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viernes, 26 de febrero de 2010

La potencial alianza y conflicto entre bicicleta y peatón

La Asociación de viandantes A PIE publica periódicamente unas guías para pensar en la movilidad desde el punto de vista del peatón, que somos todos. En la sexta edición hace referencia a las bicicletas:

La bicicleta es el vehículo más próximo a la marcha a pie en términos de velocidades, espacio ocupado y masa. Tienen ventajas comunes como la de no depender de motores y fuentes energéticas externas al ser humano, no producir apenas residuos ni ruido; son también los más saludables y convivenciales. Por todo ello se ha denominado al caminar y a la bicicleta como los modos de desplazamiento autónomos o activos. Son por tanto y potencialmente aliados en la movilidad sostenible.

Carril bici en calzada con separación física

Multiplicando por tres la velocidad del peatón (15 km/h frente a 4,5 km/h), la bicicleta multiplica por tres el radio de acción de la marcha a pie y por 9 la superficie a su alcance en el mismo periodo de tiempo de desplazamiento. Contribuye por tanto a facilitar las oportunidades de movilidad autónoma en ciudades grandes o modelos urbanos relativamente dispersos.

Pero la velocidad de la bicicleta, su gran aportación a la movilidad, es al mismo tiempo un factor de fricción y potencial conflicto con los viandantes. En primer lugar porque las velocidades señaladas más arriba son medias, mientras que en determinadas circunstancias el diferencial entre ciclistas y viandantes puede alcanzar 25 km/h. Por ejemplo, en vías llanas o en descenso, cuando los ciclistas pueden alcanzar los 30 km/h.

Carril bici en calzada

En segundo lugar porque caminar no es únicamente una forma de movilidad, sino también una forma de apropiarse del territorio, de la ciudad, de relacionarse con otras personas, de estar. Por consiguiente, el espacio de los viandantes no se debe pensar únicamente desde criterios circulatorios, de reglas y dimensiones para la movilidad peatonal, sino también y sobre todo desde criterios sociales, urbanísticos, paisajísticos y ambientales. El espacio peatonal es un espacio para estar.

Esta idea conduce de nuevo al inicio de este texto: la bicicleta es un vehículo y como tal su lugar preferente debe ser la calzada, junto a los demás vehículos. Las excepciones de esa regla deben analizarse una a una. Por ejemplo, la posibilidad de que los niños puedan montar en bici en espacios peatonales o la de compartir determinadas infraestructuras por parte de viandantes y ciclistas (pasarelas, pasos inferiores bajo infraestructuras, ascensores, caminos en áreas rurales y espacios naturales, etc.) puede ser admitida en determinados supuestos y condiciones siempre que no impliquen pérdidas del principio básico de prioridad peatonal.

Pasarela compartida peatones-ciclistas

Hay que analizar también en cada caso la posible autorización de la circulación de ciclistas en algunos espacios o zonas peatonales, como ocurre con la que se suele conceder para carga y descarga o para el paso de vehículos a garajes en determinadas condiciones.

Igualmente, la creación de vías ciclistas y aparcabicis no debe ser a costa del espacio peatonal, ni de las condiciones de comodidad y seguridad de los viandantes.

La bicicleta puede ser un aliado del viandante si se orientan las políticas para su promoción sin agravios para los que caminan, afrontando los problemas comunes vinculados, especialmente, a la presencia masiva de automóviles y a la circulación excesivamente veloz de éstos.

Para evitar que los potenciales aliados se conviertan en adversarios de una batalla mal enfocada, hay que tener siempre presente que el objetivo de la alianza entre personas que caminan, montan en bicicleta y utilizan el transporte colectivo no puede ser otro que un cambio en profundidad en el modelo de movilidad; un cambio presidido por la idea de reducir las enormes consecuencias negativas de un patrón de movilidad apoyado en el automóvil, un vehículo que, con una media de más de una tonelada de peso, una velocidad que potencialmente multiplica por 40 la del ser humano y una capacidad enorme de aceleración, presenta un gran diferencial respecto a las personas que caminan o pedalean.

