Estimados compañeros de En bici por Madrid:
Soy relativamente nuevo en esto del ciclismo urbano por nuestra ciudad; durante este año y medio la bici me ha dado muchas satisfacciones. Pocas, muy pocas veces, he tenido experiencias realmente desagradables. Una de ellas fue el pasado domingo, y aunque sólo sea por el desahogo y por compartir opiniones con el resto de los lectores, he decidido contároslo por si os parece de interés para el blog.
No voy a decir que sea la perfección circulando, pero estoy bastante mentalizado de la importancia que tiene por seguridad y por convivencia cumplir unas normas básicas de circulación, así que las conozco y las cumplo. El pasado domingo, a eso de las nueve y media de la noche, regresaba a mi casa después de ver a unos amigos. A mi paso por el Puente de Segovia iba circulando por el centro del carril (izquierdo, porque iba a girar en ese sentido), con luz delantera blanca, dos luces traseras rojas, dorsal reflectante, cintas reflectantes en los tobillos y casco. Apenas había tráfico. En un momento dado, casi llegando al semáforo, noto unos faros de coche detrás, oigo un leve chirrido e instantes después un coche me adelanta rápidamente por la derecha. No le di ninguna importancia porque no me di cuenta de que al parecer hizo una maniobra brusca. En el semáforo, al ponerme a su altura, el conductor me llamó y me recriminó "que no se me veía". Un poco extrañado le hice notar que llevaba dos luces traseras y reflectantes, a lo que él respondió con un encogimiento de hombros y repitió, que "él no me había visto". Más extrañado todavía le expliqué que llevaba elementos de visibilidad de sobra para circular de noche y que él debía prestar la atención adecuada. Lo siguiente por su parte fue recurrir a una muletilla con la que ya me he topado alguna que otra vez en situaciones parecidas: "si yo lo digo por ti, por tu seguridad. Si no valoras tu vida es problema tuyo. A mí me da igual".