· Las 10.000 palabras y pico del Soplao
· El Soplao empieza en la Morcuera
· Mi primer Soplao
· Once upon a time …
· La rueda de la fortuna
· El Soplao Enbiciao …
· Al lio.
El equipo
- “ El de Movistar se ha ido hace 10 minutos, te estaba esperando. ¡Si te das prisa le coges! “
Un nudo en la garganta, las piernas vacías, el corazón lleno pero que ya no bombea ni es capaz de revolucionarse para lanzar energía a las piernas, el culo escocido, las manos doloridas, la cabeza llena de cuervos revoloteando. Cuervos que graznan, que pican, que chillan, que me hacen tener ganas de llorar, que me provocan, que me engañan y me hacen sentir estúpido tras 13 horas de pedaleo, que me obligan a arrepentirme de estar allí, que qué narices estaba yo pensando cuando me volví a enrolar en esta tortura de 165 kilómetros y no sé cuántos miles de metros de desnivel.
Pero eso sólo fue un rato, ya en la ducha pensaba que vaya maravilla de experiencia, otra vez. Lo obvio, el paisaje, el entorno, la prueba, la bici, la gente, el ambiente. Lo valioso, el esfuerzo, las ganas de repetir, las risas. Lo inigualable, el Equipo.
Con la E mayúscula, sí; de Equipo, de Enbiciado, de Entusiasmo, de Emoción. Y de mucha Empatía.
El Soplao es una gran prueba, un ultra fondo para el que hay que prepararse, entrenar, rodar muchos kilómetros, subir muchos puertos y reforzar cada parcela de tu cabeza en los meses previos. Una pionera, en su día, una de muchas, ahora. Tiene de especial la belleza de los paisajes que atraviesa, bosques encantados y encantadores por donde pedalear parece surcar cuentos mágicos, montañas orgullosas con rampas demoledoras que te hacen buscar dentistas detrás de cada curva, a ver si te prestan dientes, con todos los tonos de verde posibles acompañando cada kilómetro, descensos vertiginosos donde la concentración evita sustos, cientos de personas apoyando y animando en cada pueblo, y un largo etcétera.
Pero lo mejor de "mi Soplao" es la gente con la que fui, con la que iré. Ese Equipo.
Las balas que son capaces de devorar kilómetros sin casi despeinarse, los que tiran de fuerza de voluntad para superar cada escollo, los que tuvimos que ir mirando la hora durante las primeras 8 de carrera para pasar el temido corte, y que compartimos tantos y tantos kilómetros donde siempre planeaba siempre ese dentista que nos esperaba detrás de cada curva. No es que nos prestara dientes, sino que nos prestaba algo mucho más importante: su sonrisa, su ánimo, su rueda, su apoyo, fue el aficionado que nos empujó en las rampas del Monte Aa, el psicólogo que nos trató en el Moral, el actor que nos hizo reír en Fuentes... Un lujo.
Hablaba antes de Empatía, de Equipo. Siempre con mayúsculas con los Enbiciados. Da gusto sufrir así. Ni en el momento de retirarme, al paso por nuestro alojamiento, colocado estratégicamente en el kilómetros 130 de la prueba, dejó de acompañarme el de Movistar, por boca de esos lugareños que aún a las 9 de la noche animaban al paso de los sufridos ciclistas. Gracias Agus.
Especial mención a David, gigante en tantos aspectos que podría dedicarle líneas y líneas. Laura, molinillo y sonrisa. Felipe, corazón y muchas piernas. Novoa, fuerza de voluntad y carisma. Niko, un mago venido de Bulgaria. Pablo, que nos dejó Siniestro Total en la salida y no le vimos más, figura. Los Patxis: Jarein y Fernando. Gerardo y Nicolás, otros dos hombres bala. Auxi, prestando bicis a pros que iba dejando en la cuneta de cada ascensión... Especial mención a todos, al final. Imposible no hacerlo.
Y el año que viene más, y yendo con este Equipo, mejor.
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Las 10.000 palabras y pico del Soplao
Esta es la historia de un sábado de no importa qué mes, y de 13 ciclistas montados en sus bicicletas de montaña luchando por conseguir un sueño, o por repetirlo.
Recuerdo a Antonio cuando el año pasado subiendo al Pasapán me decía algo así como “aún queda hueco en la casa, estás fuerte, ¡apúntate!”. Estás fuerte decía…
Negué una y otra vez esa y cualquier propuesta relacionada con esa locura, eso que llaman El infierno cántabro.
Pero este año, aunque también lo negué de pronto me nacieron unos superpoderes y me sentía francamente fuerte. No solo había mejorado considerablemente la forma física, sino la psicológica. Ahí está la clave. Entonces pensé que era mi momento de intentarlo o más bien de conseguirlo, porque yo no intento nada… voy a por todas!!
Así que llamé a Laura que tanto había insistido y tantos “nos” tenía acumulados la pobre para unirme al reto del año.
Ya estaba bastante encauzado el asunto. Estos chicos que tienen mucha experiencia en Soplaos lo tenían casi todo organizado: el alojamiento elegido estratégicamente, transporte, recogida de dorsales, comidas, velocidad media para pasar los cortes, aparcamiento, meteorología… qué puedo decir que no resolvieran 13 mentes pensantes!
Fuimos llegando a lo largo del viernes (Jarein el jueves, para concentrarse como los futbolistas de la selección), Santa cena y a dormir. Una noche muy ambientada ¡eh!, todo hay que decirlo, con esa gente animando con cencerros desde las 3.00 debajo de nuestras ventanas… 6.00!!! Que ya salimos tranquilos!!!!!!!!!! Y pitando estábamos a las 7.00 en la parrilla de salida casi los primeros, los primeros 1.000 quiero decir. Pero qué locura!!! Cuánta gente!!! Y entonces aparece por allí Agustín Malavé, ¡sí, ese que va sin dorsal! Pero lo dejamos que pasara, a los demás, a ninguno.
Y ya después de aquellos momentos de nervios, risas, fotos, último desayuno Nikoenergético, empieza la acción: Thunderstruck y a dar pedales todos!! Ah sí, se me olvidaba que llovía… y qué más da!!!! Vaaaamoooonooosssssssss!!!
Yo me salí de la trazada, vamos que me subí a la acera, y de pronto me encuentro en la primera subida entre una marabunta de gente que aunque quisieras caerte es que no podías, como el metro en hora punta. Era un verdadero trabajo de equilibrio. Piensas que claro es el principio y es normal ir todos junticos, pero es que fue así durante por lo menos 60km. ¡Yo que no soy capaz de ir a rueda porque me agobio! Pues a tomárselo con calma.
Y claro llegan las bajadas y, pues lo que pasa en estos casos, ya me lo decía Olivares, me arrollaron y al suelo que fui. Con esto no contaba, aunque por suerte no fue grave y aun con dolores este percance no me podía impedir terminar, a no ser que me volvieran a tirar…
A partir de ese momento temblaba cada vez que había una bajada. Porque si las subidas eran durísimas las bajadas me resultaban mucho peores, y me veía que era carne de cañón.
Paso la parte que llaman el Rompepiernas y vaya que si era dura… Pero hecha está!! Me duele el golpe pero qué bien que voy! Ahora me quedan.. solo unos 2/3… aún 2/3?? pufff que pereza!! Que esto ha sido muy duro! Entonces empiezo a encontrarme a los chicos que habían salido un pelín detrás. Eso sí que da alegría. Nos vamos viendo en subidas y avituallamientos. Dos palabras, un trago de agua, un par de bocados y a seguir que nos cierran la puerta (primer corte) y fuera hace frío!!
A ver esa camiseta naranja que la pierdo y me quedo sola, aquí está!! Así pasé más de 100 km, con Gerardo!
La subida al Moral me hundió. ¿Se llamará así porque pierdes la moral? Debería llamarse el Desmoral... Me dediqué a decirle a todo el mundo que estaba harta, que yo allí no iba a volver en mi vida, que me quería ir, que de verdad era un infierno, y si alguien hacía un comentario similar yo allí, apoyando la moción.
En la bajada del Moral estaba el temido corte, que lo pasamos con holgura. Mucha alegría pero sin moral. Y es que… aún quedaban 80 km para terminar. Eso no es mucho, no?? Pues es la mitad!! Y encima contando que ya vas tocadillo y 7h de duras subidas y bajadas, pues como mínimo te quedan otras 7. Para llorar. Estaba totalmente decidida a quedarme en la casa al pasar por allí.
Entonces me encuentro en el avituallamiento a… pero si están todos aquí??? Fernando, Jarein, Niko, Nicolás, Gerardo y Pablo. ¿Qué ha pasado? Problemillas con la bici de Pablo.
