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viernes, 29 de marzo de 2019

Ciclismo en femenino: Experiencias: ¿Hace cuánto tiempo que montas en bici?

La experiencia de Yoli

Ahora sí que sí que se acaba el mes de marzo. Hemos tenido muchas experiencias este año que esperamos que os hayan animado a salir más en bici, sobre todo aprovechando que este mes que sigue es el mes de la bici. 

Para cerrar queremos compartiros la experiencia de Yoli, que ya lleva tiempo saliendo con el grupo, pero aún más disfrutando de la bici. Su veteranía le viene de no perderse ninguna oportunidad que se le ponga por delante y de disfrutarlo todo. Algo que he escuchado en varias salidas es que siguiendo la rueda de Yoli se podía aprender mucho... como si fuera tan fácil seguirla.   

Muchos de los que aquí participamos empezamos por retos que en su día parecían inabordables, como hacer tus primeros 30 kilómetros seguidos. Luego acabas en la Sierra Norte Bike Challenge... Bueno, eso igual no cualquiera, Yoli es mucha Yoli, pero quién sabe.

Por cierto, ¿sabes que mañana salimos de ruta?

¿Hace cuánto tiempo que montas en bici?

Mi primera Morcuera


Una de las preguntas que más me hicieron cuando llegué al grupo de enbicipormadrid fue: ¿Hace cuánto tiempo que montas en bici?

Pregunta no siempre fácil de responder... En mi caso, suelo dar la respuesta contando desde que yo me compré mi propia bici. Actualmente, 4 años. Pero esta es la respuesta breve, rápida y fácil. Hay veces que me pongo a pensar en la respuesta larga y mi cabeza se llena de recuerdos:

Recuerdo… Recuerdo... Mi triciclo de ruedas macizas. Con ese trasto era invencible, ¡¡¡nunca pinché!!!

Recuerdo… La bici roja de mi hermano, una BH de niño plegable que mi madre doblaba para guardarla junto a mi triciclo.

Recuerdo… Recuerdo… Mi bici verde de niña, con portabultos integrado (pero no era plegable).
Recuerdo pintar con pintauñas rosa los rayones de las caídas y desperfectos que iba sufriendo.

Recuerdo… Recuerdo unas navidades en las que los reyes magos le trajeron una bici nueva a mi hermano, una bici de mayor. ¡¡¡Con 21 marchas!!! ¡Qué envidia!

Recuerdo… Paseos en familia con la bici… Un par de botijos perdidos… Soltar una mano del manillar y comer helado con la otra…

Recuerdo… Recuerdo mi décimo cumpleaños, ¡¡¡¡una bici de mayor de regalo!!!! ¡¡¡¡Con 18 marchas!!!! ¡¡¡¡Con eso no iba a haber quién me parara!!!! Fuimos al Alcampo a elegirla, la escogí porque era verde (¿qué? es un criterio como cualquier otro para escoger cosas). Ese día fui la niña más feliz del mundo.

Uno de los días más felices que recuerdo 

Recuerdo… Unas cuantas salidas con los amigos del barrio en bici.

Recuerdo... Recuerdo la primera vez que se me metió en la cabeza utilizar la bici como medio de transporte. Quería ir a mi lugar de estudios en bici. Había mirado el mapa del anillo verde ciclista como 70 veces. Casi que me lo sabía ya todo de memoria, los giros, los cruces... Solo tenía que seguir la pista roja del carril y las indicaciones de los carteles. Parecía fácil, 35 km calculados a ojímetro.
Recuerdo… Un sábado que salí en solitario, convencida de que llegaría. Dispuesta a medir tiempos para hacerlo algún día de diario. Y llegué, no me perdí (sin móvil, sin gps y sin mapa). Eso sí, me volví en tren. Estaba taaaan cansada que tardé un año en volver a plantearme la hazaña…

Ese día decidí que tenía que comprarme un casco.

Recuerdo… Mi primer trabajo… y unas ganas irrefrenables de ir en bici a trabajar. Pero Madrid, la gran ciudad era demasiado para mí.

Recuerdo… Una gran frustración, cada vez que quería salir y no encontraba a nadie con quien ir. Muchos días me quedé en casa por el miedo a salir sola. Yo quería ir a la sierra, al campo, donde se concentra todo lo verde... (me encanta el verde).

