Al 21% de los usuarios de la bici les han robado alguna vez la bicicleta en España. Y es precisamente el robo uno de los factores disuasorios para el uso de las dos ruedas. Un problema que no sólo ocurre en nuestro país: Francia se enfrenta cada año a 400.000 bicis robadas, el 15% de las vendidas; y en Reino Unido, se están perdiendo cada año 172.000 ciclistas a causa de los hurtos.
¿Cómo cambiar este panorama? Esta es una de las preguntas que se lanzaron en la Jornada Técnica sobre robos y accidentes de bicicleta celebrada esta semana en Madrid. Si bien la creación de aparcamientos seguros y la mejora de las herramientas de anclaje son fundamentales, la idea de crear un registro nacional de bicicletas parece ser la más efectiva para disuadir a los ladrones y luchar contra el mercado ilegal que hay tras las dos ruedas.
Ciudades como Burgos, Cartagena, Sabadell, Olot, Barcelona, Donostia, Sevilla o Vitoria ya cuentan con servicios de registro para sus bicicletas. Pero son sistemas poco maduros con muchas carencias y que difícilmente permitirán localizar una bicicleta robada en Sevilla y vendida en Madrid, por poner un ejemplo.
La experiencia holandesa:
Una vez más, Holanda nos da una lección sobre cómo hacer las cosas bien. Guus Wesselink, director de The Foundation for Tackling Vehicle Crime, explicó durante la jornada que desde que los holandeses implantaron el registro nacional de bicicletas, los robos se han disminuido a un ritmo de 100.000 hurtos al año.
Holanda ve rodar por sus calles 17 millones de bicis (y son 16 millones de habitantes) y se enfrenta a unos 700.000 robos anuales. El riesgo de que te roben una bicicleta en este país es hoy del 5%, cuando hace tan sólo unos años era del 45%.
El sistema de registro holandés es único para todo el territorio nacional, sencillo y con acceso abierto. Y en él están involucrados desde el Ministerio de Justicia, el Departamento de Tráfico, el Ministerio de Transportes hasta la Policía y la fiscalía, además de otros agentes del sector privado como las asociaciones de aseguradoras y otras de consumidores (ANWB). Por ejemplo, los agentes pueden hacer auditorías y registros espontáneos en las tiendas que resulten sospechosas e incluso a los ciclistas que pedalean por las calles. Sólo basta con pasar un lector por el código de la bici, pedir la identificación del ciclista y comprobar su base de datos.
También los establecimientos y fabricantes ponen su granito de arena. Las bicicletas en Holanda salen rodando de fábrica con el código ya incrustado en su estructura. Desde 2001, la Fundación que dirige Wesselink junto con fabricantes, tiendas y otras asociaciones —Fietsersbond (Unión de ciclistas holandeses), Bovag, RAI— llegaron a un acuerdo para utilizar este tipo de identificación en sus productos y diferenciarlos así de las bicis del comercio ilegal.
“Registrar las bicicletas les cuesta a los fabricantes holandeses 0,18 euros por unidad”, explica Wesselink, “pero les compensa, porque con los robos, la gente no compra bicicletas”. Recordemos que el 90% de las bicis que se venden en Holanda son de fabricación nacional, mientras que en España, el 80% de los marcos de las bicis proceden de otros países, en su mayoría de Asia (China, Vietnam, Taiwan), lo que dificulta el registro en fábrica de los vehículos.
Otro aspecto que destacó Wesselink durante la jornada es la importancia de hacer campañas dirigidas al ciudadano para que marquen sus bicis y denuncen los robos. “Medio millón de euros se destina cada año a estas campañas”, detalla el holandés. Una de las más recientes es la que hizo el Ayuntamiento de Ámsterdam el pasado verano, en la que animaban a los ciudadanos a marcar sus bicicletas totalmente gratis con un código de identificación único ligado a su DNI y registrado en una base de datos. La campaña fue todo un éxito.
Más información: El ejemplo holandés – Guus Wesselink, Director de The Foundation for Tackling Vehicle Crime, en formato PDF