miércoles, 20 de junio de 2012

Un ciclista de BCN en Madrid

El otro día descubrí un artículo de Miguel Santalices, redactor del blog de EspaiBici EBProject que en 2010 relató una visita que hizo a la mítica tienda de ciclos Otero de Madrid.

Además del recomendable artículo en el que narra el pedacito de historia madrileña que es dicha tienda y que podéis leer completo aquí, me llamó poderosamente la atención las impresiones que un ciclista urbano habituado a Barcelona obtuvo al llegar aquí y que reproduzco a continación.




"Este fin de semana me tocó ir a trabajar a Madrid, me hacía ilusión por varias razones, una de ellas por ver la realidad de una ciudad como Madrid en bicicleta, otra porque en definitiva trabajaría en reuniones con varias empresas que aparte de ser amigos tenemos intereses comunes […]

Meter la bicicleta plegable en el Ave no supone ningún problema, y disponer de tu propio medio de transporte para los desplazamientos internos realmente te ahorra mucho dinero y tiempo. Al llegar a Madrid, salimos de una preciosa estación, la de Atocha, y no vemos demasiadas bicicletas y hay que reconocer que el trayecto hasta Bicicletas Otero lo realizamos subiendo y bajando... y me di cuenta de lo “plano” que es Barcelona, tenemos montaña, pero Madrid es una montaña. Después pude apreciar que sabiendo por dónde ir, puedes ahorrarte cuestas innecesarias.

¿Carriles bici? Inexistentes, pero no tuve ningún problema para circular por la calzada, incluso en subida y a baja velocidad, como mínimo puedo decir que tuve menos problemas que cuando lo hago por Barcelona, los coches me respetaban y no parecía molestarles. [...]

Después de dos jornadas de trabajo, de vuelta a la Estación de Atocha, único incidente con un coche, al salir de una rotonda oigo como me chillan desde dentro de un coche (matrícula de Sevilla) “¡Que te vas a matar!”, al girarme veo un hombre sonriendo. Nada que no pase frecuentemente en las calles de Barcelona.

Ya en Barcelona, y tras montar mi plegable y cargar el ligero equipaje, salgo de la estación de Sants, no tan bonita como la de Atocha ni como nuestra Estació de França, subo por Josep Tarradellas y me ayuda a recordar lo que es una ciudad con carriles bici, mi sorpresa es que tras pararme en el semáforo con Entença, desaparece el carril bici, y veo que para seguir subiendo por la misma calle, me desvían [...] En total 5 semáforos para lo que tendría que ser uno… evidentemente seguí recto. En ese mismo semáforo oigo un ruido familiar de cloc, cloc, seguido de un chirrío de frenos, un Bicing, nada nuevo

Ya en Travessera de Gràcia, con un solo carril de circulación, según la normativa de Barcelona, calle de velocidad máxima de 30km, yo circulando pegado a la izquierda, dejando paso a los coches que quieran correr para estar más tiempo parado en el siguiente semáforo, oigo otro ruido familiar, un coche acelerando y después pitando, espero que pase, y tras el siguiente pitido opto por ponerme en medio del carril y evitar el riesgo de que me pase sin respetar distancias y el posible accidente y me pongo en medio del carril (ritmo rápido), cuando me desvío oigo que me chillan “¡Payaso!, ¿qué estás vacilando?”… sin girarme para comprobar que no estaba sonriendo el conductor, sigo hasta casa pensando que no está tan mal Madrid, y que si tienen que pintar carriles bici para que las bicicletas no molesten a los coches, mejor que lo dejen como está, y evidentemente que tenemos que sonreír, y a mí la bicicleta me ayuda. 

Simplemente les diría a los madrileños que no se preocupen, que pedaleen, que pueden vivir un momento dulce y que las subidas están para subirles… y a veces bajarlas [...]"

Escrito por Miguel Santalices para EBproject. Leer el resto del artículo aquí.