lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Por calle o por carril?

Escrito por José María

Era viernes. El pronóstico del sábado aventuraba una deliciosa jornada otoñal madrileña. Me encantan esas mañanas soleadas y frescas. Amaneceres claros, luminosos, retadores… Animan a entrar en calor haciendo ejercicio.

Aunque dormiría en la Sierra Oeste, ¿cómo se circularía «en bici por Madrid» desde el corazón urbano hasta su septentrión? Quería rodar por sus calles desde que era un crío. Entonces iba algunos domingos a montar en bici alquilándola en el Retiro. ¿Sería como circular por Alicante, que es lo que ahora conozco más? ¿Sería como cuando iba en moto a trabajar años atrás?

«La Plaza de Chamberí de Madrid una mañana de sábado» © José Luis Valdés. 14/03/2009
Según el blog, la cita era a las 9:30 h en Santa Bárbara para ir a la Autónoma. Aunque iban a ser 32 km, me apunté con mi esposa. Nuestras rutas diarias por el norte del Parque Regional de Guadarrama son de unos 20 km. Sin embargo, allí circularíamos sobre asfalto, con menores pendientes y con semáforos. ¿Aguantaríamos?

La mañana siguiente salimos temprano con la impedimenta hacia la gran urbe. A las 9 h ya estábamos sacando las bicis del coche aparcado bajo la plaza de Chamberí. Teníamos tiempo para disfrutar del entorno.

¡Cuántas horas de juego en ella durante los años 50 y 60! Entonces tenía otro aspecto —me refiero a la plaza, aunque yo también, claro—. Tenía un suelo de tierra elevado sobre las calzadas, un terraplén tapizado de hierba con seto perimetral y un kiosko de bebidas junto a Santa Engracia. Los camareros, con camisa blanca y corbata negra, las servían con unos platos de gruesa loza cubiertos de crujientes patatas fritas. Aún las recuerdo.

El tener que estar atento a lo que te rodea es una de las ventajas de la bici. Aunque vayas centrado en llegar al trabajo, o en hacer un recado, tienes más conciencia del panorama. Ves lo que pasa, e intuyes lo que va a pasar, tanto en la calzada como en la acera. En moto era distinto.

Llegamos los primeros a la cervecería. ¡Cagoen!, vamos a tener que esperar a la sombra, y puede que un buen rato —como así fue—. Al poco llega otro ciclista, que se queda separado. ¿Será del grupo? La incógnita desaparece cuando llega MiguelS con su serenidad y su sonrisa, y su pantalón corto. ¡Rediez, qué frío nos llega de esas piernas al aire! ¿Pasaremos calor luego?

«Ejemplares de plátanos de sombra en la plaza de Santa Bárbara» © Samuel Sánchez. El Pais 13/09/2010
Nos agrupamos, llega alguno más y escuchamos que seremos bastantes. Por consiguiente formaremos tres grupos, guiados por Aalto, Edgar y él. Pregunta por nuestra experiencia en bici urbana y comparte algunos consejos. El más relevante para mí: «hazte visible y se previsible» (dentro del tráfico).

Aalto aparece acompañado de más ciclistas. ¡Qué alto! Su pantalón vaquero y el cortavientos que viste nos tranquilizan. Asume el mando para repasar la ruta y las normas elementales para circular en bici por Madrid. Nos anticipa algo que luego se cumple: aquí los conductores respetan a los ciclistas.

Finalmente —y felizmente, porque el frío, en parado, se va incrustando hasta en los huesos— componemos grupos de cinco y partimos. Las calles tranquilas del itinerario realmente lo están; al menos ese sábado cuando abre el comercio. Durante el regreso, a la hora del aperitivo, siguen igual, aunque circulen más coches.

El ritmo permite conversar con los compañeros, incluso yendo ligeros. Hay que pedalear como si fuésemos a trabajar integrados en el tráfico. Por suerte los semáforos dan un respiro a los que van más justos de forma. Aunque el sol todavía no calienta las callles, el pedaleo saca el frío del cuerpo.

En nuestro grupo nos despistamos por las callejas próximas a la Plaza de Castilla. En cualquier caso, nos juntamos al poco con el que nos precedía; alguien había tenido una pequeña avería. No se deja solo a nadie. Todos salimos, todos llegamos.

Enfilamos entonces por calles más abiertas hacia el antiguo pueblo de Fuencarral, que atravesamos de sur a norte. En el cruce con el Anillo Verde esperamos al último grupo. Nos “convertimos” en carril-bicistas para rodar hasta el campus de la UAM. Allí es donde Kat quiere llegar diariamente en su bici: una bonita clásica de carretera sin cambios, con piñón libre, que ella hace subir tranquila y elegantemente por las rampas. ¡Qué fuerza y estilo, madre!

El Carril bici de la Carretera de Colmenar
Me sorprendió el tramo de carril-bici que hicimos en la carretera de Colmenar. Había oído hablar mucho de él, pero me resultó estrecho por ser enrevesado y de doble sentido. Creo que tiene demasiados puntos muertos en curvas y cambios de rasante en los que cruzarse con los ciclistas que van despendolados, que los hay.

En el campus descansamos comentando las incidencias y picoteando algo. Volvimos más o menos por la ruta prevista, aunque nosotros nos separamos del grupo para despachar un par de recados. Eso nos llevó a hacer 35 km en total. ¡Y no nos cansamos!

Parte del grupo frente a Filosofía y Letras en la UAM © Jose M Pelaez. 26/11/2011
¿Mis conclusiones? Las calles tranquilas de Madrid realmente lo son. No parece que el mayor tráfico de los laborables complique su circulación en bici. La sensación de seguridad es notable. Paradójicamente, disfrutamos más en ellas que por el carril-bici.

¿Será cierto lo de «mejor por la calzada»? Esta grata experiencia de ir con los guías de «en bici por Madrid» así lo atestigua. Muchas gracias.

Si tú también quieres ir en bici por Madrid, escribe a bicifindes@espormadrid.es