Escrito por Anónimez
No se sabe bien cuándo, pero alrededor del año 1000, en un valle con varios ríos había un paso por donde cruzaban los bueyes. Allí se estableció una oleada de gente que venía huyendo de muchas cosas -presión demográfica, guerras- y que, en su lengua, dió nombre al sito, el vado de los bueyes: oxen(a) ford(a), muy parecido a Ochsen-furt, otra ciudad cuyo nombre significa lo mismo en Alemania.
En los siguientes 1000 años pasaron muchas cosas: se fundaron monasterios y grupos de estudio que dieron lugar a una universidad que se hizo famosa y que continuó y continúa rivalizando en autoridad con el ayuntamiento y que ante cualquier disputa saca una lista de premios Nobel para hacer presión. Hubo cambios de religión, masacres por ellas, "oscuras fábricas de Satán" de todos los tipos, explotación laboral digna de Dickens y ostentación inimaginable de riqueza mediante edificios que son difíciles de describir con palabras y cuyas torres dan el sobrenombre moderno a la ciudad: la ciudad de las agujas que sueñan. Alguna gente escribió libros de ficción destacables y otros descubrieron cosas.
Nada de eso cabe en un párrafo al igual que no cabe la vida, deseos y esperanzas de toda la gente que la habitó durante tanto tiempo; por eso mismo no lo intentaré, aunque diré una cosa más: bajo el plomo de las agujas se estableció una fábrica de bicis que cometió el error de empezar a fabricar coches. Como era de esperar creció, se estableció en un pueblo próximo y cerró. Se llamó Morris.
Tras estos mil años está la ciudad que podemos ver actualmente, el Oxford del año 2015.

No se sabe bien cuándo, pero alrededor del año 1000, en un valle con varios ríos había un paso por donde cruzaban los bueyes. Allí se estableció una oleada de gente que venía huyendo de muchas cosas -presión demográfica, guerras- y que, en su lengua, dió nombre al sito, el vado de los bueyes: oxen(a) ford(a), muy parecido a Ochsen-furt, otra ciudad cuyo nombre significa lo mismo en Alemania.
En los siguientes 1000 años pasaron muchas cosas: se fundaron monasterios y grupos de estudio que dieron lugar a una universidad que se hizo famosa y que continuó y continúa rivalizando en autoridad con el ayuntamiento y que ante cualquier disputa saca una lista de premios Nobel para hacer presión. Hubo cambios de religión, masacres por ellas, "oscuras fábricas de Satán" de todos los tipos, explotación laboral digna de Dickens y ostentación inimaginable de riqueza mediante edificios que son difíciles de describir con palabras y cuyas torres dan el sobrenombre moderno a la ciudad: la ciudad de las agujas que sueñan. Alguna gente escribió libros de ficción destacables y otros descubrieron cosas.
Nada de eso cabe en un párrafo al igual que no cabe la vida, deseos y esperanzas de toda la gente que la habitó durante tanto tiempo; por eso mismo no lo intentaré, aunque diré una cosa más: bajo el plomo de las agujas se estableció una fábrica de bicis que cometió el error de empezar a fabricar coches. Como era de esperar creció, se estableció en un pueblo próximo y cerró. Se llamó Morris.
Tras estos mil años está la ciudad que podemos ver actualmente, el Oxford del año 2015.
