Intervención de Enbicipormadrid en el Matadero
Además participaron Carlos Baztán del Área de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid; Antonio Lucio de la extinta Fundación Movilidad, Isabel León del GBCe, Juan López-Aranguren de Basurama y Jon Aguirre Such de Paisaje Transversal.
Las personas, el recurso fundamental de la ciudad
En 50 años el 90% de la población mundial vivirá en grandes ciudades. Se habla mucho de la “sostenibilidad” como medio para lograr esa calidad de vida urbana: ahorrar energía, materiales, reciclar residuos. ¿Por qué no hablamos del recurso fundamental para la calidad de una ciudad, nosotros mismos?
Los recursos escasos se gestionan mejor cuando los ciudadanos podemos participar en las decisiones que nos afectan, porque cada uno somos consciente de qué tenemos y qué necesitamos, y somos los primeros en sufrir una mala decisión y por tanto, aprender a evitarla. Cuando delegamos esa gestión en ayuntamientos o empresas, es mucho más difícil tener esa información, y los errores se multiplican.
Eso también sucede con la ciudad. Piénsese en los pueblos antiguos, que crecían sólo cuando sus habitantes lo demandaban, usando los materiales de la zona. Compárese con el desajuste de necesidades y recursos que supone cualquier promoción inmobiliaria reciente que la crisis ha dejado vacía. Parece que la rapidez o la gran escala no siempre es lo más económico.
Urbanismo sostenible: desconfíe
Para evitarlo, se crean leyes y manuales acerca de cómo han de ser los edificios y las ciudades para no derrochar recursos, con infinidad de indicaciones sobre consumo de agua, energía, materiales, generación de residuos, e incluso transporte público.
Sin embargo, también en esas recomendaciones se mencionan poco a los ciudadanos como parte activa de la sostenibilidad, y siempre para dar por “democráticas” las decisiones tomadas desde arriba, pero nunca como la parte más importante de la ecuación.
En más de una ocasión la palabra “sostenibilidad” está empezando a sonar a “cuento para vender más”, empezando a ser palabra sospechosa cuando no aborrecible. Si un político o empresa usa la palabra “sostenible”, ya desconfíamos. Posiblemente nos la quieren colar.
Basta con leer con cierto sentido crítico dichos manuales y leyes para leer una y otra vez una serie de ideas tergiversadas que son muy alarmantes, ya que dictan políticas de una escala brutal sobre la que no se puede reclamar: un barrio, una ciudad ¿Quién paga el error de que en Sanchinarro haya que coger el coche para ir a por el pan?
Las 5 mentiras del urbanismo sostenible
Mentira 1: Reducir, reciclar, reutilizar es la solución
Más bien es una moratoria, pero no la solución. Reciclar, usar bombillas de bajo consumo, coches eléctricos, nos lleva igualmente al agotamiento de recursos, pero más despacio. En lugar de 100 años, tardaremos 200 en acabar con el planeta, pero al menos tendremos la conciencia tranquila. Mientras no aportemos más de lo que recogemos, esto no es más que una manera de ganar tiempo.
¿La respuesta? No lo sé, pero posiblemente la inversión en las personas es el único recurso que puede aportar al entorno más de lo que recibe: El conocimiento y la creatividad son recursos inagotables, duraderos y que se pueden multiplicar sin depender de restricciones materiales o energéticas.
Mentira 2: Las nuevas ciudades verdes
Se ven muchas publicadas, algunas construidas. Pocas funcionan con menos recursos que un casco antiguo.
Caso español: La ecociudad de Sarrigurren a las afueras de Pamplona, 5.000 viviendas con varios premios “verdes”, aislada de la ciudad por autopistas que obligan a desplazarse en coche. Mientras, hay 20.000 casas vacías en el centro de la ciudad. No haber hecho nada es más ecológico.
Ciudad "ecológica" de Sarigurren, que está conectada con el centro de Pamplona por autovía (a 3 km).
Mentira 3: La estética ecológica
No sabemos si lo que nos venden como verde lo es en realidad cuando lo que tenemos enfrente es algo complejo como un edificio o una ciudad. Por ello, se sustituyen los datos objetivos por una imagen: fotomontaje de arquitectura más o menos novedosa, con mucho campo verde, niños corriendo, bicis y alguna placa solar con atardecer.
La ciudad ideal de los fotomontajes: Ciudadanos siempre felices
Jamás verá un reportaje de arquitectura ecológica con un edificio feo, aunque sea más eficiente. Una pista para detectarlos: esas imágenes envejecen realmente mal. Los edificios ecológicos de hace veinte años no pasarían hoy ni por un resort de vacaciones tipo Marina D’Or (vean si no, este Proyecto Venus). Si algo ecológico tiene además que parecerlo, cuidado.
Jamás verá un reportaje de arquitectura ecológica con un edificio feo, aunque sea más eficiente. Una pista para detectarlos: esas imágenes envejecen realmente mal. Los edificios ecológicos de hace veinte años no pasarían hoy ni por un resort de vacaciones tipo Marina D’Or (vean si no, este Proyecto Venus). Si algo ecológico tiene además que parecerlo, cuidado.
Mentira 4: La sostenibilidad es un lujo
Muchas acciones enfocadas a la sostenibilidad requieren caros recursos y tecnologías difíciles para ser implantadas, siendo así medidas exclusivas de sociedades ricas, y asociando el concepto de sostenibilidad con un lujo que, ante una escasez de recursos eventual (una crisis, por ejemplo) es el primero en desaparecer. Si economía y ecología tratan de la escasez, no tendrían que estar reñidas.
Una medida realmente sostenible perdura en el tiempo gracias a las crisis, porque implica un verdadero ahorro en momentos de necesidad.
Así está pasando con la nueva ciudad de Dongtan, Shanghai, con serias dudas sobre su balance ambiental y que corre el riesgo de convertirse en un suburbio para nuevos ricos si la crisis no se la lleva por delante.
Mentira 5: Las medidas han de ser “inaugurables”
Muchos de los medios que se están proponiendo para mejorar el uso de los recursos tienen mucha visibilidad: bicis para sustituir a coches, molinos de viento que sustituyan centrales de carbón… Es común encontrar que estos medios se acaban convirtiendo en fines en sí mismos, sin comprobar si las medidas implantadas consiguen el efecto perseguido: así se dan casos de aumento de número de ciclistas a la vez que de usuarios de coche, o que las energías renovables no sustituyen a las más contaminantes, sino que se suman a éstas.

Propuesta de Norman Foster de carriles-bici aéreos para no tener que reducir el número de coches.
Sevilla 2000-2010: 127 km de carril bici, 60.000 nuevos ciclistas... y 200.000 viajes más en coche. Solución visible pero equivocada a un problema de dispersión territorial.
Sevilla 2000-2010: 127 km de carril bici, 60.000 nuevos ciclistas... y 200.000 viajes más en coche. Solución visible pero equivocada a un problema de dispersión territorial.
¿Cómo no meter la pata? Hágalo usted mismo
Sé que estas reflexiones llaman al desánimo y a la inacción. Puestos a equivocarnos de tal manera, mejor no hacer nada. Sin embargo, creo que también estas equivocaciones pueden servir para llevar a la práctica iniciativas más sensatas e imaginativas, en las que nosotros mismos seamos los gestores, pagadores y beneficiarios de las medidas.
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