No es posible proponer medidas adecuadas si antes no conocemos bien el problema
Esta semana se presentó la Mesa Nacional de la Bicicleta, un organismo que agrupa a empresas, asociaciones de usuarios y de profesionales, y ayuntamientos, con objeto de ser una sola voz para las cuestiones que afectan a toda España en temas de ciclismo.
En la presentación, Conbici leyó cuatro propuestas para comenzar a rodar:
1 Inversión en infraestructuras, en seguridad y en educación, con el fin de lograr para el 2015 un 10% de presencia de la bici en el reparto modal.
2 Reducción de la velocidad máxima permitida en ciudades a 30 km/h
3 Programas de En bici al trabajo para empresas
4 Creación de la figura del Señor de la Bicicleta, responsable dentro del Gobierno de España de la coordinación de los diversos ministerios de la promoción de la bicicleta.
Aunque sean bienintencionadas, algunas de estas propuestas no tienen sentido si antes no tenemos datos en la mano. ¿Sería posible que la Mesa Nacional consiguiera la siguiente información?:
Que nadie muera en las ciudades por culpa de un atropello. El deseo no es una utopía. O al menos no se aleja tanto de la realidad, porque en ciudades como Pontevedra ya lo han logrado. ¿Cómo? Reduciendo la velocidad máxima en toda la urbe a 30 kilómetros por hora. En un arrollamiento provocado por un vehículo que circula a esta velocidad, el peatón tiene un 95% de posibilidades de sobrevivir. Si es a 50 por hora, sus opciones de vida se reducen a un 55%. Por encima de 70, las estadísticas apuntan inevitablemente hacia la muerte. Todos los estudios al respecto certifican estos datos. ¿Sería entonces una idea descabellada imponer este límite en las ciudades? ¿O choca con otros intereses irrenunciables?