Me adelanto a salir porque como voy más lenta me van a pillar en seguida. En esto que decido que ya es hora de poner recto el sillín que desde la caída va torcido y ya me está molestando demasiado y quizá eso contribuye a mi estado de ánimo. Así que me paro a ponerlo recto y empiezan a pasar todos. Pero sorprendentemente me uno y estamos un rato rodando juntos. Yo pensé “me han visto tan mal, quejándome por todo, que si me voy a la casa.. y están haciendo una obra de buena fe quedándose un ratillo conmigo, qué majos, si es que son un sol”. “Venga, se van a ir ya”. “Ahora sí que se van, están perdiendo mucho tiempo”… “¿Qué les pasa? Esta subida es muy suave, ellos suelen ir a un ritmo mucho más fuerte, yo no soy capaces de seguirlos nunca”. “Venga Nicolás, pasa ya ¡leches!”.
¡Pues que me vine arriba! ¡¡Y qué bien me lo pasé señores!! Si es que era el sillín fijo!!! Me dediqué a hablar con todos, con los que adelantábamos, a animar a esos pobres que ya estaban rotos, en algún caso hasta ofrecí mi maravillosa bicicleta; a veces se nos unía gente, normal iban todos tan serios...
He de decir que fue una suerte grandísima encontrar a esta parte del grupo de amigos, que sin ellos muy probablemente yo no hubiera terminado, y de hacerlo no hubiera sido ni de lejos lo divertido que fue.
Luego nos separamos un poco, yo me quedé rodando con un sherpa (o era yo la sherpa?) sin separarnos medio metro, así nos íbamos animando recíprocamente, porque el ánimo oscila a lo largo de tantas horas. Así me hago yo un Soplao y dos! Y a Pablo lo teníamos controlado para no perderlo y que se lo comieran los lobos. Yo subía mejor, y bajaba peor.. Y así todo el día.
Ya estábamos a punto de terminar, solo quedaba disfrutar de los únicos kilómetros en llano pero… ¿qué veo? ¿Tres mujeres aquí? ¡De ninguna manera! “Vamos Fernando que tengo que quedar delante de ellas. Díselo a Pablo que se prepare”. Fue gracioso porque íbamos en un pelotón, Fernando frenándome para que reservara… En esto que me pongo a adelantar… que se me fue de las manos y me puse la primera del pelotón. ¿Pero qué hago yo aquí? ¿Y si ahora no tengo fuerzas? Qué vergüenza, ¿no? Entonces me da por tirar y cuando miro para atrás… pues que no venía el pelotón, pero es que Pablo tampoco venía! “Pablo tú no te tenías que quedar… Ais”. Y así entré con Fernando, haciendo un sprint como si me hubiera quedado con ganas de rodar.
Pasas por la meta, escuchas tu nombre, qué felicidad!!! Que lo he conseguido!! No me lo creo!!! Y hasta un amigo nos espera en meta, yujuuuuuuuu ese Novoa!!!
Cada uno a su tiempo, todos pasamos la meta. Falta uno que se nos escapó y otro que hizo trampa… Pero tendrán su oro.
Ha sido una experiencia muy divertida, un fin de semana de deporte y risas extremo. Unos paisajes espectaculares (a veces no tienes ganas ni de levantar la cabeza, pero ahí están).
La gente se desvivía animando. ¡Qué grandes! A las chicas, al ser tan poquitas, nos tenían mucho aprecio. Muchas
gracias a todos esos anónimos que te alegran un gran esfuerzo.
Es un reto muy muy duro. Se puede hacer, pero cuanto más preparado estés más lo vas a disfrutar y mejor lo vas a pasar. Por si alguien se anima :P
Gracias a mi sponsor, a mi personal trainer, al fisio, al masajista, a mi nutricionista, a mi mecánico, sin vosotros esto no hubiera sido posible.
También especialmente gracias al que me sacó del anillo ciclista y me enganchó a pisar la tierra, a conocer la Comunidad de Madrid y me quiso perder en Toledo ;), a mis 12 contrincantes (Fernando, Jarein, Niko, Nicolás, Gerardo, Pablo, Laura, Agus, Isra, Novoa, Felipe, David 6D2), a los otros contrincantes que no fueron y que animaron en la distancia, a todos los que me rodean y me alegran la vida.
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El Soplao empieza en la Morcuera
Aunque la idea de hacer el Soplao llevaba rondando mi cabeza varias semanas, sobre todo al ver cómo Fernando y Agustín ya habían hecho públicas sus inscripciones en alguna de las rutas anteriores, hasta la ruta de Diciembre por Morcuera y Canencia no las tenía todas conmigo. ¿Estaremos capaces para hacer tanto desnivel acumulado? ¿Acabaría pidiendo una escapatoria a los 100 km?
En esta ruta, mientras íbamos ascendiendo tranquilamente por las pistas al puerto de la Morcuera, Agustín olió mis ansias cántabras y comenzó a hablarme del Soplao, de sus puertos, de esos puertos similares a la Morcuera, de la gente animando en los arcenes y de cómo, con un poco de preparación y paciencia, estábamos más que preparados para terminarlo.
¿Ver desde lo alto esos valles del norte que tanto echo de menos? Decidido, nos vamos a Cabezón.
Los meses previos tenían una consigna. No falta a ninguna ruta a no ser que fuera estrictamente necesario. Y acumulamos kilómetros, ruta tras ruta. El último mes y medio no bajamos de los 100 km cada sábado y, como colofón final, en el puente de mayo la triple etapa de la TransCAM5 acarreando alforjas, tiendas y sacos de dormir por toda la Sierra Norte de Madrid, bajo lluvia, granizo y nieve. Estábamos más que preparados mentalmente para el reto.
La semana previa
Una vez confirmada la logística del viaje con el gran grupo humano que se iba a desplazar a Cabezón, comienzan los preparativos. ¿Cambio la cadena? ¿Este pedal está bien ajustado o parece que traquetea? ¿Aguantarán estas pastillas de freno o pongo unas nuevas? Los miedos a quedarme tirado a mitad del Soplao crecen según avanzan los días. Me da más miedo esto que no acabarla físicamente. Aunque fuera andando, estaba seguro de que todos íbamos a terminarlo.
Tras revisar toda la mecánica, le toca a la ropa. ¿Dos mochilas enteras para 1 día? ¿Estoy loco o me quedaré justo? Por suerte, el tiempo nos dio tregua. Los malos pronósticos de la semana previa se disipan y para el día de la marcha vaticinan un día despejado, con posibles lluvias matinales. Perfecto para ir de corto. Todo se nos pone de cara.
¡Nos vamos de viaje!
El viernes por la mañana salimos hacia Cabezón los primeros valientes, en la maxifurgoneta que reservó Nikolay y el coche de David 6D2. ¡Nos vamos!
Un Bluetooth que nos derrotó, walkie-talkies con #LauriConsejosDelDía y comentarios sobre no sé qué copa para determinados días al mes y su utilidad en la sección femenina del grupo resumen las 4h de viaje. Se nota el buen rollo en el ambiente; como todos los sábados va a haber ruta y eso siempre nos pone de buen humor.
Llegamos a Cabezón de la Sal para recoger los dorsales del grupo y de ahí a la casa, todavía quedaba mucha preparación por delante. Ajustes de última hora, engrasados de cadena y organizar las bicis en la furgo para el día siguiente, mientras esperamos al resto de compañeros del pedal con los que rodaremos en El Infierno Cántabro.
Y llegó el día
A las 5 suena el despertador, aunque no ha sido una noche para dormir mucho. A los nervios por la ruta se suma la animación incansable durante la madrugada a los participantes de la ultramaratón debajo de nuestras ventanas. ¡Esta gente sí que es dura!
Los más dependientes del café necesitamos nuestra dosis matutina para ponernos en marcha mientras Novoa activa el despertador cántabro (¡Novoa dale al cencerro!) y pone en pie a toda la casa. Sonrisas nerviosas. Hoy es el día. Varios meses de preparación para poder llegar a este día con la garantía de terminar. ¿Estaremos a la altura?
Arrancamos hacia Cabezón de la Sal sobre las 6:30 y aparcamos a la entrada del pueblo. Aprovechamos a comer algo mientras descargamos las bicis de la furgoneta y nos dirigimos a la ya enorme cola de espera para cruzar la meta. Impresionante la cantidad de ciclistas que teníamos por delante (¡y los que todavía quedaba que llegaran!). Ahora sí, es el momento de desayunar las Nikobarritas líquidas mientras esperamos a que llegue la hora de la salida. Vídeos y fotos, nervios y la visita de Agustín Malavé para darnos ánimos (¡gracias Agustín!). Esto parece una ruta más de EnBiciPorMadrid.
A lo lejos, empieza a elevarse un rumor cada vez más alto y, de fondo, comienza a sonar el Thunderstruck de ACDC. Ya no hay marcha atrás. Consigo hacerme un hueco y comienzo a avanzar andando hasta casi llegar a la meta donde me encuentro con Agustín y Felipe que nos habían cogido la delantera. Un cruce de sonrisas con Felipe, un “habrá que montarse ya” y cruzamos rodando la meta mientras cientos de personas nos aplauden y nos animan.
