¿Y si no fuera torpeza del Ayuntamiento, sino una acción calculada?
José Luis Martínez-Almeida antes de Alcalde de Madrid ha sido abogado del estado, una de las oposiciones más duras que existen y que habilita para dar asistencia jurídica a la Administración Pública.
Ahora veamos las consecuencias de la decisión del mismo Martínez-Almeida de suspender Madrid Central mediante una moratoria de multas hasta septiembre:
¿A nadie le rechina que un alcalde preparado para dar soporte jurídico a la Administración Pública no haya sido capaz de fundamentar jurídicamente una decisión tan controvertida?
¿Alguien entiende que se haga una moratoria para sólo tres meses argumentada en un mal funcionamiento del sistema de multas que ya había sido subsanado, en lugar de aplicarla sine die hasta implantar el nuevo modelo de Madrid Central ya que las protestas y los recursos iban a suceder de igual manera?
Es más, si se va a reformar Madrid Central dentro de 1-2 años (el plazo que requiere modificar la ordenanza de movilidad) ¿qué sentido tiene meterse en un follón de moratorias de 3 meses y generar toda esta oposición y descrédito mediático internacional? ¿Por qué no esperar sin más a la modificación sin tocar nada entre tanto?
Es la única respuesta lógica que se me ocurre. Es un teatro de cara a los votantes poco motivados a los que se engañó prometiendo algo irrealizable para que abandonaran la apatía el día de las elecciones. En un artículo anterior comentaba con más lujo de detalles esta estrategia habitual del PP que tan bien le ha funcionado en el caso del IVA, el aborto o los fumadores.
Nunca ha habido intención de acabar con Madrid Central, saben que la Unión Europea nos crujiría a multas. Los recursos judiciales son la coartada necesaria para decir: "Ey, yo cumplí mi promesa, pero los jueces no me dejaron". Y por supuesto, marrones como éste que generan impopularidad es mejor comérselos al principio de la legislatura. En cuatro años ya pocos se acordarán.
Es esa gente la que está dispuesta a votar a los que les prometan que todo volverá a ser como 1990, cuando había la mitad de tráfico sin necesidad de restricciones porque las distancias y la población eran considerablemente menores, y las preocupaciones medioambientales, una excentricidad de una minoría.
No nos engañemos: aunque ese pasado no vaya a volver, cada vez será más la gente que se resistirá a cambiar sus hábitos de transporte y estará dispuesta a abrazar cualquier causa que le engañe diciéndole que el mundo no ha cambiado.
Nos espera un futuro de partidos populistas con esto de la movilidad.
Ahora veamos las consecuencias de la decisión del mismo Martínez-Almeida de suspender Madrid Central mediante una moratoria de multas hasta septiembre:
- 5 de julio: El Juez decreta la suspensión urgente de la moratoria a petición de Ecologistas en Acción, aceptando el argumento de daños irreparables para la salud (leer el auto).
- 16 jul: Se desestiman las alegaciones del Ayuntamiento, mantienendo Madrid Central (leer el auto).
- 16 jul: Otro juez acepta la suspensión de la moratoria solicitada en paralelo por el PSOE (leer el auto).
- 19 jul: Se acepta la suspensión de la moratoria solicitada por Greenpeace
Y aquí es donde surgen las sospechas
¿A nadie le rechina que un alcalde preparado para dar soporte jurídico a la Administración Pública no haya sido capaz de fundamentar jurídicamente una decisión tan controvertida?
¿Alguien entiende que se haga una moratoria para sólo tres meses argumentada en un mal funcionamiento del sistema de multas que ya había sido subsanado, en lugar de aplicarla sine die hasta implantar el nuevo modelo de Madrid Central ya que las protestas y los recursos iban a suceder de igual manera?
Es más, si se va a reformar Madrid Central dentro de 1-2 años (el plazo que requiere modificar la ordenanza de movilidad) ¿qué sentido tiene meterse en un follón de moratorias de 3 meses y generar toda esta oposición y descrédito mediático internacional? ¿Por qué no esperar sin más a la modificación sin tocar nada entre tanto?
Todo es paripé
Es la única respuesta lógica que se me ocurre. Es un teatro de cara a los votantes poco motivados a los que se engañó prometiendo algo irrealizable para que abandonaran la apatía el día de las elecciones. En un artículo anterior comentaba con más lujo de detalles esta estrategia habitual del PP que tan bien le ha funcionado en el caso del IVA, el aborto o los fumadores.
Nunca ha habido intención de acabar con Madrid Central, saben que la Unión Europea nos crujiría a multas. Los recursos judiciales son la coartada necesaria para decir: "Ey, yo cumplí mi promesa, pero los jueces no me dejaron". Y por supuesto, marrones como éste que generan impopularidad es mejor comérselos al principio de la legislatura. En cuatro años ya pocos se acordarán.
No puedes votar por un pasado que nunca volverá
Más allá del oportunismo electoral, se esconde una realidad más cruda: La movilidad nos está generando muchos problemas y hay que cambiarla, y ese cambio tiene perdedores: los que usaban un privilegio (su vehículo a motor) ahorrando tiempo y comodidad a costa del espacio público de todos, la salud de todos y la seguridad vial de todos.Es esa gente la que está dispuesta a votar a los que les prometan que todo volverá a ser como 1990, cuando había la mitad de tráfico sin necesidad de restricciones porque las distancias y la población eran considerablemente menores, y las preocupaciones medioambientales, una excentricidad de una minoría.
No nos engañemos: aunque ese pasado no vaya a volver, cada vez será más la gente que se resistirá a cambiar sus hábitos de transporte y estará dispuesta a abrazar cualquier causa que le engañe diciéndole que el mundo no ha cambiado.
Nos espera un futuro de partidos populistas con esto de la movilidad.
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