Ciclocalle, medida de calmado de tráfico urbano

En conclusión, cuando se plantean mejoras para el uso de la bicicleta, la perspectiva peatonal consiste en interrogarse al menos sobre los siguientes asuntos y aspectos:

Las políticas y medidas de promoción de la bicicleta:

- ¿Están dirigidas a cambiar el modelo insostenible de movilidad vigente, reduciendo el uso del automóvil?
- ¿Tratan simultáneamente de recuperar el espacio público y de convivencia ciudadana, dominado previamente por el automóvil y la circulación?
- ¿Estimulan que los ciclistas utilicen su espacio natural, las calzadas?
- ¿Existe una política, un plan o un programa de medidas para mejorar las condiciones de los viandantes?

Aparcabicis en acera peatonal

En caso de construir vías ciclistas:

- ¿Ocupan espacio de calzada o bandas de aparcamiento evitando perjudicar al espacio peatonal?
- ¿Se aprovecha su construcción para dignificar, hacer más cómodo y agradable y seguro el espacio peatonal?
- ¿Se diseñan los detalles del cruce entre ciclistas y viandantes con criterios favorables a éstos y, en particular, a las personas con discapacidad?

Acera bici restando espacio peatonal

En caso de que las bicicletas estén autorizadas a utilizar determinados espacios de viandantes o de prioridad peatonal como sendas, caminos, pasarelas, zonas peatonales, calles de coexistencia, zonas 30, etc.:

- ¿Está garantizado el mantenimiento de la prioridad y los derechos de los viandantes?
- ¿Están garantizados los derechos y la calidad de estancia y circulación de aquellas personas de mayor vulnerabilidad como los niños, las personas mayores o las personas con discapacidad?

4 comentarios :

  1. yo lo resumo en una frase: "la batalla por el espacio" Creo que el debate debe dirigirse a restar espacio al coche para dárselo al peatón y la bici o compartir la calzada, que usa mayoritariamente el coche, de mejor forma.

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  2. Si hubiese menos coches y circulasen más despacio, no habría problema para que los ciclistas compartieran la calzada con los coches... y también es cierto que si los ciclistas fuesen despacio por la acera, tampoco tendrían problema en compartirla con los peatones.

    :) :) ;)

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  3. Con el objetivo del principio básico de prioridad peatonal. Pienso que ya que se admite la posibilidad de que los niños puedan montar en bici en espacios peatonales, se permita hacerlo también a las personas mayores. Es decir personas por ejemplo mayores de 50, 60, o más (ójala); con una alta responsabilidad, y con unas facultades físicas en declive, por lo que se les debería permitir. También estoy pensando en personas obesas que puedan tener disminuido la capacidad para desenvolverse con soltura en la calzada.
    Para mi la utopía sería una ciudad para las personas, es decir ciudades peatonales, como ocurre en muchas poblaciones europeas. Donde habría que regular el paso, y acceso del trasporte público no contaminante, puede ser eléctrico, o GLP; y el paso de las Bicis.
    Prefiero que la calzada no haya que compartirla con vehículos a motor particulares, para evitar accidentes, sino que las vías de acceso a las zonas habitadas sea mediante vias segregadas.

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  4. Guss, se podría aplicar el principio general de la preferencia del más débil:
    1-Zonas peatonales, prioridad del peatón sobre la bici, y la bici se adecúa a la velocidad del peatón (lo que cubriría todos los casos de ciclistas de baja velocidad que comentas)
    2-Calzada urbana, prioridad de la bici sobre el coche, y el coche se adecúa a la velocidad de la bici.
    3-En calzadas de velocidad de tráfico no compatibles con la bici (carreteras, autopistas) segregación no sólo para bicis, sino para otros usuarios (peatones), como quien usa un camino rural.

    Mi duda es si las grandes arterias urbanas deberían de tender hacia el modelo 2 o al 3. El modelo actual de carriles bici sugiere el 3, pero yo preferiría el 2, porque redundaría en una ciudad más habitable.

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