
Me gustan los trenes. Empiezan a ser rápidos, no te cansas conduciendo, son limpios y ecológicos, y además haces vida social. Me gusta la campaña de Renfe
Un tren de valores; leo sus objetivos y me hablan de un medio de transporte sostenible, accesible, ético, que colabora con la cultura y el deporte.
A pesar de las diferencias entre un tren y una bicicleta, son medios que comparten sentido. Completamente distintos pero, pienso, complementarios. Y ambos, sostenibles, accesibles, poco agresivos con el medio y sus habitantes. Así que decidí subirme al tren de los valores con mi bicicleta.
Pero el AVE no permite llevar bicicletas. Ni que la considere "equipaje" ni gaitas; en el AVE eso no se sube. Larga Distancia me exige comprarle un billete de litera a mi pobre bici, que ni duerme ni se cansa. Muchos de los ferrocarriles de media distancia no tienen espacios para las bicis y el jefe de estación o el interventor pueden impedirme el acceso al tren.
Mientras que Renfe no se dé cuenta de la enorme incoherencia (y yo añadiría, injusticia) que significa impedir el acceso de las bicicletas al tren, su campaña sólo será un tren de mentiras. Y el señor ministro de Fomento debería impedirlo.
Carta de Miguel Ángel Cordero Prieto en
elpaís.com