Esto va a ser algo incansable durante la marcha. En cada arcén, en cada rampa, en cada pueblo, ánimos incansables de los lugareños que renuevan los ánimos, que hacen que saques una sonrisa y les respondas con un gracias y un esto ya está hecho. Sonrisas de quien sabe lo importante que es esta marcha para la región. A todos, ¡gracias!
Saliendo de Cabezón nos agrupamos hasta que nos encontramos el primer tapón. Pie a tierra y paciencia, aunque enseguida conseguimos montarnos de nuevo y seguir rondando. Buenas pendientes iniciales para calentar piernas donde se comienza a estirar el pelotón.
Tras una serie de subidas llega la primera bajada, en la que se nota que hay muchísima gente bajando a la vez y que hace que tenga que extremar la precaución. Veo a un participante doliéndose en un lado de la pista tras una caída, algo que me confirmó nuestra compañera Auxi cuando nos encontramos unos kilómetros más adelante ya que precisamente ella había participado en esa caída múltiple: le hicieron un sándwich entre dos que acabó con los tres en el suelo. Esta imagen me rondará en toda la ruta y seguramente habrá penalizado mis bajadas ya que no arriesgué ni lo más mínimo por miedo a sufrir una caída que me impidiera terminar. Estábamos aquí para disfrutar y terminar, a poder ser enteros.
Unos kilómetros más rodando con Auxi y subimos a las cuevas de El Soplao, donde nos encontramos con parte del grupo en el avituallamiento. Tras un par de plátanos y un botellín de bebida energética empezamos a bajar por una pista de tierra roja que no levantaba polvo gracias a la fina lluvia mañanera y que me llamó la atención por ese color tan vivo, más propio de una pista por el desierto que de una montaña cántabra.
Tras las cuevas, llega monte Aa con una variante inicial que añade una subida de un par de kilómetros con un desnivel brutal. Aquí toca echar pie a tierra, somos demasiados ciclistas juntos y la pendiente tira abajo a los menos habilidosos, obligando al resto a bajarnos. Un poco de empujabike y llegamos arriba, donde comenzamos a subir ahora sí por las pistas de monte Aa. Para mí, seguramente sea la subida más dura de toda la marcha. En una de sus curvas, está la famosa señora de las gominolas, animando a cada uno de nosotros y ofreciendo tanto gominolas como agua. No hay palabras para agradecer tantos ánimos a lo largo de la carrera.
Una nueva bajada hasta Ruente, donde se concentra uno de los puntos de más animación del recorrido y unos kilómetros más o menos llanos hasta el avituallamiento antes de subir El Moral, donde nos encontramos Auxi, Niko y Jarein. Salimos separados para no retrasarnos y comienza la subida, no excesivamente dura, pero sus 12 km se me hacen largos. Lo único en mente durante esta subida es saber que después de El Moral está el primer corte y que vamos muy bien de tiempo.
Tras el corte, llegamos al avituallamiento de Bárcena Mayor y nos encontramos con unos cuantos más compañeros. Fernando estaba arreglando el cambio trasero de Pablo que llevaba bastantes kilómetros dándole guerra, pero nada que no pudiese arreglar el mago mecánico. Aprovechamos el resto para comer algo, charlar un poco, preguntar por los compañeros que teníamos atrás y, tras reponer fuerzas, empezamos la subida de Fuentes juntos, haciendo bromas por el camino que hicieron que los 16 km de subida no se hicieran demasiado duros.
Al llegar arriba, había que descansar el cuerpo unos minutos. Niko sacó un tupper de Nikobarritas y aprovechamos a comer una buena ración para poder afrontar Ozcava antes de llegar a la casa sin que tuviéramos que parar en ningún avituallamiento para no perder mucho tiempo antes del segundo corte, aunque íbamos muy bien.
Fuimos saliendo poco a poco cuando cada uno lo necesitó, ya con una despedida que indicaba que a partir de ese momento no parecía que fuera a haber más momentos para compartir la ruta “nos vemos en casa… ¡o en Cabezón!”.
Este tramo, desde el Alto de la Cruz de Fuentes hasta la casa fue para mí el segundo más duro de la ruta, no por lo físico, sino por lo mental. Pensar que la casa estaba a menos de 20 km y ver que cada vez se subía más por pistas tendidas, estaba afectando demasiado a la moral. Aprovecho este momento a poner en el MP3 que llevaba una buena ración de música cañera, me bajo de la bici, saco un par de fotos al paisaje y, tras organizar las ideas, continúo hasta la casa.
Al llegar, me encuentro el sorpresón, ¡Jarein y Niko comiendo macarrones! No os los comáis todos… ¡que yo también me apunto a meterle mano al tupper! Me siento relajadamente a comer, me cambio de ropa que ya empezaba a hacer bastante fresco en las bajadas… y en marcha.
Ya sólo quedan 40 km. Correpoco y para terminar El Negreo. Por él estamos aquí, para conquistarlo sin bajarnos de la bici, tirando de molinillo como nos enseña Laura.
Bajada rápida hasta Correpoco, un senderito para llegar a la base del Negreo y llega el primer rampón. Gente a ambos lados animando, incluso hay quién se arrima a empujar para echar una mano. “No, no, que subo de sobra, ¡gracias!” y para arriba. Avituallamiento caliente y a continuar.
Observo El Negreo y es tal y como me lo han contado y he visto en vídeos. Un auténtico monstruo que sabe dónde te duele después de 140 km y lo aprovecha, haciendo que sus primeros 2 kilómetros sean los que más pendiente tienen de toda la marcha. Comienzo a subir y me voy dando cuenta de que esto no va a ser un paseo, que hay que tirar de piernas, riñones y hasta de dientes si hace falta morder el manillar. Las rampas van pasando, una tras otra, incrementando el desnivel poco a poco, hasta que llega un último par de rampas con un desnivel brutal en el que veo desde lejos cómo la gente desmonta sin ni siquiera intentarlo.
Pero yo no, nosotros no, nosotros no hemos llegado aquí para no intentarlo. No nos vamos a rendir. No vamos a aceptar el tener que bajarnos sin intentarlo. Y lo intentamos, y lo conseguimos. Y al subir dejamos atrás andarines. A monturas mucho más caras. Y una sonrisa comienza a asomar. Estamos aquí, arriba, viendo atardecer desde la cima del Negreo, desde donde ya no queda nada para terminar. Y decides que es el momento de sacar una foto en la que se vea la belleza del Norte, de mis montañas verdes todo el año, de este atardecer desde donde se puede ver el mar. Y continúas sabiendo que has terminado el reto, que llegarás de noche, pero que llegarás.
Comienza la bajada, rápida, con ganas de llegar a Cabezón. Anochece por el camino y ves mucha gente sin luces. ¡Insensatos! Rebaños de vacas que quieren ser las primeras en recibirnos y salen a nuestro encuentro para animarnos en estos últimos kilómetros. ¡Margarita aparta que no llego!
Y tras unos últimos kilómetros por carretera llego a Cabezón, donde todavía una gran cantidad de gente está concentrada a los lados de la zona de llegada, animando sin parar. Rememoro la ruta en estos últimos metros y cruzo la meta sabiendo que el año que viene volveré, que estos paisajes merecen ser vistos de nuevo.
Finalmente, nos encontramos de nuevo en el polideportivo donde recogimos los dorsales y, rodeados de unas cervezas y unos tupper de pasta, nos ponemos al día de cómo ha ido la ruta, sonriendo porque lo hemos conseguido, esperando hasta que llegan los compañeros que faltan para recibirles como si hubieran sido los primeros. Porque no importa el tiempo, sino que hemos terminado.
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Mi primer Soplao
Con este título podría parecer que voy a escribir una crónica concreta y concisa de todo lo que ha ocurrido en la prueba a la que este año me he enfrentado por primera vez, pero solamente pretendo plasmar lo que he sentido antes, durante y después de dicha prueba, cuál ha sido mi experiencia y él porque estoy convencido cada día más de que, si no hay contratiempo que me lo impida, el año que viene volveré a sentir como se me acelera el pulso y se eriza el vello cuando a las ocho en punto de la mañana del día de la prueba comience a sonar el Thunderstruck de los AC/DC que año tras año da comienzo a la prueba.
Hace ya tres años que a un grupo dentro de los compañeros embiciados, con los que procuro salir todos los sábados que puedo a dar pedales, se les ocurrió la feliz idea (¡¡¡que locura!!!) que la prueba cicloturista conocida como “los 10.000 del Soplao” era algo realizable para gente como ellos, personas que no se dedican a competir normalmente, pero que a base de salir de ruta todos los findes que podían estaban adquiriendo cierto nivel sobre la bici. Aquella época la recuerdo como la de los grandes retos, la de unir Madrid con las capitales de provincia cercanas (y no tan cercanas) la de acumular una doble Morcuera en una ruta o combinarla con un Reventón….. y supongo que embebidos por ese espíritu creyeron que merecía la pena intentarlo. Y así lo hicieron. Y a su vuelta contaron las maravillas de ese “infierno cántabro” de cómo la propia dureza de la prueba les había levado a superar sus límites y a sufrirlo y disfrutarlo por partes iguales.
