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jueves, 4 de junio de 2020

En apoyo a David, el ciclista atropellado ayer en Bravo Murillo

Escrito por Julia Sanz
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Podría haber sido yo. Ayer, como David estuve en la cadena que había convocado Pedalibre para pedir un carril-bici en Castellana. Ayer como David usé Bravo Murillo para regresar a mi casa, un poco antes que él. Ayer no sabía quien era. Hoy he visto esto y siento como si hubieran enviado al hospital a un hermano o a un hijo:





David, si estás leyendo esto: no estás solo. No son solo las redes que se han volcado para abrazarte (yo lo hago por aquí, que no tengo twitter), también los que te ayudaron en el accidente que circulaban contigo y que me emociona ver cómo enseguida se pusieron en marcha, desde los que pararon el tráfico hasta los que te atendieron en el hospital o la policía que encontró al malnacido que borracho no te vio en una vía iluminada de frente, con poncho fluorescente y luces, y además se dio a la fuga.


Llevo unas horas nerviosa y me cuesta aclarar todo lo que me pasa por la cabeza. Siento que tengo más ideas que palabras, igual lo que escribo a continuación es confuso, y seguro que si lo medito unos días lo escribiré mejor, pero es hoy cuando mi hermano, mi hijo necesita mi apoyo.

Por un lado pienso en que Bravo Murillo no es una calle rápida por la gran cantidad de semáforos que tiene, y que siempre que he pasado por ahí no me ha resultado demasiado peligrosa. Y no sé cómo me voy a sentir la siguiente vez que la use.

También me viene a la cabeza la cantidad de sitios en Madrid donde el tráfico no va más allá de 40 km/h y donde algo así podría pasar, ¡son tantos! Alcalá, Ciudad de Barcelona... incluso calles sin carril-bus, donde esa velocidad es común... ¿Conocéis Padre Damián? Es una calle cercana relativamente tranquila donde nunca he sentido miedo. Pero no hay nada que impida que alguien corra o que un borracho te alcance.

Pero sobre todo se me aparecen las imágenes de la reivindicación que habíamos tenido esa tarde pidiendo carriles-bici en calles principales, en la inacción del Ayuntamiento de Madrid, en ese accidente evitable... y me frustra ver que no se hace nada, y lo peor, que aunque se hicieran todas las vías ciclistas que el Ayuntamiento dice que va a hacer desde hace años y que nunca llegan, seguiríamos a merced de que un borracho se saltase un semáforo en cualquier cruce, o nos embistiera por detrás en la calle de al lado, esa que como Padre Damián nunca va a tener carril-bici. O que nos salváramos nosotros que vamos en bici y se llevara por delante a un peatón.

¿Cuál es la respuesta? ¿Por qué todavía siguen pasando esas cosas? ¿Hay que poner un policía detrás de cada persona que conduce? ¿Poner limitadores a los coches para que no pasen de 30, o no arranquen si no te haces la prueba de alcoholemia? ¿Condenar al ostracismo social a todos los que siguen considerando que las multas son recaudatorias? No lo sé. Sólo sé lo que le decía a David al principio y que ahora me digo a mi misma para no tirar la toalla: "no estoy sola, Julia, hay mucha gente que cree que lo que hemos vivido hace dos meses no debería ser un espejismo, que la mitad del tráfico sobra y que cuando hay diez, cien veces más bicis todo es mejor". Lo leo en todas partes. Lo oigo a todos mis amigos. Me lo comentan muchos conocidos.

A todos esos que añoráis que la ciudad no se haya quedado con el tráfico de mayo, también os lo digo: no estáis solos, no estamos solos. Pero no basta con esperar a que el Ayuntamiento haga algo, no espero nada de esa institución, tendremos que ser todos, todas, las que hablemos al vecino que no se plantea nada más que volver a lo anterior, al compañero de trabajo que no entiende que vayamos al trabajo en bici, al jefe que ignora que la bici es un modo de trabajo más respetable que su SUV, al que vemos conducir mal... lo peor ahora sería mirar a otro lado por vergüenza, por pereza, por pensar que no es nuestro papel. ¡Claro que sí es nuestro papel, porque es nuestra ciudad! Es nuestro deber cambiarla para que esta imagen sea el día a día y no un recuerdo.



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