jueves, 16 de julio de 2020

Diez Rutas que tienes que hacer una vez en la vida: Ruta Nocturna desde Madrid al cielo: Viernes/sábado 17 de Julio de 2020


El Reto entre los retos: De Madrid a la Bola del Mundo...¡Nocturna!

A lo largo de la experiencia de cada uno de nuestros enbiciados suele haber una ruta, un Reto que cada uno recuerda, como el primero, como aquel que rompió barreras. A veces los más duros no lo son por kilómetros, sino por la climatología. Otras muchas lo son por esa victoria que es llegar a un punto sonado, como a otra capital de provincia. Llegar el lunes a la oficina y responder a la clásica pregunta de rigor: "¿Qué, donde fuiste el sábado?... A Segovia. ¿En tren? No, en bici, claro" . Es algo, que te genera una clase distinta de orgullo, de auto-realización, de saber que eres capaz de mucho, mucho más de lo que dice tu apariencia. De mucho más de lo que tú mismo creerías.

Decía, pues, que cada uno tenemos un reto, que nos unió a este grupo y sus locuras para siempre. Y he de confesaros, que esta, fue la mía: La Bola del Mundo.

La Bola del Mundo es mucho más que una cima de un puerto. Hay muchos puertos en Madrid, igual o más bonitos. Sin embargo, la Bola tiene algo de especial. Es esa referencia que vemos, casi desde cualquier lugar de toda la Comunidad, desde cualquier lugar de la Sierra, con sus antenas pintadas de rojo y blanco, como un faro. La miras, y te devuelve, orgullosa, la mirada. Y sabes que está ahí, y que vas a ir, más tarde o más temprano, sucumbirás a la tentación de asomarte a su cima. La Bola te llama. Te está llamando. Y lo sabes ;-)
Corría el año 2013 cuando, por primera vez, el Capitán, Antonio Fabregat nos proponía esta "pequeña" locura. Algo parecido se había hecho un año antes, para ver la lluvia de estrellas saliendo desde Cercedilla. Pero nunca desde Madrid, del tirón, y ¿Nocturna?. Recuerdo que cuando me apunté, tras dudarlo mucho, tenía sentimientos encontrados. Por una parte, la semana anterior había penado en toda la subida a la Nava, de otra gran clásica, la ruta a las Zetas de la Pedriza. Lo pasé, no mal, pero sí que tuve que empujar la bici mucho rato y que me esperaran por mi empeño en subir hasta la Nava. Y esta ruta, decía Antonio que era aún peor!. Así que no me sentía capaz de hacer una ruta que se prometía aun más dura. Estudié el perfil de mil maneras, sometiéndolo al escrutinio del IBP Index, para ver si desde algún punto de vista, del derecho o del revés, era algo asequible para mí. Pero por otra parte, me atraía mucho. El imán de la Bola del Mundo llevaba meses seduciéndome, y aunque no pensaba que fuera la ocasión más apropiada, hacerlo de noche, no pude resistirme. Porque sabía que con el grupo de Antonio, todo saldría bien.
Así que compras media docena de linternas en el chino, las sujetas al manillar y al casco con cinta americana, y te presentas en Plaza de Castilla a las 9 de la noche. Allí te encuentras con otros amigos, tan nerviosos como tú. Foto de grupo junto a las Torres, ya cayendo el atardecer, salir rumbo al carril. La sensación de salir a rodar tan tarde es muy agradable, frescor, y el dorado del atardecer que te coge antes de llegar a Tres Cantos. Allí se acaba el carril bici, y empieza la verdadera ruta nocturna, bajando al Arroyo de Tejada. Hay que coger las sensaciones, acomodar la vista. Aun es pronto para poner los focos a tope pero los más torpes lo hacemos, porque alguna de las roderas nos da un susto. Aun no he cogido la distancia, y se nota que los más talludos tenemos la visión nocturna ya algo deteriorada. Bueno, eso y que las linternas del chino no dan para mucho. Pero lo importante no es bajar rápido, sino hacerlo seguro, y disfrutar disfrutas como un enano. Todo es distinto. El sonido de las ruedas sobre la pista, rumbo a Colmenar, charlamos unos con otros y es como si la ruta fuera a cámara lenta y al tiempo rápida. Lenta, porque el tiempo pasa despacio, porque no eres consciente, privado de referencias visuales  de dónde estas. Y rápida, porque sin darte cuenta ya estás en Colmenar Viejo. Son las 23 horas. Alguno se nos une allí para continuar ruta. Nuestro destino ahora son las trialeras de Colmenar, aunque preferimos ir por los caminos paralelos, del Canal. Por seguridad, y porque tampoco las íbamos a disfrutar de noche. Creo que algún valiente sí lo hizo, quizá Nozilla, o Shinyeva. Y casi sin darnos cuenta, estamos en el puente del Batán. Allí agrupamos, mientras oímos pasar el río a nuestros pies. Nos hemos hecho muchas fotos en este puente, y esta vez no va a ser menos. Orientamos las bicis hacia el puente y nos asomamos para que se nos vea. Desde ahí, hay que subir el Enebrillo. Lo que de día es una subida más bien pestosa, de noche se hace un agradable paseo bajo las estrellas. Es momento para ver los meteoros o, en esta ocasión, el cometa Neowise. Rodando de noche se para menos, es verdad, y eso hace que vayamos más rápidos que de costumbre. También el ser pocos ayuda, y enseguida estamos en el alto. Allí vemos las silueta del Castillo de Manzanares iluminado. La bajada hasta Manzanares es peligrosa, pero quizá menos que de día, porque la falta de luz hace que la tomes con más precaución, y que no dejes que la bicicleta coja velocidad. Es de las cosas que descubro ese día, que rodar de noche no es más peligroso. Simplemente, lo haces a otro ritmo porque tu instinto se "acomoda" a lo que puede controlar.