Disfrutamos leyendo sus crónicas y pensé que había sido una experiencia bonita pero fuera totalmente de mi alcance: debido a mi condición física, mi peso y mi envergadura mi terreno natural es el llano, donde puedo desarrollar mi potencial mucho mejor, ya que cuando llega el desnivel positivo me cuesta mucho más que a otros subir ese exceso de peso y altura a los puertos donde otros llegan con menos dificultad.
Este tercer año, después de hacer muchas más rutas y el camino de Santiago con el grupo y sentir que, como hemos comprobado muchas veces, en familia y todos juntos no hay ruta ni reto que se nos resista, me decidí a entrar dentro del chat donde esta “panda de locos” van hablando sobre los preparativos de la prueba y por lo menos estar al tanto de lo que iban diciendo, pero con poca idea de materializar una inscripción para ella: las rutas más duras que he llegado a hacer tenían como mucho la mitad del desnivel y kilómetros que el Soplao y eran días en los que acababa extenuado y necesitaba el día siguiente entero tirado en el sofá para poder recuperarme.
Cercano a final de año se empezó a hablar de las inscripciones, de que si se hacían antes del 1 de enero tenían una rebaja en el precio y después de haber visto que en la prueba existía la posibilidad de hacer distintas versiones acortando los Km. y el desnivel pensé: “la versión más corta es como una ruta de las duras nuestras y aunque acabe fatal podría llegar a intentarlo. En el peor de los casos hay escapatorias para volver a la meta sin complicaciones….. ¿porque no intentarlo?”. Creo que en ese momento empecé a darme cuenta de que no era tan descabellada la idea y que si lo era, no me importaría intentarlo siempre y cuando fuera con mis “embiciados”, pues de aquella ya eran muchos los que habían exhibido flamantes sus dorsales ya adquiridos al apuntarse y a su lado por lo menos sería divertido.
Dicho y hecho. Abro la página del Soplao, relleno los datos, pago la inscripción y al momento….dorsal: 2220. Texto elegido para el dorsal: #GraciasCapi. (Esto era importantísimo). Él fue el primero que creyó en nosotros, el primero que creyó en mí, en que juntos éramos capaces de cualquier cosa que nos propusiéramos (estoy casi seguro que si no llega a ser porque Dios necesitaba organizar rutas MTB en el cielo y se llevó al mejor, este año hubiera estado acompañándonos en persona, pues su espíritu no nos abandona nunca).
Ya no hay vuelta atrás. La euforia de todos mis compañeros que decidieron aprovechar la oferta en esos días y de los que ya estaban apuntados comentando su alegría en el chat me hace pensar que he hecho bien, que pase lo que pase en la prueba voy a disfrutarlo, me lo voy a pasar genial en su compañía.
Ahora viene la parte dura. Toda esa euforia tiene que ayudarme a dar pedales cada vez más fuerte, cada vez mas alto, no puedo presentarme en la línea de salida sin haber hecho todo lo posible por intentar no descolgarme del grupo, por estar lo más cerca de mis compañeros. Según los comentarios de los que ya llevan un par de Soplaos, esto puede ser parecido a una ruta de las nuestras, pero con una diferencia: aquí hay una serie de cortes por tiempo que tenemos que pasar y, si bien intentaremos ir lo mas juntos posibles, no vale ir todos al ritmo del más lento. Aquí cada uno tiene que aprovechar su terreno bueno para poder compensar el tiempo que pueda perder en las zonas que no le son propicias. Creo que en el último mes intentare apretar algo más para llegar en la mejor forma posible. Voy y vengo todos los días a trabajar en bici y alguna tarde hago una escapadita para hacer algún kilómetro más. Acudo a todas las rutas que puedo para que mi estado sea el más idóneo….pero el último mes antes del soplao todo se tuerce. Comienzo a viajar por trabajo todas las semanas, así que el coger la bici a diario se acaba y el salir los sábados se complica. El poco tiempo del que podría disponer en Semana Santa para entrenar he de dedicarlo a viajar para cuidar de mi hermana enferma (cuando la familia lo requiere hay que estar ahí...) y así llega el momento de partir hacia tierras cántabras con un bagaje pésimo en mi entrenamiento: Podría plantearme el no hacerlo, no ir a hacer el ridículo, pero como los resultados competitivos me importan poco y no sé qué pasará en los años venideros, por si acaso, este año voy, conozco la zona, el ambiente y si tengo que hacer una retirada deshonrosa, por lo menos me valdrá de experiencia y conocimiento para años venideros.
Nos hemos juntado trece personas este año para ir al Soplao (bonito numero) y decidimos que es mejor alquilar un furgón grande para llevar las bicis y así el sábado al salir hacia la prueba tener todo más controlado (es lo bueno de contar con la experiencia de gente repetidora), pues la maravillosa casa que hemos alquilado (una pasada de casa rural en un pueblecito de las montañas justo a pie de ruta de la prueba, antes del último puerto) no está muy cerca de la salida y necesitamos perder el mínimo tiempo posible esa mañana para coger buen sitio en la línea de salida. Yo no pensé que eso fuera tan importante hasta que al llegar vi la gente que teníamos delante y sobre todo los que salían por detrás después de haber estado una hora antes del ya mencionado Thunderstruck que marcaba la salida.
Algunos nos pedimos el día y decidimos marchar prontito el viernes después de cargar las bicis en el furgón y otros esperaron a salir de sus trabajos al mediodía para alcanzarnos por tierras cántabras. El primer turno salimos en dos vehículos, no sin antes pasarnos a recoger la bici de Agus y otro elemento importantísimo que nos haría mucho más ameno el viaje: una pareja de walkie-talkies. Creo que en mi vida he tenido una idea más acertada. El día anterior se los pedí a Agus para poder comunicarnos entre los dos coches y así ir avisando de las paradas y posibles repostajes sin necesidad de usar otra tecnología. Pues además de para eso, los walkies puestos en boca de los mejores comunicadores del equipo dieron un juego maravilloso a base de chistes, bromas y consejos pre-soplao que hicieron el viaje mucho más ameno. (en el viaje de vuelta se vería multiplicado el efecto por la incorporación a la charla de una de las personas que para la ida tuvo que salir en el segundo grupo)
Después de parar a comer cerca del destino, llegamos a Cabezón de la Sal, punto de partida y meta de la tan nombrada prueba y pude comprobar, como en diferentes momentos durante la prueba al día siguiente, el ambientazo y lo volcada que estaba la gente del lugar con todos los que decidimos ir a conocer su tierra de aquella manera. La entrega de dorsales fue una pasada con todos los chiquillos que estaban ayudando a hacerlo: Críos de entre diez y doce años que, ayudados de unos pocos adultos, se desenvolvían perfectamente para buscar tu nombre en la lista y hacerte entrega de dorsal y bolsa regalo, supongo que de una manera altruista. Espero que tuvieran un buen detalle con ellos al finalizar su labor, pero sus caras administrando la responsabilidad de darnos bien los dorsales ya mostraban lo felices que estaban.
Con los dorsales en nuestro poder y después de disfrutar un rato del ambiente del pueblo, decidimos ir hacia la casa, pues teníamos mucho que preparar para el día siguiente….nos quedaba recargar bien los depósitos de hidratos de carbono e ir pronto a descansar para encontrarnos en la mejor forma posible al día siguiente.
Ya en la casa y preparando todo llegaron el segundo grupo: abrazos, risas, bromas, nervios…..mucha pasta para cenar y pronto a la cama, que al día siguiente hay que estar lo más fresco posible. Ya en la cama repaso mental y nervios porque no se olvide nada mientras que Morfeo me acoge en su reino y me deja reposar sin saber aun lo poco que me iba a durar…..
Tres de la mañana y un perro (¿o será un lobo? me hace dudar su insistencia en aullar) no deja continuar mi descanso: “¿qué le pasará al pobre animal que no para? “. Al poco rato descubriría cual era la causa. La prueba del ultramaratón que se realizaba a pie durante la noche estaba a punto de pasar enfrente de la casa y la gente estaba llegando allí para animar a los participantes, pues era uno de los puntos donde más lejos podían llegar en coche para poder darles aliento. Al poco rato empiezan a pasar los participantes y la gente aplaude y anima con todas sus ganas sin pensar que muy cerca de donde están estamos otros participantes que necesitamos descansar a tan pocas horas del comienzo de nuestra prueba. Con el convencimiento de que tenía que buscar un método para dormir con ello me improviso unos tapones para los oídos con papel higiénico del baño (no se me ocurrió nada mejor) e intento descansar con el miedo a no oír el despertador a tiempo, cosa que no pasaría: puedo dormirme perfectamente si lo que voy a hacer al día siguiente no me ilusiona mucho pero, ¿si es para montar en bici con mis compañeros y encima en un paraje tan paradisiaco? no hay problema. Casi no dejo sonar el despertador.
