Realizado el domingo 30 de septiembre de 2012

No resulta difícil levantarse un domingo a las nueve de la mañana si el plan es pedalear por unas calles de Madrid casi desiertas con la luz recién amanecida. Baldo queda conmigo en Islas Filipinas para hacer una ruta sencilla y corta, la que separa mi casa del trabajo.
Tardamos un rato en ponernos en marcha porque le echa un vistazo a mi bici y se pone manos a la obra. Nada de lloriqueos: hay que regular el sillín y la dirección, puedo medir metro y medio pero ir encogida le hará un flaco favor a mis rodillas. Hablamos de rutas y complementos, me hincha las ruedas y me cuenta esta y aquella anécdota de cuando se le cruzó tal coche y aquella caída ya casi en parada. Y sin más dilación, arriba y piernas a la obra. Este fue nuestro camino de ida:
