La bici está de moda, lleva tiempo en los anuncios y escaparates, medios de comunicación, "biciMAD" y hasta en la política; el gobierno actual de la ciudad lleva el apoyo a la bici por bandera y tiene una intensa política en este aspecto.
Sin embargo, la bici pese a ser el segundo transporte más antiguo en uso de cualquier ciudad, detrás de caminar, claro, se le trata como a un menor de edad incapaz. Todo el mundo opina, cuida, aconseja, dice fomentar la bici y proteger a sus usuarios.
Pero la bici no necesita ningún privilegio, es ya de por sí un transporte privilegiado: silencioso, agradable, no contaminante, poco agresivo, fuente de salud, práctico, rápido, sencillo, aǵil, barato, versátil, infinito…
Esta siendo tutelada o más bien mangoneada por todo el mundo, para los políticos es una herramienta de maquillaje, para los urbanistas un juguete, para los constructores una fuente de ingresos, para periodistas una fuente de tendencias...
La bici es ahora ese niño de los de esta época, hijo único, sobrino único, con una pléyade de adultos sobre él, opinando sobre si va demasiado abrigado o si debería usar casco con el monopatín y unas autoridades haciendo firmar mil papeles para hacerles una foto o llevarlos de excursión al campo.
Sin embargo, la bici no necesita que nadie la ayude ni tome decisiones por ella, es adulta y capaz, no necesita ayuda del gobierno ni del vecino, más bien es al revés, lo que necesita es que nadie se fije en ella. Que miren hacia otro lado, que resuelvan otros problemas más generales e importantes y sobre todo reales.
Sin embargo, la bici pese a ser el segundo transporte más antiguo en uso de cualquier ciudad, detrás de caminar, claro, se le trata como a un menor de edad incapaz. Todo el mundo opina, cuida, aconseja, dice fomentar la bici y proteger a sus usuarios.
Pero la bici no necesita ningún privilegio, es ya de por sí un transporte privilegiado: silencioso, agradable, no contaminante, poco agresivo, fuente de salud, práctico, rápido, sencillo, aǵil, barato, versátil, infinito…
Esta siendo tutelada o más bien mangoneada por todo el mundo, para los políticos es una herramienta de maquillaje, para los urbanistas un juguete, para los constructores una fuente de ingresos, para periodistas una fuente de tendencias...
La bici es ahora ese niño de los de esta época, hijo único, sobrino único, con una pléyade de adultos sobre él, opinando sobre si va demasiado abrigado o si debería usar casco con el monopatín y unas autoridades haciendo firmar mil papeles para hacerles una foto o llevarlos de excursión al campo.
Sin embargo, la bici no necesita que nadie la ayude ni tome decisiones por ella, es adulta y capaz, no necesita ayuda del gobierno ni del vecino, más bien es al revés, lo que necesita es que nadie se fije en ella. Que miren hacia otro lado, que resuelvan otros problemas más generales e importantes y sobre todo reales.