Vamos, venga, ha llegado el día. La hora se aproxima y no se puede llegar tarde. La situación requiere de la máxima puntualidad para coger buen sitio y no salir muy tarde. Los tiempos que hagas en la prueba contaran a partir de cuándo pases por la línea de salida pero los tiempos de corte cuentan desde el momento de dar la salida, así que cuanto antes pases más posibilidades tienes de poder hacer la prueba entera…..la prueba entera, que locura, si no creo que llegue ni al primer corte, pero lo que está claro es que vamos a salir todos juntos y lo intentaré con todo mi empeño.
Siete de la mañana y estamos en la cola de salida con muchos ciclistas ya delante de nosotros (¿qué pasa, aquí no duerme nadie?) después de dejar los vehículos a unos cinco kilómetros del pueblo, justo donde se acabará el primer tramo corto de asfalto y giraremos hacia los caminos de tierra cántabros. Desayuno a base de pasta de avena y otras chucherías calóricas preparadas por los distintos integrantes del grupo entre risas, abrazos, fotos y nervios a la espera de escuchar la traca y la canción que marca el principio de la prueba. Intento recordar recorrido, consejos y demás cosas que pueden resultar importantes pero a estas alturas eso ya da igual. Lo más importante es salir y disfrutarlo. A eso hemos venido, no importa nada más. Si así lo pudiera conseguir sería el mejor Soplao que pueda hacer, independientemente del resultado deportivo final.
Minutos antes de la hora e intentando no darle vueltas a la cabeza me acuerdo de los que no están, en especial de mi madre y de nuestro querido Capi, sin el cual no me encontraría en esta situación: mirada al cielo, sonrisa y ojos vidriosos. Pido que me ayuden, que velen por mí para que no me pase nada, que me apoyen para que en ningún momento me falte la ilusión de seguir intentándolo aunque las fuerzas físicas me abandonen. Momento especial. Y justo después…..BOUMMM!!! traca de petardos y primeros acordes de la conocida canción que da lugar a la salida. Pulsaciones a tope y a empezar a rodar. Pasamos la línea de salida casi ya desperdigados entre tanta gente a ritmo del Thunderstruck que hace que suban un poquito más las pulsaciones y rápidamente recuerdo el consejo de un gran amigo: “hay que controlar, esto es una prueba de fondo. No se pueden quemar energías ni cartuchos de más que vamos a necesitar mucho mas adelante.” Intentando controlarme pasan rápidamente los primeros cinco kilómetros que hicimos al revés para llegar al pueblo y entramos en camino de tierra. Primeros atascos en las zonas donde se estrecha el camino, primeras rampas cortas pero demoledoras en las que hay que ir dosificando bien, y a partir de aquí es todo un devenir de paisajes alucinantes, gente entregada al borde de la carretera para animarnos a todos, miles de sensaciones mezcladas con paisajes, subidas de infarto, bajadas de mas infarto sin descanso para llegar a pasar los cortes……El día fue trascurriendo entre todas estas cosas y mi perplejidad al comprobar que por dura que fuera la ruta, entre los que estaban a mi lado, los que animaban desde la cuneta y los que empujaban desde arriba (#GraciasCapi) fui cumpliendo con las etapas para llegar a los cortes y después de necesitar de diez horas y pico más que el primero que llego a meta, allí estaba yo, poco antes de que llegara el coche de cierre empujando, cruzando esa ansiada meta con una versión “oro” del Soplao en mis piernas, siendo el ultimo del grupo nuestro que lo conseguía y con una felicidad en el cuerpo que no me dejaba sentir el cansancio acumulado en el cuerpo.
Dieciséis horas y media después de pasar por la línea de salida volvía a cruzarla, esta vez como meta, henchido de felicidad, y recibiendo con alegría los abrazos y enhorabuenas de los compañeros que estaban esperando (algunos horas) en la meta para demostrarme el cariño que nos une y que en familia podemos conseguir lo que nos propongamos. Los 164 kilómetros y 5005 metros de desnivel acumulado que marcaba mi GPS en ese momento son solamente los datos que corroboran tal afirmación.
Creo que después de todo lo que os he contado no es necesario explicar porque quiero y espero poder estar al año que viene rodeado de los que me quieren (los que este año pudieron y muchos otros más), con los vellos de punta y el corazón acelerado unos minutos antes, esperando oír los primeros compases de esa canción que cada vez que oímos cualquiera de los que hemos estado en esa línea de salida nos trae tan buenos recuerdos.
Mis agradecimientos a todos y cada uno de los que allí estuvo conmigo (Isra, Pablo, Jarein, Niko, Fernando, Gerardo, Laura, Nicolás, Felipe, Auxi, José Luis) y en especial a Agustín, que sacrifico su propio disfrute y la posibilidad de hacer un mejor tiempo por cuidar de los que nos quedamos más rezagados. Espero que el año que viene estemos todos allí otra vez y consigamos llevar a otros muchos embiciados más a que disfruten de tan bonito evento.
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Once upon a time … una furgoneta llena de bicis!
Cuando Fernando se pone “manos a la obra”.
Pues sí, os estaréis preguntando cómo un “paquete” acaba participando en una de las marchas más apreciadas en el mundo MTB. Eso es un cruce de: amigos (nosotros lo llamamos FAMILIA), montañas que piden a gritos ser recorridas, paisajes que quitan todo tipo de cansancio (eso lo tiene que recetar los médicos, no solamente pastillas) y un amor incondicional hacía la bicicleta. Pero sobre todo los momentos anteriores y posteriores de la marcha. La ida en coche, la cena ante del día “D”, la de después, sentir el ánimo de la gente, de todos los pueblos por donde pasas. Todo esto te hace repetir y repetir año tras año, y de repente te vez con tres soplaos detrás. Y antes miraba con los ojos bien abiertos los videos sobre el “infierno cántabro”, ahora lo vivo en primera persona, me empapo de vivencias únicas.
Entre vacas y muchos ciclistas en las primeras subidas
Ay que se pongo sensiblon! Jejejej…Para la marcha de este año resulta que se apunta más familia, empezamos el primer año 6 o 7 y ahora vamos el doble, esto no para de crecer al final vamos a hacer un “En bici por Cantabria”! La casa se nos está que dando pequeña, y mira que es un caserío enorme.
Subiendo con las sonrisas de oreja a oreja
Como ya decía me encantan estos previos de la marcha, la cena sobre todo, todos juntos alrededor de la mesa, no faltan las risas y bromas, los platos de pasta como os podéis imaginar vuelan con una velocidad tremenda. Eso sí, hay que acostarse pronto, éste año hemos preparado el desayuno y nos lo comeremos en la propia salida, tenemos que estar antes, pues se forman tapones en los primeros kilómetros. Nos sobra desayuno, y tenemos que tirarlo, se me parte el corazón pero no podemos llevarlo con nosotros (voy sin mochila), pero Fernando se lleva un tupper que más tarde le vamos a hincar el diente. Éste año participan también Auxi (la Flamenca, olé!), Pablo (el Rey, no otro), JL Novoa (risas garantizadas, una enciclopedia vamos), David Seisdedos (el más bajito en el grupo!), Gerardo(el nuevo Patxi ), Nicolás Bueno (sí si, el bueno) y último pero no por importancia Felipe (ese chico tiene un corazón enorme, casi tan grande como su sonrisa) aparte de los ya habituales Fernando (El Patxi adoptivo), Isra (el Thunder), Agustín (paquete como yo, pero éste es EXPRESS), Laurita (el MOLINILLO), Jarein (El Patxi ) y yo.
Auxi, la revelación del año!
Durante la marcha en sí, nos fuimos separando poco a poco entre los más de 4 000 participantes, encontrándonos unos a otros en los avituallamientos. Pues cada uno lleva su ritmo. No voy a olvidar ese momento cuando nos juntamos la mitad de la familia subiendo uno de los grandes puertos, la Flamenca por delante del grupo, llevándonos, marcando ritmo, abriendo camino entre las multitudes de ciclistas. ¡Qué mujer! ¡Qué sonrisa! Hablaba con los demás ciclistas, les ofrecía su bici porque iba sola, yo alucinando, e intentando no perderla de vista. Y pasan los puertos seguidos de bajadas, todos los caminos amplios algunos con un poquito más de dificultad técnica que otros, la gente animándote. Y de repente te das cuenta que se acaba, el día está a punto de irse y con él esa experiencia tan bonita! Es lo de menos acabar la larga, media o corta. ¡Pasar un fin de semana cargado con tantas emociones no tiene precio!
