Consejos para que el frío no te frene
El invierno no debe ser una excusa para hacerte bajar de la bicicleta. Siguiendo unos consejos podemos movernos tranquilamente y a gusto. En bicicleta.es han abierto una sección llamada "El rincón de la bicicleta" realizado por una antigua colaboradora de soitu.es que promete buenos y variados reportajes como el usado como referencia para este artículo. A continuación unos consejos para proteger todo o parte de nuestro cuerpo. No es necesario tenerlo todo, basta con adaptar las protecciones a nuestras necesidades personales.

Tronco
Abrigarnos para protegernos del frío, sin excedernos. Tu cuerpo genera calor con las pedaladas así que después de un rato pedaleando podrás aflojarte tus ropas. Lo mejor es vestirnos "por capas" para ir adaptándonos a los cambios de temperatura.
La capa interna, una camiseta interior ajustada de poliéster, nos permitirá mantener el calor corporal, evitando que nos empapemos de sudor y la externa nos protegerá del frío de fuera. Eso sí, que tu ropa sea transpirable para que el sudor frío no te destemple.
Para no terminar calados podemos echar mano de un buen chubasquero o de otra prenda impermeable, como un poncho. Hay chubasqueros lo suficientemente largos como para cubrirte las piernas. Aunque también hay otros inventos fabricados con un material impermeable para no mojarnos nuestras extremidades inferiores. Un buen guardabarros para nuestra bici evitará que nos pongamos perdidos de barro.
Manos
Son necesarios unos buenos guantes, los térmicos e impermeables son ideales para estas fechas.
Cabeza y cuello
Protégete la cabeza con un gorro, un pañuelo, una capucha o con el propio casco (si lo llevamos). Hay cascos que ya vienen preparados para calentarnos la cabeza y evitar que se nos congelen las orejas. Para el cuello y la cara basta con una bufanda o una braga.
En los días de viento, es aconsejable protegerse los ojos. Un buen par de gafas protectoras será suficiente.
Piernas y pies

Luces y reflectantes

Hielo en el pavimento
Las calles y carreteras se vuelven más resbaladizas con la posible presencia de hielo. Las hojas caídas de los árboles o los trazos de pintura -por ejemplo, de un paso de cebra- se pueden convertir en una trampa que te haga terminar en el suelo.
Los frenos mojados requieren un mayor tiempo de frenada, es decir, tienes que frenar con mayor anticipación y varias veces para secarlos. Evita los giros bruscos.
Desmoronando los prejuicios contra la bicicleta
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