¿Será por las vistas, por la satisfacción de haber llegado, por las endorfinas? Cada uno tiene sus razones, pero subimos.
Con una ruta así de bestia, te pueden entrar la dudas del tipo ¿qué hago yo metido en esto? y ¿para qué tanto sufrir?
Aquí las dudas te entran cuando ya llevas tanta ruta hecha como para que ni se te ocurra darte la vuelta, pero vas viendo carteles que meten miedo y te cuentan que aún te queda lo más duro.
Aprovechando que no estoy demasiado lejos ni demasiado mal de forma, he probado con una de esas rutas que todos conocemos de oídas pero que no muchos han hecho. Y aquí os lo cuento con unas cuantas fotos y enlaces.