La entrada en meta siempre es un momento muy emocionante
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La rueda de la fortuna
Lo que más me gusta de montar en bicicleta es ese estado en el que entras en el que vas en una conversación constante contigo mismo, me parece super interesante esa concentración plena en uno mismo que se provoca cuando sales a pedalear, imagino que en otros deportes será parecido. Y hay una lista, más larga de lo que parece, de “asuntos internos” a los que atender y es muy curioso como la cabeza salta de uno a otro sin un orden aparente. Me lo imagino como un concurso tipo la rueda de la fortuna en el que cada opción es uno de estos asuntos, tiras la ruleta y sale que debes ocuparte de beber agua, vuelves a tirarla y sale que tienes que acordarte de pedalear un rato de pié para no cargar demasiado los músculos, y así, a cada vuelta vas atendiendo-te lo mejor posible, revisando si todo va bien o si llevas algún piloto encendido.
Confieso que ese estado de concentración puede ser muy estresante, a veces, sobre todo al principio de las salidas, quieres atender varias cosas al mismo tiempo, la ruleta da vueltas sin parar en ninguna casilla y no sabes muy bien a qué hacerle caso, suele pasar que al poco tiempo de estar pedaleando, las cosas se colocan en su sitio y el mecanismo de la ruleta vuelve a funcionar como debe, también pasa que después de unas horas el mecanismo se ralentiza, no pasa nada por hacer una tirada de la ruleta cada 15 o 20 minutos y entre una y otra, solo disfrutar de lo que tienes alrededor. Cuando esas horas se convierten en muchas horas, aparece la figura del piloto automático, es como si te desdoblaras en dos y mientras uno está relajado y disfrutando del paisaje, el otro se ocupa de que no se te olvide comer.
Lo bonito de salir en bicicleta con la gente adecuada, es que esta conversación, que en principio es interior, se comparte con los compañeros de ruta. De repente te encuentras haciendo tareas que no son para tí, avisando a los que van muy abrigados, que mejor quitarse ropa para no pasar demasiado calor, sacando esa tableta de chocolate para que a la gente no se le olvide comer, avisando de lo que viene ahora en el camino.
Una marcha tan larga y tan dura como El Soplao tiene mucho de conversación interior, muchos planes hechos durante bastante tiempo, algunos otros que quedaron por el camino, otros no se cumplieron, otros muchos planes quedaron en reserva para el día de la marcha. Y para mí, esto fueron los nervios previos al Soplao, más que nervios, las ganas de poner a prueba esos planes, las ganas de llegar a ese “territorio desconocido” que sería a partir de ciertos kilómetros y de cierto desnivel, ganas de saber qué pasa a partir de entonces, se acaba la batería o no ?. De esto tiene mucho el Soplao, muchos kilómetros y sobre todo mucho desnivel, para los que les gusten los números, mi máximo desnivel hecho hasta entonces eran 2300 metros positivos en un día en el que no subimos ningún puerto de montaña, ese mítico día camino de Patones en el que el Capi nos timó pero bien con el desnivel total de la ruta, acabé literalmente reventado pero el Capi cumplió lo que pretendía que era que la gente se atreviese, “si llego a poner el desnivel real no viene nadie”, desde ese día me atrevo con todos los retos.
Cuando recordaba ese día y calculaba que el Soplao es más del doble de ese desnivel, me temblaba todo. Los días previos me hice bastante “amigo” de la opción plata del Soplao, me parecía más que suficiente para mi primer año.
Mi plan era, pasar el mejor fin de semana posible, salir de viaje con mis amigos a Cantabria, el sábado por la mañana me montaré en la bici cuando suene el Thunderstruck de AC/DC, y me bajaré cuando ya no quiera más, o cuando ya no pueda más, la opción que llegue primero de las dos y esa era mi mayor incógnita, que se acaba primero, las ganas o las fuerzas ?.
Muchas veces, intentando medir mis capacidades, al terminar una ruta me preguntaba si “sería capaz de hacer todo esto de nuevo ?”, intentado buscar referencias de algo parecido al Soplao ... a veces la respuesta era claramente que no, otras veces tenía dudas, pero la respuesta nunca fué un rotundo sí, porque realmente es una cosa que no se pueden medir, si, ahí están los números, pero tienes que enfrentarte a ella para saber si te ganará o no.
Tengo un amigo que preparaba su primer UltraMan hace unos meses, tenía mucha curiosidad por saber cómo se entrenan distancias tan largas, en su caso, ¿cómo entrenas para nadar 10Km sin parar?, la respuesta fué algo así como que nunca entrenas la distancia completa, lo que haces es acumular en el cuerpo esa distancia en cada entrenamiento, pero no vas a saber si el entrenamiento ha sido suficiente hasta que estés allí.
Mentalmente, tenía dividido el Soplao en 4 etapas, la salida con todos los puertos cortos, el primer puerto largo, el segundo puerto largo y por último el “territorio desconocido” que incluía el temido Negreo.
En la primera parte de puertos cortos no me encontraba nada bien, notaba que no iba a mi ritmo, el pulso iba disparado, no iba cómodo, algún amago de tirón, pánico en las bajadas … subiendo el Monte Aaa tuve mi momento de bajón, calculaba todo lo que quedaba por hacer y me parecía inmenso, calculaba las horas que quedaban y me parecían demasiadas ... pero sobre todo, me quedé solo, sabía que llevaba a Agus por delante y lo veía inalcanzable y que detrás mío estaban Isra, David y Novoa, en ese momento pensé que si hacía esto entero, no quería que fuera sólo, necesito a mis compañeros para hacer esto, no voy a poder hacer esto sólo.
Más adelante, en un cruce encontré a Agus y a Laura parados y literalmente les “robé” un abrazo a cada uno, y así de fácil se terminó mi momento de bajón, y este queridos niños, es el efecto que tienen los abrazos. También me dí cuenta que Agus había venido a hacer de “cierre” y lo hizo tan bien ...
Todos los que ya conocen el Soplao coinciden en que el primer puerto largo es el que te pone en tu sitio, es el que te dice si vas bien o no, hay mucha gente que abandona aquí.
Cuando yo terminé este primer puerto largo, sabía que me encontraba bien, me gusta mucho subir puertos y el Moral me sentó muy bien, a veces en las rutas hemos bromeado sobre lo que cuesta arrancar la maquinaria, yo digo que necesito 1000 metros de desnivel para calentar y creo que de tanto decirlo se está volviendo verdad ... cuando terminé el Moral y me pregunté si podría volver a subir otro igual, me respondí algo así como “ahora ya he calentado, podría subir otros 2 como este”.
Me habían avisado que el segundo puerto largo, el de Fuentes, tenía trampa porque era suave al principio, eso hacía que te confiaras y se ponía más complicado al final para quitarte toda esa confianza y machacarte un poco. Cuando lo terminé, me dije “dónde estaba esa parte más complicada que no la he notado ?”, así de bien me encontraba, así de bien me sientan las subidas largas, cuando volví a preguntarme si podría subir otro puerto igual que este, volví a responderme que “sí, que traigan el siguiente”.
Y el siguiente puerto era Ozcaba, no tan largo como los anteriores, pero con el acumulado que llevas a estas alturas se puede hacer muy duro, de hecho ví a mucha gente subirlo andando, más que subirlo, sufrirlo. Y de nuevo me sorprendo por lo bien que me encuentro, tan bien que me adelanta un desconocido y abro un poco más de gas para ver si puedo seguirlo, y vaya si pude, subimos adelantándonos el uno al otro hasta coronar en un divertido pique.
Después de Ozcaba venía una bajada que se me hizo eterna, infinita, no se terminaba nunca … pasé todo el día sufriendo en las bajadas y disfrutando en las subidas, y esta bajada me hizo sufrir mucho, por suerte era la bajada que pasaba por la casa.
Allí coincidí con David, Laura y Agus, tuvimos noticias de los de delante, no estaban tan lejos como yo pensaba … intentamos que Isra no se retirara al pasar por la casa … no puedo dejar de pensar que si lo hubiéramos esperado igual lo convencemos de seguir, no puedo dejar de pensar que se quedó solo en su momento de bajón y que tendríamos que haber estado allí.
Salimos de la casa con los focos y la ropa de abrigo puestos, desde aquí y hasta el final nos pusimos en modo enbiciados, en modo grupo, si había que esperar se esperaba, si había que ayudar se ayudaba, pero desde aquí ya no se podía dejar a nadie solo.
A estas alturas ya estábamos en territorio enbiciado, y es que estamos tan acostumbrados a pedalear durante horas y horas, de pedalear de sol a sol que el paso de las horas, claro que se nota, pero nunca fué la mayor dificultad.
Y pasamos el segundo corte, y nos atrancamos muchísimo con un pinchazo subiendo el Negreo, como si nunca hubiéramos arreglado alguno, y nos retorcimos de lo lindo en las rampas de hormigón rallado, pero las subimos montados sobre la bici y de nuevo probé si seguía teniendo gas en la zona de piedras del Negreo y había, cada vez menos, pero había gasolina todavía, David esperándome en la última bajada, Laura esperandonos en el último cruce, fuimos el furgón de cola.
