viernes, 14 de agosto de 2015

Percival tiene razón: el dinero sí importa en la participación ciudadana, pero no así

Hace unos días tuvo lugar este interesante debate sobre el modelo de participación ciudadana que se va a implantar en Madrid en los próximos meses. Como son dos horas de vídeo, recomiendo ver el siguiente momento estelar en la que el concejal del PP Percival Manglano alababa los mecanismos del libre mercado como un excelente mecanismo para conocer las preferencias de la gente. La respuesta de Pablo Soto, el concejal de particpación de Ahora Madrid no se hizo esperar.



A riesgo de ganarme un abucheo, como bromeaba don Percival, le doy la razón en que darle un valor económico a las decisiones es un mecanismo muy valiosos para que las diversas preferencias de la población se ajusten entre sí. Es más, si no se hace, corremos el riesgo de convertir la participación ciudadana en una carta a los Reyes Magos en el que se toman decisiones sin conocer sus costes.

Es el caso de California, donde se someten a votación no pocas propuestas que han aprobando subidas de gastos, bajadas de impuestos y no siempre para el beneficio común, llevando al estado a la ruina y haciendo que miles de empresas de alta tecnología prefieran la estabilidad presupuestaria de Texas, el nuevo Silicon Valley. ¿La única rebaja de gasto público aprobada por los ciudadanos? Rebajar el sueldo a los políticos.

Evidentemente, eso pasa porque el coste de esas decisiones se echan al bolsillo del resto, y encima a futuro. Otro gallo cantaría si hubiera que pagar individualmente. Y es que cambia mucho preguntar "¿quieres que soterremos la M30?" que "¿aceptas pagar una derrama de 3.000€ para soterrar la M30?".

Sin embargo, tal y como advierte Pablo Soto, el riesgo de convertir la ecuación "un ciudadano=un voto" en "un euro=un voto" es obvio. ¿Cómo resolver esta injusticia sin renunciar al valioso mecanismo de la información que nos da ponerle valor económico a las preferencias de los ciudadanos?

Hay dos ejemplos, y los dos tienen que ver con bicis.


La bici pública en Arona: Tu decisión tiene un precio

La mera información de lo que tendrá que rascarse el bolsillo cada ciudadano es suficiente para que las propuestas entren dentro de la razonable senda de los recursos limitados que tenemos.

Es el caso de Arona (Tenerife). Se elaboró en un estudio sobre la viabilidad de un sistema de bici pública con el loable objetivo de que se usara menos el coche. La zona propuesta era muy chica y cualquiera que haya visto lo que ha pasado en España con esto de la bici pública sabría que el resultado sería caro y muy poco utilizado, y que acabaría cerrando al poco tiempo.

Esto pasa con la bici pública si no se pregunta a la gente cuánto se quiere gastar

Pero en un estudio no basta una intuición, hacen falta datos. Así que se elaboró una encuesta pública para averiguar qué sistema estaría la gente dispuesta a financiar (a partir de pregunta 10).

Claro, si preguntamos "cuánto quieres caminar para encontrar una base" o "cuánto quieres pagar por el servicio", la respuesta es obvia: Quiero bicis a la puerta de mi casa y gratis.

Pero la cosa cambia si tu decisión tiene un precio. Así que si elegías pagar menos como usuario, más impuestos tenías que pagar para sufragarlo, o más te tocaría andar en busca de una base. Como curiosidad, la gente estaba dispuesta a caminar 100m más a canbio de  ahorrarse 5€/mes de cuota.

Bastó con introducir la información del precio para que el sistema adquiriese la dimensión que todos estaban dispuestos a sufragar, con sus impuestos o con su cuota. Ni que decir tiene que el resultado hizo nada aconsejable la costosa inversión, que finalmente se destinará a elaborar una red de itinerarios seguros y aparcabicis por todo el ámbito.

Para quien quiera leerlo, está publicado aquí. 



El programa ciudadano de movilidad: Implícate en el diagnóstico y luego buscamos solución entre todos

Ponerle precio a las cosas no es la única manera de tomar la mejor decisión que afecta a muchas personas. Me gusta citar el ejemplo de la luz y el agua. La subida de la electricidad estos últimos años está fomentando hábitos de consumo responsable para no pagar de más. Sin embargo, en Madrid se hace un consumo responsable del agua sin necesidad de haber subido las tarifas. ¿La clave? Concienciar e informar.

El segundo ejemplo es el proceso que hicimos en este blog junto a Ecomovilidad para realizar un programa de movilidad para Madrid. Sorprendió a muchos que el resultado fuera tan sensato en términos de gasto público: no había peticiones de extender el metro a Parla, ni de transporte público gratis para todos, y sí muchas llamadas a la racionalización de lo que ya había. Quizá eso logró que entrara en la agenda de tantos partidos políticos.

Esto pasa con la bici pública si no se pregunta a la gente cuánto se quiere gastar


¿Cuál fue la clave? En este caso, antes de proponer, se votaba sobre los problemas que había que resolver, muchos de ellos derivados de unos años de gasto en infraestructuras que ahora tocaba pagar. Así que las propuestas no se hacían sobre un papel en blanco, sino sobre un diagnóstico compartido por la mayoría que ponía el énfasis en políticas desacertadas como la expansión del metro sin criterios técnicos y que ahora estamos sufriendo con un peor servicio. No hay nada mejor que ser conscientes del escenario para tomar decisiones que beneficien a todos aunque no incluyan nuestras preferencias personales.


Libre mercado: sí, pero no sólo

Así que sí, estimado don Percival: La información de preferencias que da el libre mercado es muy valiosa. Pero no es la única manera que hay para obtenerla. Y funciona bastante mal cuando las decisiones afectan a todos, y no sólo a los individuos que participan. Ante eso, sólo cabe apelar a la concienciación de los votantes, no a su bolsillo.


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