Una vez abajo, pequeño descanso en el puente sobre el embalse, foto junto al castillo y coger agua en la fuente de Manzanares antes de salir hacia el Parking de la Pedriza. Pero esta vez no vamos a subir las Zetas (otra preciosa nocturna), sino que seguimos por el Camino de Santiago. Las Flechas amarillas nos llevan acompañando desde que salimos de Madrid. Eso, en el espesor de la noche da una doble sensación: la de que conoces muy bien el camino que recorres, y, al tiempo, la de que todo es nuevo. Hacemos una parada larga junto a la Ermita de San Isidro. Sentados en los bancos nos damos cuenta de que sí, estamos cansados, y que una cabezada igual no vendría mal. Comemos algo, llenamos los bidones en la fuente, y descansamos. Los senderos camino a Mataelpino, si de día son bonitos, de noche se hacen increíbles. Creo que junto con los del Escorial, son mis senderos favoritos para hacer de noche. Las ramas de la vegetación cerrándose sobre uno, apenas iluminadas por los focos, tienen un toque fantasmagórico. Allí en el parque sabemos que tenemos otra fuente. Bordeamos el pueblo de Navacerrada a eso de las 3:30 de la madrugada. Seguimos ascendiendo, y tras cruzar la carretera, nos desviamos al camino del Calvario. Recuerdo que esa subida se me pasó sin enterarme... básicamente, porque hice la mitad a pie. Era mi primera vez, (de subida) y como descubriría luego, es una subida muy difícil, técnicamente, y físicamente. Llegar como llegamos, ya cansados y con casi 60 km en las piernas hace que te lo tomes todo con calma. Pero aún así, es una subida muy muy bonita, de las más bonitas que recuerdo, charlando a cada rato, con Cristian, con Antonio. Durante muchos ratos, apagamos los focos, para ahorrar, mientras subimos despacio, andando. Arriba esperan los más fuertes, en el Puerto de Navacerrada, adonde llegamos, tras casi hora y media de ascenso, cerca de las 5:30. Allí, es de ley descansar un poco, tomar fuerzas. Un pequeño tramo por carretera (desierta) nos lleva junto a la Venta Arias, la puerta de la Bola del Mundo. Allí, el que lo necesita se saca una lata en la máquina de vending e iniciamos el ascenso. Con los años, he descubierto que es bueno que los más lentos salgan antes, porque si no a los fuertes les tocará esperar mucho arriba de la Bola. También he aprendido que arriba, no importa si es agosto, hace un frío que pela, así que más vale  llevar algo de abrigo (sí, por increible que parezca). Pero lo que aprendí aquella vez es que subir a la Bola caminando es muy bonito y se disfruta más que montado en la bici (eso lo descubrí en otras ocasiones).
La subida a la Bola son apenas 3 km, en los que se suben... 400 metros de desnivel. Es una pista de hormigón rayado, que habrás visto alguna vez en la Vuelta a España. Ciclistas profesionales retorciéndose por falta de desarrollo. Una pendiente de infarto, que nos coge ya al albor del amanecer. Entre tinieblas. Así que caminar no tiene nada de malo, al contrario, es la excusa perfecta para ver Madrid dibujarse a lo lejos, y, conforme se va haciendo la luz, toda la Sierra aflora entre tonos dorados.