En la llegada muchos abrazos que sentaron muy bien, una coca cola que me bebí como si fuera un chupito y la reunión con todos los compañeros … en la salida me dijeron “tengo mucha confianza en tí Sagan”, cuando nos volvimos a ver le contesté “lo hice, lo hice !!!”.
Gracias chicos porque sin vosotros no lo hubiera podido hacer, yo soy el que da pedales, pero si os veo por ahí alrededor sé que todo va bien, y necesito saber que todo va bien para no venirme abajo.
Gracias Capi por engañarme el día de Patones.
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El Soplao Enbiciao …
… que si el soplao por aquí… el soplao por allá, …. de verdad, que es una prueba dura… pero es alcanzable para cualquiera que salga con cierta frecuencia… conviene prepararse un poco antes de ir… los paisajes son espectaculares… el ambiente muy bueno… merece la pena… alguna vez tienes que ir… sobre todo, hay que disfrutarlo…
Costaba creerlo, pero sí… ha caído, ha caído el soplao 2017, y todo me da… que no será el último… Varios de los enbiciados llevaban tres años contándonos historias del soplao… tres años enviando fotos cada mes de mayo… tres años publicando en facebook la hazaña de marcarse 163 km y más de 4600 m de desnivel acumulado…
Pensado fríamente, dices… qué necesidad tienes de meterte esa paliza… ??? Como bien decía Isra en el coche camino de Cantabria… “un punto de enajenación hay que tener para apuntarse al soplao…” … los demás nos reímos e inevitablemente asentimos aprobando esta afirmación… Este año la idea ya me rondaba la cabeza, si el castigo era tanto como parecía, ¿por qué repite la gente???, pues por algo será... Se apuntaban muchos de los compañeros, y pensé lo mismo que cuando hice el camino “este año hay que ir”, y fui, y me alegro, y mucho MUCHO ¡!!
Añadido a todo esto, a principio de 2016 tuve que hacer un viaje por trabajo a Cantabria… nunca había estado y no me pasó desapercibida la belleza que tiene…, salta a la vista, es diferente a todo y tan bonita ¡… Además, durante ese viaje, una vez allí, veía bicis por todos los lados, saliendo de los caminos, en los cruces, saliendo de las casas, volviendo de dar un paseo… vamos, que para mí UNA SEÑAL MÁS… Regresé a casa ese mismo día, y dorsal al canto ¡, había vuelta atrás, sí, pero no, tenía claro que quería ver más y disfrutarlo.
Semanas antes de la prueba, durante una salida, decía algún compañero… “cuando vayamos al soplao, quedan dos semanas”… y yo pensaba para mí… pero… seré capaz??? … Claro que sí, yo y muchos como yo ¡
Allá que nos vamos, y arrancamos para Cantabria donde ya nos esperaba la avanzadilla que había salido por la mañana. Llegamos a las ocho y media de la tarde y teníamos la cena puesta ¡ qué lujo ¡!!... A pesar de los nervios, vamos prontito para cama… lo del sábado parece que va a ser duro.
Nos echamos a dormir, a las tres y media de la mañana comenzamos a oír aplausos, y el jaleo propio de un grupo de vecinos animando a los participantes de la ultramaratón… Nuestra casa estaba en el mismo recorrido de la prueba. Apenas conseguí dormir dos horas más. Por la mañana no sentía ni pizca de sueño, hacía fresco o más bien frío y allá que nos enfundamos la ropa de la bici, a los coches y camino a Cabezón de la Sal ¡
La experiencia es un grado, y mucho… Sin dudarlo los “repetidores” nos recomiendan estar UNA HORA antes cerca de la salida para no tardar demasiado tiempo en cruzar la línea de SALIDA. Nos llevamos el desayuno y casi montamos un “picnic” en toda regla… Sin lugar a dudas muy buena idea¡
No sé cuánta gente había allí, pero eran las siete de la mañana, sólo se veían cascos y bicis en la calle y ni un solo hueco de asfalto, mirases hacia donde mirases. Eso sí, recibimos la amable visita del enbiciado Agustín Malavé, que tuvo el detallazo de venir a animarnos ¡!!
Efectivamente, cuando comienza el “thunderstruck”, la masa de ciclistas se empieza a mover y no tardamos ni 4 minutos en cruzar la salida y marcar el punto de control inicial. Parecía que estaba todo el pueblo en la calle ¡, animando sin cesar , llamaba mucho la atención y se agradece infinitamente ¡ con qué ahínco ¡
Me cuentan mis compañeros que lo más complicado son los primeros kilómetros, por lo que recomiendan disfrutar del pueblo y de la gente y a partir de ahí avanzar ligero porque seguro se producirán embotellamientos y aglomeraciones. Así fue, una gran concentración de ciclistas en donde muchas veces ha habido que parar…
Entre tanto ciclista lo más fácil es perderse, salimos al ritmo de cada uno y después… ya nos encontraremos, nos llamamos… ya veremos.
Así que tiro hacia adelante, asombrado por el ánimo y expectación mostrado por un público TAN entregado ¡. No sé si eran los nervios o qué, pero me sentía más fuerte que nunca… a lo que me digo a mí mismo… Pablo, frena… que quedan muchos km por delante… y muchas pendientes ¡… No llevo a ningún compañero cerca y pienso que han pasado delante de mí. No me preocupa, sé que antes o después nos veremos.
Subida a las cuevas del Soplao… hasta se agradece ese tramo de asfalto después de calentar por los caminos y fuertes pendientes iniciales. Agustín Malavé que está de espectador, me saluda nuevamente y me confirma que no ha pasado nadie de los demás compañeros??? … no me encaja, últimamente no suelo ser de los que marcan ritmo delante, y menos aquí…
Primer punto de avituallamiento y me veo solo “repostando”, dos plátanos, bebida y a seguir… No sé qué impone más, las subidas o las bajadas ¡ infernales, realmente hay que tener mucha precaución porque parece realmente fácil sufrir una caída… Segundo punto de avituallamiento, 3h 50 min rodando, 74 km y ya le entro al bocadillo de jamón… Sigo sin saber nada de los demás, y como no hay cobertura de móvil no puedo contactar…
La espectacularidad de los paisajes aumenta de manera directamente proporcional a la distancia recorrida, qué belleza ¡ no hay palabras…
Ignorante de mí, voluntariamente no me estudio el track. Prefiero vivir en la ignorancia y no saber cómo es el trayecto, lo que tenga que venir que venga ¡… como suele decirse “ojos que no ven.. corazón que no siente…”. Después del segundo avituallamiento comienza una subida que parece tendida y larga, muy larga. Nada más comenzar me quedo sin poder utilizar un piñón… y después otro… y así hasta tres de los centrales… Me contrarío mucho, y empiezo a pensar que debía de haber sustituido cadena y piñonería en lugar de sólo cadena. Pero ya estoy ahí y no puedo hacer nada (por lo menos de momento)… Noto que me agoto más de lo que corresponde, a causa de esto o voy muy forzado, o muy revolucionado… esto me enfada y la cabeza empieza a poder conmigo… Paro para descansar, y una mano se apoya sobre mi hombro, “estás bien?... pensábamos que ibas detrás, tienes a Fernando muy preocupado ¡!!”… era Nicolás ¡ … le digo que estoy bien, pero que estoy teniendo problemas mecánicos… ahí que seguimos subiendo… finalmente resultó ser la subida del Moral, famosa por su dureza… aunque claro, de eso me enteré al llegar arriba y preguntar… Ahí continuamos del orden de 30 km más, yo con mis problemillas de piñonería pero tirando… me van alcanzando, Fernando… Jarein, Nikolay, Auxi… van apareciendo y esto ya toma color de sábado normal (con algo más de gente, eso sí…). En el siguiente punto de avituallamiento que paramos, le cuento a Fernando lo que me sucede… “pero tienes el cable del cambio a punto de romper ¡!!” …. Ahí estaba, soltando hilo por hilo yo no sé cuántos quedaban, pero pocos, muy pocos…
Gracias, una vez más a la generosidad de Fernando y Jarein… en 5 minutos tengo nuevo cable de cambio y a tirar kilómetros adelante ¡
Y más subidas, y bajadas… pocos llanos y muchísima gente animando ¡. Me llamó poderosamente la atención que muchas de las personas que animaban se movían en coche por distintos puntos del recorrido, avanzando con nosotros ¡ las caras comenzaban a resultar conocidas ¡ … sencillamente increíble…
Yo soy aficionado a los rallyes, son muy bonitos y el ambiente es buenísimo. Pues bien, tengo que echar la memoria bien atrás para recordar un ambientazo como el que crean los espectadores del soplao ¡. Familias enteras en las cunetas, con los coches aparcados comiendo al sol de un maravilloso día que para nada parecía por la mañana que fuésemos a tener por delante…. Repito, SIN PALABRAS ¡…
La gente, el paisaje… el ambiente creado por los ciclistas. Organización, protección civil, personal sanitario… tanta gente pendiente de todos que devoras las horas, los kilómetros, parece que no te enteras y no nos cansamos… parece que no te consumes…??? ¿seguirán siendo los nervios???... está claro que te mantiene la tensión y la llevas dentro …
Y sigues, y más subidas… y más bajadas… hasta que llegamos al famoso Negreo ¡!!. Nada más empezar un subidón importante … ¡ y al acabar ese primer repecho, pincho de lomo ¡… quéee rico ¡… encaramos el último tramo, parando para poner las luces… El parar en casa durante la ruta nos ha llevado entre 35 y 45 minutos y esto se nota… No pasa nada ¡, lo estamos disfrutando ¡!!