Recuerdo... Recuerdo un anuncio de un club de montaña en el folleto de las fiestas de Navidad. Reuní suficiente valor como para ir a preguntar y… Me engañaron y me dejé engañar. Me dijeron que era fácil; me dijeron que no había muchas cuestas; me dijeron que me llevaban al embalse de Picadas a montar en bici; y me dijeron que yo podía ir sin ningún problema y… Yo me lo creí. Ingenua de mí, yo no estaba preparada para esa ruta (tuve agujetas un mes). Sin embargo, no puedo evitar una sonrisilla cada vez que recuerdo ese día.

 
Observando los ñus desde la valla del Safari, en mi primera ruta por montaña. Sí, yo soy la del chándal de algodón con la bici de juguete y el portabultos del Lidl

Recuerdo… Recuerdo el día en que se metió en la cabeza que quería hacer un viaje con alforjas. Quería irme lejos con mi bici y perderme por todo lo verde del mundo. ¿Un camino de Santiago quizás? Me fijé unos objetivos: primero, ponerme fuerte; segundo, reunir material (alforjas, portabultos…); y tercero, cambiar de bici (en el caso de que me tocara la lotería, claro).

Recuerdo… Recuerdo que cambié de lugar de trabajo. El nuevo lugar estaba pidiendo a gritos que fuera en bici.

Recuerdo el primer día que fui a trabajar en bici. 10 km de ida más 10 km de vuelta. Cuando llegué a casa solo tenía ojos para mi camita… Bendita ella y la siesta que me eché.

Recuerdo… Recuerdo que al cabo de un mes ya era capaz de ir todos los días sin caer muerta sobre la cama.

 Yo empujando la bici por una cuesta embarrada en mi primera ruta por la montaña

Recuerdo… Que un día en el Carrefour, una bici que había allí me hizo ojitos y no pude resistirme. Frenos de disco, amortiguación delantera (tenía ganas de probar esto), ruedas de 29. Decidí que se venía conmigo. ¡¡Por fin!! ¡¡¡Mi primera bici comprada por mí misma!!!

Recuerdo… Recuerdo que estaba tan ilusionada con mi bici nueva que me atreví a probar otras rutas con otra gente, con otros grupos.

Recuerdo mi primer viaje de fin de semana para montar en bici: Sierra del Rincón el sábado y Hoces de Riaza el domingo. Experiencia que inauguró un montón de findes BTT que vinieron después. Escapadas que empezaron a engancharme como una droga...

 La primera vez que pisé nieve (con mi bici del Carrefour), subía tan despacio que cuando llegué el resto del grupo ya estaba volviendo. No pude evitar sacarle una foto a mi bici. Laguna Helada de Soria, Ruta de los templarios.

Recuerdo un libro de la biblioteca que hablaba de ir en bici. Grandes rutas por España en bici. Con esto, el comienzo de un plan: ¡Llegar a Pirineos en bici!

Recuerdo… La desesperación de no encontrar a nadie que estuviera dispuesto a acompañarme en mi pequeña locura cicloturista. Lo tenía todo, el material, la fuerza y los mapas estudiados. Pero no quería ir sola.

Recuerdo el día que se lo propuse a una persona, prácticamente desconocida, pero que me caía bien y que ya había hecho algún camino de Santiago en bici. ¡¡¡¡¡¡Y lo ilusionada que estuve cuando me dijo que sí!!!!!!

Recuerdo cada momento de ese viaje como si fuera ahora. Con una sonrisa en la cara. Recuerdo cada uno de los 13 días, incluido el día que vuelta que lo pasé durmiendo (8 horas de tren, completamente sopa). Recuerdo: el sol abrasador de Tudela, la arena suelta, seca y rojiza de las Bardenas Reales, el trigo seco ondeando con el viento (esperando que lo recogieran), las aguas del río Aragón tranquilas, esperando a que las recorriéramos, el menú que me metí para el cuerpo en Cáseda, el cruce con el camino de Santiago en Sangüesa, las preguntas de los curiosos, la noche limpia y el cielo estrellado de Undués de Lerda, la paz que se respiraba allí, la inmensidad del agua en el embalse de Yesa, lo verde que se volvió todo a partir de allí, la boca abierta como una niña de dos años con una piruleta ante las paredes de roca que protegían el río en la foz de Burgui, el valle del Roncal (todavía se me cae la baba, lo tengo en la lista del “hay que volver”), el viento en contra que nos pilló antes de llegar al camping de Esparza de Salazar, el mercado de Ochagavía (último punto antes de perderse en el auténtico Pirineo), las hayas de Irati, las babosas (nunca había visto un bicho igual), la magia del bosque que se respiraba en cada bocanada de aire, el sonido de los pájaros, los árboles y el agua, la inmensidad del monasterio de Roncesvalles, los caminos verdes con rampas de ensueño, una pequeña incursión en Francia, la vía verde del Bidasoa y las olas del mar en Irún.

