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lunes, 25 de agosto de 2014

La bici en Florencia: un caso de ciudad ciclista sin necesidad de carriles bici ni bici pública

Una ciudad llana y compacta que redescubre la bici
Desde que existe este blog hemos defendido que una ciudad ciclista es posible sin necesidad de una red completa de carriles-bici, siendo mucho más universal un modelo de restricción y pacificación del tráfico.

Florencia es un excelente ejemplo: una de las ciudades con mayor presión turística del mundo, que ha decidido poner coto al abuso del coche en una sociedad con una alta dependencia del coche como es la italiana.

El resultado es un espectacular incremento en el uso de la bici hasta llegar a cotas similares a las de Zaragoza o Sevilla.

EnbiciporMadrid ha estado allí.

Fotos de EnbiciporMadrid si no se indica lo contrario

La situación: dos de cada tres van en coche

Una de las características más notables de los municipios italianos del norte es el de la presencia de una ciudad difusa entre las ciudades tradicionales, compuestas de casas unifamiliares que apenas dejan áreas sin ocupación humana. Mejor una foto de satélite nocturna para ver la dimensión del fenómeno

La dispersión urbana del norte de Italia vista desde el espacio

Reparto modal de Florencia, 2001La consecuencia de esta miríada de personas que habitan en casitas de campo por toda la región es una altísima dependencia de coche imposible de atender con transporte público, pero que dependen de los densos núcleos urbanos donde se ubican los trabajos, comercios y servicios. Así, en Florencia el reparto modal del coche llegaba hasta un insostenible 62% en el último dato oficial de 2001.

Y sin embargo, la bici se usa. Si ya entonces, era el 5% de la población, esta cifra llega ya al 9%, llegando a ser del 15% en las puertas de acceso al centro.

Típica tienda de recuerdos para turistasLa moda se hace reflejo de este renacer: la icónica motoretta italiana que el cine inmortalizó con películas como “Vacaciones en Roma” o “Caro Diario” deja paso en las tiendas de recuerdos al nuevo medio de transporte característico. Alquileres de bicis, rutas guiadas… ¿qué ha hecho de Florencia una ciudad de bicis?

La respuesta: las restricciones al tráfico y un pasado ciclista nunca olvidado


El arte urbano florentino en las señales de tráfico es una seña de identidad
Desde hace unos años, el 60% de la zona urbana no permite aparcar libremente sin pagar (zona amarilla en el mapa), y una cuarta parte está limitada a residentes y servicios (zona roja).

Para hacernos una idea, si en Madrid se restringiera el tráfico en una proporción similar, los parquímetros tendrían que cubrir el doble de barrios y las áreas exclusivas de residentes cubrirían un área 40 veces mayor, es decir todos los distritos de Centro, Chamberí, Salamanca y Retiro. Es quizá algo similar a lo que por unas semanas se llegó a plantear en el gigantesco casco histórico de Sevilla hasta que el populismo y las elecciones revertieron la medida con el cambio de gobierno.




Ampliar mapa


En Florencia, estas brutales limtaciones han sentado las bases para que reviva un medio de transporte que nunca fue olvidado por completo, pero casi. Las bicis viejas salen de los trasteros donde llevaban años guardadas, y los jóvenes abandonan el hábito de sus padres de ir en coche a todas partes, imitando lo que ven hacer a algunos abuelos que nunca han perdido este hábito.

El entorno ayuda: una ciudad plana y bastante compacta. El clima meditarréno también, con sus momentos dolorosos, pero afrontables si hay voluntad, algo que parece haber cambiado en la última década, ya que el clima es el mismo.

El caso de Sevilla demostró a los políticos en España que el calor no era obstáculo para usar la bici, algo que podrían haber aprendido viajando a Italia. También podrían haber visto que la lluvia se puede sortear con un poco de filosofía, como hace este florentino, que prefiere pararse a leer a acabar hecho una sopa.
 Una ciudad sin prisas permite pararse a leer hasta que amaine la tormenta


La bici, algo normal 

Gracias a esos factores, se llega a un reparto modal del 15% de bici en las rondas limítrofes del centro, mientras que en su interior se llega fácilmente al 60%. Sin limitaciones de edad. Señoras que hacen la compra en bici. Padres con sus niños en bici. Abuelos que van al bar en bici.
Estampa italiana: Sacerdotes, señoras que van a la compra en bici y turistas
Junto a la estación de tren
La normalización llega en detalles como el reparto del espacio de aparcamiento. La bici se aparca en calzada, y por supuesto, también circula por calzada.
 Aparcabicis tipo


Los pocos carriles-bici que hay en el centro han envejecido mal. Se trata de aceras-bici bidireccionales bastante estrechas cuando todavía no había tantas restricciones a los coches, que la realidad ha dejado un tanto sin sentido, aunque algunas personas las usen disciplinadamente sin hacer preguntas mientras otros usan las calzadas paralelas, en las que apenas se ve un coche. Son los únicos casos en los que se usa la acera para rodar.


Observen, esta es la orilla sur del río Arno, en un tramo con acera-bici bidireccional.
Calle con acera-bici

La misma vía una manzana antes, que no tiene acera-bici. El tráfico de coches es similar en ambos tramos:
La misma calle sin acera-bici


La irrelevancia de la bici pública: Mille e una biciclette


En 2012 se puso en marcha un sistema de bici pública con el sugerente nombre de Mille e una biciclette. Pocas estaciones y muy grandes. Concretamente 100 bicis en dos únicas bases a ambos lados del centro. En 8 meses de funcionamiento la prensa anunció a bombo y platillo el éxito del sistema: se habían llegado a los 11.000 usos... tanto como un biciMAD a medio gas en su primera semana. ¿Lo quieren en porcentaje? De las mil y una bicis que uno puede ver en Florencia, sólo la última es una bici pública.

Una de las dos bases de la bici de préstamo

La parte oscura: el área metropolitana sigue siendo un atasco perpétuo

El tráfico en la periferia, un via crucisEste paraíso ciclista no es más que un espejismo que afecta a ese 25% de la ciudad con tráfico limitado pero que no logra arreglar ese reparto modal del 65% de viajes en coche y horas punta extensísimas que afectan a todas las afueras.

Es el reflejo de una sociedad dual, en la que media población vive en un entorno denso en el que es fácil renunciar al coche, mientras que la otra mitad vive dispersa en un mundo en el que vivir sin coche es inviable.

Por supuesto, cada vez es más difícil que uno de esos habitantes vaya a ver a un amigo a la otra mitad de la ciudad, unos porque han renunciado al coche, los otros, porque no pueden entrar con él.

Quizá es en estas periferias donde tenga sentido empezar a hablar de restricciones al coche y vías ciclistas, si lo que se pretende es realmente cambiar el reparto modal.


¿Es posible una ciudad de bicis en Europa sin restricciones al tráfico?

Ya conocíamos ejemplos de muchas ciudades que han conseguido una presencia significativa de bicis en pocos años mediante una red extensiva de carriles ciclista.

Queda claro con este ejemplo cómo unas restricciones al tráfico motorizado fuertes también ayudan a que la bici se recupere como vehículo de uso mayoritario sin necesidad de infraestructura viaria especial ni caros sistemas de bici pública.

Ahora planteamos un Más Difícil Todavía: ¿Puede la bici tener tal presencia en una ciudad europea sin carriles-bici y sin restricciones al uso del coche?

Sí. No se pierdan la segunda parte de la bici en Italia: el caso de la costa de Liguria

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