“La línea 6 de Metro de Madrid estrena nuevos vagones”, anuncian a una página los periódicos de hoy. En la imagen de la puerta del vagón aparece una bici. Después de la pelea entre el Ayuntamiento y la Comunidad por el logo que iba a decorar los modernos trenes 8400, parece que la bicicleta gusta a todos. Perdón, la imagen de la bicicleta. Aunque los nuevos convoyes tienen un espacio diseñado para llevarlas, el transporte de la bici sigue restringido en Metro de Madrid. Pero no sólo en el suburbano, atestado en hora punta, se limita a la bici. “Como norma general, no se admitirá el transporte de bicicletas en los trenes de Alta Velocidad-Media Distancia”, explica Renfe en su web. Viajar en bici no es tan fácil. La bicicleta vale como icono de la movilidad, como realidad incomoda un poco más.
A las once. Si tienes bici, que no sea plegable, vives en las afueras de una ciudad y quieres ir con ella a trabajar en el centro, tienes que empezar a las once. Nada de las 8 o 9 de la mañana. Eso es hora punta: una media de 25.000 usuarios en la red de metro de la capital, algunas personas más de las que fueron al concierto de Lady Gaga en Madrid, y, por lo tanto, exclusión de la bicicleta. La intermodalidad, una palabra muy coolta, guay a la par que interesante, no prima.
La intermodalidad se podría resumir como la facilidad de conectar diferentes medios de transportes. Su máximo exponente: un aeropuerto donde se puede acceder a un taxi, al metro, a paradas de autobús o usar parkings para los coches. Su mínima expresión: no poder llevar la bici en el AVE. Un término medio: Cercanías que raciona las horas de uso, antes de las 9.30 no se puede meter la bici en los trenes. Si vives en una conurbación, pedaleas solo los fines de semana.
En el metro es otra cosa. El ciclista urbano no aspira a ir en el suburbano. Entre las incomodas escaleras, las miradas intransigentes y la masa rodeándote, la experiencia se hace un tanto desagradable. El aire en la cara mola más. Pero, para todo biciclista, hay ciertos trayectos que resultan complicados o imposibles. Saber que el transporte público permite llevar una bici, relaja. Si desestresa, fomenta el uso de la bici. Si alguién vas más en bici, usarás menos el transporte público. Al final, aunque parezca que roba espacio, la bici descongestiona la red.
Los fontaneros de Saunier Duval pueden ir a repararte la caldera en bici. Si vivieran en Madrid, cuando salieran del trabajo cogerían el coche. Algunas empresas fomentan el uso de la bici para ir a trabajar, instalan duchas en las oficinas y aparcamientos. Los medios de transporte de España no terminan de adaptarse. Ni siquiera el AVE, que funciona muy bien, según se comenta cada vez que estrenan uno nuevo. Sólo admite la bici en sus trenes con litera. Toca viajar de noche o buscar un tren de medio recorrido, que están desapareciendo. Cicloturismo, sólo en los alrededores o manifestarse para cambiarlo. Mientras tanto: tienda de campaña, mapa en mano y a pedalear.
Pablo León en elpais.com
es una pena en el ave frances, dejan llevar la bici, creo que es mas estrecho pero aun asi no te ponen pegas, creo que oficialmente no dejarian, pero si vas en el ultimo vagon a mi nunca me han dicho nada...
ResponderEliminarVerdades como puños. Que dejen de vendernos la bicicleta... las cosas deben hacerse bien de una vez, no solo sobre el papel.
ResponderEliminarEn el TGV francés no permiten tampoco bicis, sí, por el contrario, la SNCF (trenes ordinarios).
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