Comienza la última bajada, y más precaución que hay que tener, el cansancio se acumula ya, es de noche… controlar es más complicado y hay que ir atentos a los imprevistos.
Último tramo de asfalto llegando a Cabezón, la Guardia Civil que nos instruye para que no hagamos carreras por la calzada… Parece que nos dan ganas de echar a correr, nos sentimos muy fuertes … y ahí tenemos a Auxi luchando por su sitio de la categoría femenina… Sí …sí… parecía que su bici iba sola ¡
Ahí que llegamos, varios compañeros que estaban esperando… cenamos… y a recibir al resto de enbiciados ¡
Ya lo habíamos hecho ¡ ya está???... pues sí… cansados??? … claro!!! … pero no mucho más que un sábado de salida fuerte… A ver, está claro… ir en grupo, plantearse disfrutar el día… hace que todo parezca más fácil… Sobre todo con vosotros, enbiciados… todo parece más fácil… sin duda ¡
Además de todo lo que estábamos recibiendo en directo, cantidad de gente pendiente de nosotros por facebook, por whatsapp… llamando… interesándose y animando incesantemente… ¿cómo no me voy a plantear volver??? … No tendría sentido ¡!!
Para terminar, no puedo hacerlo sin recordar que … por estas fechas hace algo más de un año que nuestro capitán nos ha dejado inesperada y repentinamente… ese, ese que nos dio la oportunidad de conocernos y de cultivar este espíritu de equipo y de familia que hace que todo se disfrute como nunca y que hace que nunca te sientas solo sobre la bici… pensándolo bien, ni fuera de la bici tampoco… si es que esto llega mucho más lejos de lo que parece …
Las 4-5 primeras horas he rodado solo… pero no, se que no iba solo, que había alguien a mi lado con una gran sonrisa y sin perder ojo de nada…. También se que los demás compañeros tampoco rodaban solos, todos íbamos acompañados de una forma o de otra por ese Antonio que apreciaba, quería y al que le importábamos todos… sabía sacar lo mejor de cada uno de nosotros…
Muchas gracias capitán, muchas gracias enbiciados… muchas gracias a todos los que sin estar en Cantabria, estabais de alguna forma…
El año que viene, más y mejor…? … no sé si mejor… pero de que lo vamos a disfrutar no tengo ni la más mínima duda… ¡!!
#cadarutaunhomenaje
#graciascapi
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Vaya por delante mi agradecimiento a todos los que me acompañaron en ésta “loca” aventura.
Al lío.
Me desperté sobre las 3 de la mañana tras dormir 3 horas escasas debido al dolor de rodilla que me acompañó toda la semana anterior. Mal comienzo pero confiado en que no me impediría pedalear en aceptables condiciones.
Llegamos pronto a la salida y ya había muchísima gente ansiosa por empezar el Soplao 2017. Amaneció nuboso y una ligera e inesperada lluvia nos recibió y nos puso en antecedentes sobre lo inesperado de la climatología en éstas latitudes.
AC-DC nos informa de que da comienzo la marcha y en poco tiempo ya estamos rodando. Las calles abarrotadas de lugareños nos despedían hasta la noche en mi caso. Primeras pedaladas y la rodilla se queja un poco y sin buenas sensaciones , elijo separarme del grupo y hacer la guerra por mi cuenta para no condicionar al grupo a ir a mi ritmo o forzarme a un ritmo inadecuado.
Primeras rampas y ya te haces una idea de lo que te espera… SUFRIMIENTO. Rampones increíbles te ponen sobre aviso de que el Soplao no es para tomárselo a la ligera.
Los primeros kilómetros voy despacio, en la confianza de poder ir de menos a más y poder ir recuperando sensaciones. Los primeros kilómetros hasta el primer avituallamiento los sorteo a ritmo tranquilo. Me encuentro con Agustín Malavé y le pregunto por el grupo que rueda 20 min por delante de mí.
Primera bajada… uffff muy peligrosa, con barro arcilloso que patina muchísimo. Seguimos con mi ritmo tranquilo y viene un terreno rompepiernas con continuas subidas y bajadas y me percato que he perdido uno de los bidones así que sin saber dónde está el siguiente avituallamiento toca reservar agua.
Lo siguiente se resume en… subidas imposibles y bajadas sinuosas que no dan tregua ni descanso.
En los tramos entre puertos intento rodar lo más rápido posible para poder recortar distancia con los Enbiciados que van por delante y con la esperanza de que los siguientes puertos más largos pero más tendidos me sean más favorables y me permitan llegar a tiempo al primer corte y desde ahí y con más margen unirme al grupo.
Empiezo la subida a el Moral y empiezo a tener calambres en la cara interior del mismo, primero una pierna y después ambas por lo que pierdo toda esperanza de pasar el corte y tras una docena de paradas para estirar y rodar muy despacio corono el puerto y descanso en el pequeño avituallamiento antes de una larga bajada y haciéndome a la idea de que éste año no va a ser.
Llego abajo y como preveía me desvían por carretera. Resignado a pasar el día entero en Cabezón a en un punto me desvían de la carretera y sigo las indicaciones de la organización. A todo esto, a partir de la bajada de el Moral iba sin track por lo que no tenía mucha idea de por dónde iba con lo que no podía cuestionar ninguna indicación por parte de la organización.
Me meto en un pueblo y no veía ciclistas por ningún lado y continúo por el sendero a mi ritmo tranquilo cuando oigo un… PASOOOOOOOOO!!!! Y me adelanta un grupo de 10-12 ciclistas que por las hechuras más bien parecían profesionales y entendí que éstos eran de los “buenos” y a partir de aquí no tocaba otra que apartarme y dejar paso de la mejor manera posible para no entorpecer a los buenos.
A todo esto y con escasas noticias del grupo llego por un single track a un cruce de carretera abarrotado de gente. Os recuerdo que no tenía track y no sabía dónde estaba.
Me indican que cruce la carretera y por un camino empinadísimo y con cientos de personas a los lados empiezo a oler a…. parrilla??? panceta???? El Negreo!!!
Semanas antes Agustín me motivaba diciendo que en el último avituallamiento había panceta así que me ubiqué al instante y me pregunto…. ¿¿Cómo leches he llegado aquí??? He hecho trampa??? Yo me he limitado a seguir las indicaciones!!!
Bueno… año hecho, pecho y tan poco del final pues ya rematamos la faena. Ni rastro de panceta pero un lomo buenísimo.
El Negreo es… #paramearynohechargota. Después de lo hecho llegas aquí y quieres dimitir. Dos rampas de cemento rayado al nisecuantos por ciento… y después… otra al nisecuantos +10%.
Me armo de valor y pienso… los calambres me van a hacer un favor pero… ni rastro. Las dos primeras bien… la tercera pié a tierra… imposible!!!
A partir de aquí rampones empedrados. En una de las curvas me paro a hacer fotos y oigo a alguien gritar. Un participante está tirado en el suelo quejándose del gemelo. Me acerco y le ayudo a estirar por casi 10 min.
Ya sólo me queda terminar… pero a estas alturas se me hace interminables en el tramo de carretera me “pico” con un grupo y tiramos a muerte los últimos kilómetros hasta que volvieron los calambres.
Llego a Cabezón con el grupo de los “buenos” SUBIDOOOOOOONNNN!!!
En la llegada me encuentro con Gusmetal… le comento mi participación y me pregunta cuantos kms me han salido… miro el GPS y ¡¡¡¡¡ 122kms y 3500m de desnivel!!! Había hecho la plata!!!
Sabor agridulce… por una lado me hubiera gustado completar el Soplao pero por otro lado, pienso que para alguien como yo, que lleva menos de 2 años montando en bici desde cero y con 47años, no puedo por menos que estar orgulloso de lo conseguido. Pero más aún de que mis compañeros de fatigas lo hayan conseguido y varios en su primer intento. Me quedé a recibir hasta el último de ellos como estoy seguro que hubieran hecho conmigo. Lástima de Israel que no pudo terminar pero estoy seguro que el año que viene los conseguiremos… verdad Isra????
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