Nota de Prensa de Asociación A Pie
La crisis producida por la pandemia está generando un enorme sufrimiento en todos los órdenes de la vida. También ha puesto en cuestión la principal y más necesaria forma de desplazamiento en este país, el caminar. Necesitamos caminar para mantenernos saludables, pero para algunos colectivos como la infancia o las personas mayores, caminar es una necesidad ineludible.
Por ese motivo, tanto durante el confinamiento, como en el periodo que vendrá después, las administraciones públicas deben garantizar que los desplazamientos a pie sean seguros, no solo desde el punto de vista del contagio, sino también de la seguridad vial, pues se ha observado que la reducción del tráfico motorizado incide en mayores velocidades de los vehículos a motor.
Numerosas ciudades y países están ofreciendo soluciones para hacer las ciudades caminables y a la vez seguras, cambiando las regulaciones, reduciendo la velocidad de los vehículos motorizados y cerrando al tráfico determinadas calles para facilitar los desplazamientos a pie.
La Asociación de Viandantes A PIE propone que también se adopten medidas en ese sentido en la ciudad de Madrid, acompañando las medidas dirigidas a la movilidad ciclista (carriles bici temporales, por ejemplo) con una apuesta decidida por el calmado del tráfico y la movilidad peatonal. Madrid debe acondicionar las calles y el espacio público para que caminar sea el modo habitual de realizar los desplazamientos no solo de corta distancia o de barrio, sino de media distancia o entre distritos.
La pandemia pone también sobre el tapete la urgencia social que tiene nuestra ciudad de cumplir la legislación de accesibilidad, que obliga a que las aceras tengan unas anchuras adecuadas que, desgraciadamente no se cumplen en muchas calles.
Para reducir el riesgo de contagio es imprescindible contar con aceras anchas, que permitan guardar una distancia de seguridad adecuada (las autoridades sanitarias recomiendan entre 1,5 y 2 metros de separación). Suponiendo que una persona requiere un espacio de entre 0,7 m y 0,8 m para caminar, la anchura mínima para garantizar la seguridad de las aceras debería ser de 3 m.
Pensamos que en esta situación de emergencia se debería autorizar el uso de la calzada por las personas que caminan en determinadas calles y circunstancias, sobre todo allí donde no se puede garantizar de otra forma la distancia de seguridad en las aceras.
La administración local puede y debe anticiparse a la mayor demanda peatonal que se producirá en cuanto se comience a levantar de forma escalonada el confinamiento, aplicando medidas provisionales que garanticen la seguridad, tanto vial como vírica. Entre las posibles medidas, ya adoptadas en otras ciudades, destacan:
Por ese motivo, tanto durante el confinamiento, como en el periodo que vendrá después, las administraciones públicas deben garantizar que los desplazamientos a pie sean seguros, no solo desde el punto de vista del contagio, sino también de la seguridad vial, pues se ha observado que la reducción del tráfico motorizado incide en mayores velocidades de los vehículos a motor.
Numerosas ciudades y países están ofreciendo soluciones para hacer las ciudades caminables y a la vez seguras, cambiando las regulaciones, reduciendo la velocidad de los vehículos motorizados y cerrando al tráfico determinadas calles para facilitar los desplazamientos a pie.
La Asociación de Viandantes A PIE propone que también se adopten medidas en ese sentido en la ciudad de Madrid, acompañando las medidas dirigidas a la movilidad ciclista (carriles bici temporales, por ejemplo) con una apuesta decidida por el calmado del tráfico y la movilidad peatonal. Madrid debe acondicionar las calles y el espacio público para que caminar sea el modo habitual de realizar los desplazamientos no solo de corta distancia o de barrio, sino de media distancia o entre distritos.
La pandemia pone también sobre el tapete la urgencia social que tiene nuestra ciudad de cumplir la legislación de accesibilidad, que obliga a que las aceras tengan unas anchuras adecuadas que, desgraciadamente no se cumplen en muchas calles.
Para reducir el riesgo de contagio es imprescindible contar con aceras anchas, que permitan guardar una distancia de seguridad adecuada (las autoridades sanitarias recomiendan entre 1,5 y 2 metros de separación). Suponiendo que una persona requiere un espacio de entre 0,7 m y 0,8 m para caminar, la anchura mínima para garantizar la seguridad de las aceras debería ser de 3 m.
Pensamos que en esta situación de emergencia se debería autorizar el uso de la calzada por las personas que caminan en determinadas calles y circunstancias, sobre todo allí donde no se puede garantizar de otra forma la distancia de seguridad en las aceras.
La administración local puede y debe anticiparse a la mayor demanda peatonal que se producirá en cuanto se comience a levantar de forma escalonada el confinamiento, aplicando medidas provisionales que garanticen la seguridad, tanto vial como vírica. Entre las posibles medidas, ya adoptadas en otras ciudades, destacan:
- Ciudad 30, para desincentivar el aumento de la velocidad ytransformar nuestra ciudad en una ciudad tranquila.
- Establecimiento de zonas de prioridad peatonal (zonas 30 y“calles residenciales”) mediante cortes localizados de calles donde las aceras tienen una anchura inferior a 3 m y el tráfico motorizado sea reducido para evitar el tráfico de paso y mejorar las condiciones para caminar.
- Ampliación temporal o definitiva de aceras, en aquellas calles donde no tienen la anchura adecuada y donde hay múltiples carriles de circulación y/o se dispone de una banda de aparcamiento. La ampliación podría convertirse posteriormente en definitiva para el cumplimiento de la legislación de accesibilidad.
- Campañas a favor de los desplazamientos activos en sustitución del automóvil.
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