jueves, 10 de abril de 2014

Madrid, la ciudad de los niños y Francesco Tonucci

Este texto de la revista cultural y artística Alenarte lleva unos meses esperando en nuestra redacción a tener el video que finalmente acaba de publicar EUStarsMadrid.

Junto a las ilustraciones del propio Francesco Tonucci, componen este maravilloso relato

El 12 de noviembre de 2013 el psicopedagogo, pensador e ilustrador italiano Francesco Tonucci fue el protagonista de una mesa redonda en Matadero sobre el programa europeo STARS que se está empezando a aplicar en unos cuantos centros escolares de Madrid tal y como lo aplican algunas ciudades europeas, sobre todo Italia y otras metrópolis como Buenos Aires o Rosario en Argentina.

Antes de explicarles en resumen el contenido de esta iniciativa quiero acercarles unos retazo s biográficos de Tonucci, que en el mundo de la psicopedagogía está considerado como una de las más importantes autoridades en investigar el desarrollo cognitivo de los niños y la metodología educacional.

Nacido en la ciudad italiana de Fato hace ya más de sesnta años se licenció en Pedagogía en Milán y en los años noventa fue presidente e investigador en el Instituo Psicológico del Conseo Nacional de Investigación de Italia, que lleva a cabo un interesante proyecto de educación ambiental en el que los niños juegan un papel esencial.

Escuelas para vivirtexto alternativo




















Tonucci critica la escuela actual y hace hincapié en los pecados capitales que la sociedad desarollada comete contra los niños, pero buscando y proponiendo soluciones que se retroalimentan desde la experiencia de su aplicación en distintos tipos de sociedades para hacer niños más libres y creativos, más ecologistas y democráticos, niños que "Tengan algo que contar en la escuela o cuando llegan a casa". Niños a los que les pase algo, porque están tan sobreprotegidos contra lo malo que tampoco les pasa nada de bueno o extraordinario.

La escuela y la sociedad dictan los contenidos que un niño tiene que aprender para desarrollarse en la sociedad que le ha tocado vivir, pero ese es el error. La escuela debe adaptarse a las necesidades de los niños, escucharles. Atender sus demandas y hace que los contenidos que se trabajen en el colegio sean los que realmente propongan los niños, ya que parten de sus necesidades e intereses.

No se trata de que los niños sean el centro del universo pero tampoco que sean algo residual y teledirigido, sin voz ni voto en algo que, al fin y al cabo les va a marcar toda su vida de adulto: la escuela, el hogar y las ciudades en las que crecen. No son recipientes que debemos llenar de datos sino actores en la sociedad que les toca vivir: "Si los niños participan activamente en la gestión y en la toma de decisiones escolares, como la estipulación de las reglas que se aplicarán en los recreos, el niño no se sentirá esclavo, sino un ciudadano libre y soberano, uno de los objetivos que debe perseguir una escuela democrática."


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Ustedes se preguntarán qué hace un artículo como éste en una revista que trata de arte. Pues déjenme que les diga que precisamente este artículo quiere abrir los ojos a unas realidades que muchos creen que van disociadas: cultura y escuela. No se dan cuenta que son la misma cosa. La misma realidad, quizá una dentro de otra o quizá una al mismo nivel que la otra, pero unidas de forma indisoluble. Tonucci lo resume muy bien en esta frase: "La escuela debe ser un lugar bello, donde se pueda respirar cultura, haya música, arte, sea agradable y cómoda. Debe preocuparse por ofrecer a todo el mundo aquellas bases, aquellas motivaciones, aquellos modelos culturales imprescindibles para construirse en patrimonio de conocimiento, habilidades y competencias".

Dice Tonucci que el papel de los maestros, de los alcaldes, de los vecinos, de los comerciantes es esencial en el proyecto Stars. Si los niños son capaces desde edades tempranas de acudir sin la compañía de adultos hasta las escuelas no sólo estamos haciendo un gran favor a esos niños, sino que sin darnos cuenta le hacemos un gran favor a la sociedad.

texto alternativo Las calles son mucho más seguras si hay niños en ellas. Antes, los niños íbamos al colegio con nuestros amigos del barrio y con nuestros compañeros de clase. Los vecinos, los comerciantes del barrio o del pueblo eran nuestros anónimos ángeles de la guarda que nos ayudaban en caso de apuro o necesidad. Y estamos hablando de una sociedad que no tenía teléfonos móviles ni cámaras por las calles, ni policía de proximidad. Las viviendas estaban volcadas al tráfico de los transeúntes, no de  los coches, y desde la calle se podía senter el latido de los vecinos de barrio.

Ahora los bloques de viviendas son parques cerrados con comercios o sin ellos en su planta baja que aíslan al individuo. La sociedad asimismo se ha vuelto medrosa y sobreprotectora y no deja a los niños jugar en las aceras o en los parques sin la supervisión de sus padres. ¿Saben que en una pequeña ciudad italiana de cien mil habitantes en la que se aplicó el programa de dejar a los niños ir solos al colegio (bueno, quien dice solos dice con su grupo de amigos) no hubo no un solo incidente en diez años? ¿Saben que en algunos barrios de Rosario o Buenos Aires en los que había escuelas que aplicaban esta metodología la delincuencia descendió a la mitad?

En fin. No quiero alargarme en datos, ya que lo único que pretendo es acercarles la filosofía de Francesco Tonucci para que ustedes valoren los datos y las evidencias de esta utopía que empieza a dejar de serlo gracias a la ilusión de tantos maestros, políticos y ciudadanos que lejos de dejarse arrastras por la corriente aún se atreven a soñar con un mundo mejor.


Si quieres saber cómo está avanzando el proyecto STARS:

Blog oficial del proyecto STARS
Las noticias que vamos publicando nosotros (algunas que no aparecen en el anterior blog).