Llevaba tiempo pensando en probar a ir al trabajo en bici, en utilizar la bici para moverme por Madrid. Mi inspiración vino de muchas fuentes: de una amiga, de los ciclistas que veía, de una revista (Cycling monthly) y las noticias que llegan de Inglaterra (el boom ciclista en Londres y los programas que desarrollan para potenciar su uso).
Mis primeras incursiones en bici al centro (resido en Hortaleza) fueron en las huelgas generales, ya que sin transporte público, el mejor medio de asistir a las manifestaciones era la bici. Esa primera toma de contacto me permitió ver que no es tan peligroso, las distancias no son tan grandes y que bajar la bici en el ascensor no es un esfuerzo tan tremendo. Esas son algunas de las pequeñas barreras mentales a superar.
Este verano de 2013 volví de vacaciones en un estado de forma excepcional (mucha montaña y campo), que se reflejaba en una gran fortaleza mental, fruto del ejercicio. No estaba a dispuesta a que la rutina laboral me quitara esa sensación, de modo que empecé a pensar cómo podría mantener una actividad física diaria, no de fin de semana.