 Mi primera ruta cicloturista. Me gustó tanto que cada año pienso en la siguiente

Recuerdo… Montones de rutas en las que me sentía invencible sobre mi montura con ruedas.

Recuerdo… Una gran necesidad de cambio de bici (con año y medio y diez mil kilómetros, me empezaba a fallar). Lo tenía claro, esta vez quería una bici de tienda de bicis.

Recuerdo… Entrar en una tienda de bicis, decidida a salir de allí con una (siempre que no fuese más cara que mis ahorros, claro). Y el vendedor de turno tuvo suerte y me vendió una bici. ¡¡¡¡¡Mi primera bici de marca!!!!! (Una Cube)

Recuerdo un montón de salidas que vinieron después, ¡¡¡¡ahora sí que era invencible!!!!

Recuerdo la ruta del telégrafo, yo iba con un amigo con el que había compartido grandes aventuras y… nos empezamos a cruzar con un grupo, “En bici por Madrid” se hacían llamar. Los adelantábamos, nos adelantaban, los pasábamos de nuevo, nos volvían a pasar. Me llamó la atención y empecé a cotillear las salidas que ponían en la web.

Recuerdo haber mirado varias y no haberme sentido a la altura. ¿80Km? ¿Están locos?

Recuerdo un puente de mayo (hace ahora 2 años). En la web habían publicado una “iniciación al clicloturismo” por la sierra de Madrid. Se me hacía la boca agua, pero... No conocía a nadie, nunca había hecho tanta distancia con tanto desnivel y mucho menos con peso. Además, daban lluvia. Vamos que no terminaba de decidirme. En el último momento tuve un arranque de voluntad y me animé a ir. Me subí al tren y allí estaban, un grupo de ciclistas pertrechados para la aventura. Me acerqué y me presenté. Fue mi primera ruta épica (con épica de verdad de la buena), me lo pasé genial. Fue mi primera Morcuera (cada vez que paso por allí, recuerdo este día). Lo que más me sorprendió fue lo bien que me sentí con esta gente, lo bien que me trataron después de haber aparecido sin apuntarme, sin avisar y prácticamente sin conocer a nadie.

Mi primera ruta con "En Bici por Madrid". Imposible de olvidar

¡¡¡Cuando llegué a casa tenía ganas de más!!! ¡¡Quería más!!

Y así fue como me enganché a este grupo y a su gente (responsables de la mayoría de mis recuerdos ciclistas de los últimos 2 años). Me enganché a su forma de aceptarte como eres, sin preguntarte a qué esperas si eres lento, sin preguntarte a dónde vas si eres rápido, sin pedir explicaciones y sin pedirte que cambies para poder dar un paseo en bici con ellos.

Empecé a ir todos los sábados y a no perderme NINGUNA de las rutas que proponían.

Su forma de ser y los retos, fue lo que más me enganchó. Llevaba tiempo pensando que estaba estancada, que había alcanzado mi límite y que ya no podía mejorar más. Con ellos sobrepasé esos límites, cada ruta era un reto (sobre todo al principio). Después vino el Soplao y más tarde la Sierra Norte (dos grandes retos). Sin olvidar un par de caminos en verano. Aunque… Lo más duro para mí fue una ruta nocturna “Madrid-Pastrana y vuelta”, en la que creí que me iba a quedar dormida sobre la bici o acurrucada en el arbusto más próximo…

Vaya… Me he perdido en los recuerdos. ¿De qué estábamos hablando? Ahhh, sí, ya me acuerdo: ¿hace cuánto qué montas en bici?

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