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miércoles, 4 de enero de 2012

'Los padres con sus hijos en bicicleta son los jinetes del fin del mundo' por Salvador Sostres

Salvador Sostres para elmundo.es

La tremenda irresponsabilidad de esa clase de padres que cargan a su hijo en la bicicleta y le llevan por la ciudad, arriba y abajo, entre motos y coches, con la sola protección de un casco normalmente de poca o de ninguna calidad. Estos padres merecerían ser apartados dos días de sus hijos para que pudieran sentarse y reflexionar. ¿Cómo pueden poner la vida de su prole en peligro de este modo tan intenso y tan absurdo?

'Los padres con sus hijos en bicicleta son los jinetes del fin del mundo' por Salvador Sostres
Es muy propio de las sociedades destrozadas moralmente por la socialdemocracia que se llegue a la extrema degradación de pensar más en la protección del medio ambiente que de la vida de tu propio hijo o hija. Tales son los siniestros efectos de la propaganda más perniciosa del mundo. Como si no tuviéramos bastante con los accidentes de coche, como si ir en moto no fuera ya un exceso de temeridad, como si no hubiera suficientes familias noqueadas, destrozadas por tan mortíferos accidentes de tráfico.


Como si el peligro no existiera, ni nadie tuviera ningún deber ni ninguna responsabilidad, ahí van estos padres sin ninguna clase de cerebro ni de piedad exponiendo a sus hijos a cualquier giro brusco de un coche, al menor error de un conductor distraído, al choque más suave y tan habitual en la gran ciudad. Todo ello sería menor y casi no tendría consecuencias si se produjera entre dos coches, de igual a igual.

Pero montado en una bicicleta, sin capacidad de reacción, sin la punta de velocidad de la moto y siendo tu propio cuerpo, y el de tu propio hijo, la carcasa que para el golpe, cualquier roce podría ser letal. ¿De verdad que nunca has pensado en ello? ¿Me dices en serio que en ningún momento te ha pasado por la cabeza la secuencia trágica? Hemos perdido el ritmo, la tensión, el temor de Dios que pone en guardia a los instintos y a la voluntad, y que nos mantiene alerta ante el peligro y ante la tentación.

¿En qué mundo vivimos? Una sociedad que no vive obsesionada por proteger a sus crías es una sociedad enferma y condenada a la extinción. Exponer a tu hijo al peligro inminente y de un modo tan completamente gratuito e innecesario es el paso previo a matarlo con tus propias manos. Luego nos hacemos las grandes preguntas, para las que nunca hallamos respuesta. No me extraña, si no somos capaces ni de respondernos lo más elemental, si hemos perdido el contacto, el vínculo con nuestros instintos más básicos y fundamentales.

Cada vez que un padre circula por el arcén en bicicleta y con su hijo a cuestas, Occidente decae y se desmorona, y los bárbaros se acercan un poco más a Roma. Cada vez que un padre expone la vida de su hijo al menor percance, con eventuales consecuencias que fácilmente podrían resultar letales, la Humanidad avanza hacia su destrucción final. Cada vez que te llaman retrógrado y hasta fascista por defender lo más natural, lo más obvio, la enfermedad se hace más fuerte y retroceden las defensas.

Luego dirán que es culpa de los coches, del CO2, de la ambición desmedida del hombre, la la cruel frialdad de la ciudad; cuando en realidad es sólo culpa tuya y de tu inconsistencia, de tu irresponsabilidad atroz, de este lamentable modo de vivir sin asumir la responsabilidad, sin calcular el riesgo ni las consecuencias. Este modo de vida que es el síntoma más palmario de la total decadencia.

Deja de funcionar el miedo a perder a tu hijo y todo deja de funcionar. Los padres con sus hijos en bicicleta son los jinetes del fin del mundo. All the rest is silence. Si crees que me pongo dramático imagínate la escena, aunque sea sólo un instante.

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