El análisis con datos de trayectos de coche en situaciones aparentemente innecesarias nos muestra una incómoda verdad: usar el coche rara vez es un acto de libertad
El individuo 3559046
Un día laborable de abril de 2018, un habitante del barrio de San Fermín (Usera) decidió salir por la tarde para ir a hacer deporte al polideportivo municipal de Orcasur, situado a unos 800m. Podría haber elegido ir andando (10 minutos), en bus (8 minutos) o en bici (5 minutos) pero prefirió ir en coche (5 minutos).
Al día siguiente, el Consorcio de Transportes le realizó una entrevista telefónica preguntándole por todos los viajes que había realizado el día anterior, la hora, el modo de transporte y el motivo del viaje. También le preguntaron por qué no prefirió usar el transporte público. "Tardaría demasiado", respondió, a pesar de tener un bus directo (el 78). Nadie le preguntó por qué no fue andando, o en bici, o en cualquier otro modo.
La entrevista fue registrada como la 3559046 y se publicó un tiempo más tarde dentro de una gigantesca tabla de 4 millones de casillas, junto con otras 63000 entrevistas más.
¿Por qué esa persona eligió el coche teniendo alternativas tan razonables como ir caminando o en bus? ¿O quizá las alternativas no eran tan buenas como parecen en el papel?