El récord de verano de 2008, cuando el petróleo rozó los 150 dólares por barril, aún rige para el precio del gasóleo. En las estaciones de servicio españolas se vende ahora por 1,248 euros, a ocho céntimos del precio que alcanzó entonces. Pero, como ocurre con la gasolina, seguirá subiendo: las estadísticas de la Comisión Europea no recogen aún el efecto de la escalada del crudo tras estallido de la revolución en Libia.
El hecho de que es un país más relevante que Túnez o Egipto en la extracción de crudo (con una cuota del 2,3% de la producción mundial) y la incertidumbre generada por la violenta respuesta del régimen de Gadafi han dado combustible a las apuestas alcistas en el mercado de futuros: el brent ronda ya los 120 dólares, tras un repunte del 10% en poco más de una semana.
Además, ahora la repercusión en los surtidores españoles es mayor que en la escalada de 2008. La asociación de los operadores de productos petrolíferos insiste en que la diferencia se explica porque la cotización internacional de los carburantes al por mayor (tras el proceso de refino) ha subido aún más que la materia prima. Y recalca que desde julio de 2008, ha habido subidas en los impuestos de hidrocarburos e IVA, y el euro se ha depreciado.
La asociación de consumidores Facua pidió en noviembre que la Comisión de Competencia investigara un posible pacto de las compañías distribuidoras en la fijación de precios: la asociación argumenta que España está entre los países más caros de la UE si se descuentan los impuestos. Competencia archivo una investigación similar en 2008 con la recomendación de aumentar la vigilancia sobre las estaciones de servicio.
Fuente: elpais.com