La sensación arriba es indescriptible, no puedo explicarlo con palabras. Creo que pocas rutas resultan tan emocionantes como las que suben a la Bola, y de entre ellas, esta es la mejor. Porque llegar allí desde casa, y ver amanecer es la perfecta alegoría del triunfo de la luz sobre las tinieblas. Es una ruta de estar con uno mismo, la noche te lleva a ello, y encontrar al final, la emoción de un nuevo amanecer. Y compartirlo con amigos. Poder compartir con estos locos enbiciados, un nuevo amanecer, desde la cima de Madrid, tan cerca del cielo que puedes tocarlo, rodeado por las montañas, con Madrid entero a tus pies.  Ver acercarse un rebaño de cabras montesas... Son cosas que pasan solo en esta ruta. Una ruta que huele y sabe a milagro.
Por eso la Bola fue para mí un regalo, y por eso, la repetí aún otras dos veces más, para acabar descubriendo, que subir a la Bola montado, no es cosa de ser fuerte, sino de estar preparado, más psicológicamente que físicamente.
Y por eso creo que esta es una de esas rutas imprescindibles, de esas que deberíais hacer una vez, al menos, en la vida.
La sensación de triunfo al bajar a Cercedilla es de otra galaxia, y además te dura para una temporada.
¿Que si es dura? Pues sin duda, lo es. Son 89 km y casi 2.000 metros de desnivel (track de la ruta en wikiloc). Un poco más que las últimas que te venimos proponiendo si elegiste salir desde Madrid. Pero también puedo decir que no tanto como parece, que de noche, y con la fresca, las dificultades pasan mejor.
Que si ¿es bonita? Las nocturnas son rutas curiosas. Apenas puedes ver cosas, el paisaje es distinto, y ninguna foto te va a salir bien. Así que más que nunca, lo que  cuenta es la experiencia.  Olvídate de Facebook y de Instagram. ¡VIVE! No es que sea bonita, es diferente. Y esta es más que eso, es increíble. Y, aunque tú no creas que puedes...tienes que probarlo. Al menos una vez.
Nuestro consejo, como en todas nuestras propuestas es que no la hagas solo, y en esta ocasión más aún. Busca algún compañero, o mejor varios, deja avisado a alguien de lo que vas a hacer y de que quizá necesites ayuda a horas intempestivas, y calcula lo que puedes tardar en recorrerla para llegar a la Bola a la cita con el amanecer. Haciéndola en grupos, casi siempre pequeños, nosotros solemos tardar una 9 horas/9 horas y media. Nos gusta salir el viernes por la noche de Plaza Castilla, para poder descansar todo el sábado (que después de la ruta sí, te viene el cansancio), pero también puedes hacerla la noche del sábado al Domingo, o esperar a Agosto para  ver la lluvia de San Lorenzo. 

Y un último consejo: Desde aquellos tiempos en que  subí mi primera bola con unas linternas del chino, las cosas han cambiado: ahora tengo mejores focos para afrontarla y el PRUG no permite el uso de linternas de más de 200 lumens dentro del parque. Así que mi consejo, es rescatar esas viejas linternas para la subida al Calvario, la única zona que está afectada por esa normativa. Así evitas molestar a la fauna por la noche.

La Bola es mágica, única...ya lo decían ¿Qué tiene esa Bola que a todo el mundo le mola?. 




Hasta que acabe la crisis de la COVID-19, hemos cambiado nuestras convocatorias por propuestas de ruta. Puedes recorrerla este sábado o cuando mejor te venga. Por supuesto, bajo tu responsabilidad. Te recomendamos que lo hagas en compañía por si surge cualquier avería o incidente, pero siempre en grupos pequeños y respetando las distancias ordenadas por las autoridades sanitarias. De esta salimos juntos, y estamos deseando rodar a tu lado. Puedes aprovechar los comentarios para buscar con quien hacerla. Si te gustó la ruta, dínoslo y si no, también. Nos encanta mejorar las rutas, hacerlas más bonitas, más seguras. Para cuando podamos disfrutarlas juntos.


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