Pasando por el Puente de la Marmota
En las últimas semanas hemos querido compartir con vosotros nuestras
"aventuras" en bici por los alrededores de Madrid. Son rutas sencillas, al alcance de cualquier ciclista con un nivel medio, que nos permiten acercarnos a la Naturaleza, conocer nuevas zonas de Madrid, hacer un poco de deporte, y pasar un día divertido con los amigos.
Hoy vamos a mostraros la ruta que hicimos ayer Martingala, MiguelS, Aalto, y Aaltito.
La hemos titulado
"Ruta en bici de Las Rozas a Tres Cantos", aunque en realidad partimos de la estación de Cercanías de Las Matas, y después de comer en Tres Cantos, acabamos
"dejándonos caer" (Martingala dixit) por el carril bici hasta Madrid.
Ver en un mapa más grande
La ruta en sí, desde la estación de Cercanías de Las Matas a la de Tres Cantos tiene una longitud de unos
33 kilómetros, no tiene tramos excesivamente complicados, y puede hacerse en menos de 4 horas… si no surgen problemas.
Nuestra ruta empezó a las 9:00 en la
estación de Las Matas, aunque en realidad todo empezó un poco antes desde nuestras respectivas casas. Entre otras cosas, nos gusta utilizar el Cercanías porque además de facilitarnos el salir desde distintos puntos de Madrid, y juntarnos en el camino, nos permite realizar rutas lineales, mientras que si utilizas el coche tienes que realizar rutas circulares, empezando y acabando en el mismo punto.
Los primeros kilómetros de la ruta, tras salir de la estación, los realizamos callejeando por la urbanización de
Los Peñascales, atravesando el
arroyo de Trofas (en el que alguno se remojó un poco), y bordeando la tapia del Monte del Pardo por unos empinados caminos de tierra.
Una vez abandonada la urbanización, en el km 5 de nuestra ruta, y dejado atrás el término municipal de Las Rozas y el de Torrelodones, entramos en el de Hoyo de Manzanares. Los caminos en esta zona son amplios, se encuentran en buen estado, y tienen continuas subidas y bajadas, para hacer más amena la ruta.
En esta ruta buscábamos
bordear el Monte de El Pardo por el norte, atravesando el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, y por ello durante todo el recorrido tuvimos a nuestra derecha las vistas del Pardo y al fondo el skyline de Madrid, con las Cuatro Torres destacando en el horizonte.
Los caminos son muy divertidos. En las subidas MiguelS y Martingala se me escapaban siempre por delante y tenía que ir haciendo
la goma con ellos. En las bajadas, muy divertidas, podía coger una buena velocidad, y acababa cogiéndoles.
Pero en una de las bajadas, cuando llevábamos unos 10 km recorridos, empezaron los problemas.
Mi cadena, que llevaba un rato sonando un poco raro, acabó rompiéndose, y me dejó tirado. Ninguno llevábamos
tronchacadenas, y sin esa pequeña herramienta es muy difícil arreglar una cadena rota. Por suerte, un vecino de la zona pasaba por allí en coche, lo paramos para pedirle ayuda, y con un par de martillos y unos alicates,
entre MiguelS y Martingala consiguieron arreglarla... o al menos consiguieron que aguantara una buena parte de la ruta que nos quedaba.
Saliendo a la
carretera de Hoyo de Manzanares, y con el problema medio solucionado, seguimos ruta confiando en que nos acompañara la suerte. Por si acaso, y para no forzar la cadena, procuré no cambiar mucho de marcha el resto del camino.
En el kilómetro 13 de nuestra ruta, entrando en el término de Colmenar Viejo, nos desviamos a la derecha para hacer una
divertidísima y rápida bajada de algo más de un kilómetro. Mucha arena, continuos derrapes... y al final Aalto que acaba en el suelo. Una caída sin importancia.
Un kilómetro más por la carretera, y giramos a la derecha por el camino que nos llevará al Puente de la Marmota. Este tramo ya lo habíamos recorrido anteriormente, en nuestra
ruta de Tres Cantos a Colmenar Viejo, pero en sentido contrario, y por eso todo lo que recordábamos como grandes subidas ahora eran divertidas bajadas. Así, la primera
recta de más de tres kilómetros ahora era una suave bajada en la que se pueden coger fácilmente velocidades cercanas a los 50 km/h.
Volviendo la vista atrás, la recta es muuuuuy larga, y las vistas de la Sierra, todavía con nieve en las cumbres, es impresionante.
Después de dos kilómetros más, con varias curvas, caminos en mal estado, y mucha piedra, llegamos a una de las zonas más divertidas de la ruta:
la bajada al puente de de la Marmota.
