adivina quién era el dueño del vehículo "estorbante"? Difícil de creer pero cierto como podemos comprobar:
Un ciclista ¿DOMINGUERO? a quien podemos observar al final de su recorrido guardando las bicis en el coche como si la cosa no fuera con él. Bien es cierto que, a juzgar por las miradas que me echaba mientras le retrataba, era más que consciente de sus actos. Y si estaba guardando la bici en el coche a las ocho y diez:
¿Cabe que se hubiera dado una vuelta corta o más bien que llevase media tarde tocando los innombrables a todos los que hemos pasado por ahí?
"Cosas veredes, amigo Sancho".