El camino es muy estrecho y sinuoso, con árboles, ramas bajas, piedras a ambos lados, y algún que otro ciclista fatigado subiendo en sentido contrario. Es una zona muy técnica, hay que jugar mucho con los frenos, zigzagueando y llevando mucho cuidado para no acabar en el suelo. Para mí, una de las bajadas más divertidas del día.
Al final de la bajada, aparece
el Puente de la Marmota. El entorno, muy solitario, merece la pena la visita. Es difícil llegar hasta allí si no es montado en una bici, y aunque se puede llegar a pie recorriendo unos 6 km desde la carretera de Hoyo, o unos 12 desde Tres Cantos, son pocos los senderistas que encontramos en el camino.
Un descanso en el puente para contemplar el río Manzanares, reponer fuerzas con el avituallamiento que nos tenía preparado Martingala, y a continuar camino hacia Tres Cantos.
Todo lo que habíamos bajado hasta el río, ahora nos tocaba subirlo hacia el mirador de Valdelaganar, bordeando en todo momento la tapia del Monte de El Pardo. El primer tramo, con una fuerte subida era muy complicado, luego una fuerte bajada en la que alguno volvió a bajarse de la bici, y una última subida hasta el Mirador.
Las vistas del Monte y de Madrid al fondo nos acompañarían el resto de la ruta.
Desde el
mirador de Valdelaganar, la vista de la Sierra merece una parada. Como dice en el cartel,
desde este punto se obtiene una inmejorable panorámica de la sierra de Guadarrama, donde nace el río Manzanares (en el alto de Guarramillas) dando nombre al parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Es el espacio natural protegido con mayor superficie de la Comunidad de Madrid, el cual se extiende desde el cordal de "La Cuerda Larga" hasta "El Pardo", junto al que nos encontramos. El Pardo está gestionado por Patrimonio Nacional. A consecuencia de su reciente historia como reserva de caza, en su interior todavía se encuentran poblaciones de gamos, ciervos o jabalíes, entre las aves destacan algunas de ellas por la fragilidad de sus poblaciones como el buitre negro, la cigüeña negra y especialmente el águila imperial (en peligro de extinción).
La bajada desde Valdelaganar hasta el arroyo de la Tejada empezó muy rápida y divertida, pero
el ruido de la cadena iba aumentando, hasta que acabó rompiéndose por segunda vez... y quedaban más de 5 km para llegar a Tres Cantos.
Por segunda vez, unos vecinos de la zona nos dejaron alicates y un martillo, y conseguimos volverla poner en su sitio y continuar nuestra ruta. Aunque la alegría no duraría mucho.
Un par de kilómetros después,
tras cruzar el arroyo de la Tejada, volví a perder la cadena, y esta vez sin posibilidad de arreglo. Todavía quedaban más de dos kilómetros cuesta arriba, para llegar a Tres Cantos.
Por suerte, un ciclista de Colmenar que bajaba paró a ayudarnos con la suerte de que él si llevaba un
tonchacadenas, una sencilla herramienta que todos hemos prometido comprar antes de volver a salir de ruta. En unos pocos minutos quitó el eslabón dañado, volvió a empalmar la cadena, y problema solucionado por fin.
Aunque no nos quedamos con su nombre, por si nos está leyendo, ¡muchas gracias!
Con tanta parada eran ya casi las dos de la tarde, y decidimos parar a
comer en Tres Cantos cerca de la Estación. Aunque no lo conocíamos, encontramos un sitio muy interesante para comer, la terracita de la
"pulpería La Abadía" en la calle El Rocío, esquina a la avenida de los Labradores. Comimos bastante bien: pulpo, pimientos del padrón, cecina, y una buena bandeja de carne para que nadie se quedara con hambre. Todo ello bien regado, por supuesto , y para acabar, de postre, algo de chocolate y una bandeja de
nicanores que por cierto acabé tomándome yo casi entera.
Una vez acabada la comida se nos planteó la duda de coger el Cercanías o bajar en bici a Madrid, pero Martingala lo solucionó pronto:
"hasta Madrid, por el carril bici, sólo es dejarse caer..." y siguiendo su consejo, y para bajar lo que habíamos comido,
nos dejamos caer hasta Madrid.
Al llegar a casa, mi cuentakilómetros marcaba
60 km, el de MiguelS y Martingala alguno más, pero no estábamos muy cansados (bueno, quizás yo sí que lo estaba). Habíamos pasado el día en contacto con la Naturaleza haciendo algo de deporte, y lo que es más importante, a pesar de la aventura de la cadena,
habíamos pasado un divertido día con unos buenos amigos.
Habrá que repetir aventuras en breve.