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viernes, 9 de marzo de 2018

CICLISMO EN FEMENINO. EXPERIENCIAS: Seis meses y ¡doce rutas ya!

La experiencia de Ana


Con este post queremos inaugurar algo que ya surgió desde nuestros escritos por el día de la mujer, el 8 de marzo, con la idea de que cada día seamos más (Mujeres Ciclistas). Este es un blog escrito principalmente por hombres y cuyos seguidores son mayoritariamente hombres, aquí se convocan rutas en bici y los asistentes son en su mayoría hombres, por todo esto es más fácil que las temáticas interesen más a hombres, por mucho que cada día seamos más mujeres las que nos acercamos a leer, y aún menos, a escribir, sobre bicicletas, rutas, etc.

Precisamente porque queremos que esto cambie, iniciamos con este relato una serie de publicaciones que hablarán de "otros" temas, empezando aquí y durante los viernes de Marzo estaremos publicando desde el lado más femenino de enbicipormadrid.

El primer relato lo escribe Ana. Ana lleva un tiempo compartiendo rutas con nosotros y se ha prestado muy generosamente a contarnos su experiencia después de seis meses rodando con las rutas MTB convocadas desde este blog.
Un lujo leer su vivencia y compartir rutas con ella.
Así que sin más presentaciones, ella es Ana:

Seis meses y ¡doce rutas ya! desde que rodé por primera vez con #enbicipormadrid




Me han invitado a contar un poco como ha sido mi experiencia, pero antes me gustaría contextualizar un poquito. Me he cruzado con much@s que dicen leer el blog pero que no se han atrevido a apuntarse a sus rutas. Si yo, que soy una paquete, he podido participar en doce rutas ya... (Sé que son doce porque hay doce álbumes de fotos; aclarar que no voy haciendo muescas en ningún sitio.)

Mi historia con la bici empieza en agosto de 2015, cuando me compré mi primera bici. Aprender a montar en bici era algo que tenía ahí pendiente pero que no me había animado a hacer nunca. Me dije que cuando por fin tuviera mi casa y espacio sería lo primero que haría. La casa llegó, pero el terreno era hostil para empezar; todo lo que sale de mi barrio son cuestas. Al final compré una bici mixta de paseo y pasé un año aprendiendo a montar en bici. Primero dando vueltas a la manzana, cogiendo confianza. Luego localicé el carril bici y el anillo ciclista y empecé a aventurarme por allí, primero 7 km, después 14, más tarde 30. Y para mayo el anillo verde completo. Y ya me empezaba a aburrir del carril y de salir sola.

Una agencia de viajes de montaña con la que viajo a veces organiza también salidas en bici. Pregunté si podía apuntarme con mi bici de paseo y me dijeron que casi mejor una de montaña... Ahí empieza el nuevo proyecto. Pasé todo el verano asesorándome en mi entorno, y gracias a las recomendaciones de un compi del club de montaña, en septiembre de 2016 compré mi primera bici de montaña.

Casi inmediatamente conocí algunos grupos de bici, primero y principalmente aBICIoMAD@s, y luego también BBR y Pelotón Tajuña, y con ellos hice mis primeras rutas a Rivas, a El Pardo, al Monte de Boadilla, a Aranjuez, a Alcalá de Henares, etc. Con bastante miedo al principio, porque mi nivel era bajísimo, pero la verdad es que solo he conocido gente estupenda con la bici que me ha ayudado a seguir creciendo. Siempre se espera al último y se echa una mano en el camino al que lo necesita, tanto si es algo técnico, como si necesitan un poco de confianza y algún que otro consejo. He aprendido un montón y he conocido a mucha gente asombrosa con quienes espero seguir saliendo en el futuro porque con ellos he aprendido, y sigo aprendiendo, a montar en bici entre otras cosas.

Después de un año tenía ganas de más. No es que me sintiera preparada, porque seguía teniendo problemas con algunas cuestas de la Casa de Campo. Pero quería ver más, quería salir de Madrid y del asfalto y acercarme más a la sierra. Pero me preocupaba mi nivel versus la exigencia de ese tipo de rutas. Y no es fácil que te acepten en una salida con gente que tiene un nivel superior al tuyo. Hablando de esto un día por el carril bici a Tres Cantos, con la sierra al fondo, Sam y Gus me hablaron de este grupo.  Me contaron lo que ellos habían aprendido y el tipo de salidas que hacían, y me animaron a probar. Un punto importante era que se va en transporte público a las rutas.

Así que a finales de septiembre de 2017 me apunté a la primera salida con los enbiciados.

Embalse de Santillana
En esa primera salida, iba asustada sin saber qué me iba a encontrar (yo y el miedo; sé que está todo en mi cabeza). Sam y Gus no iban, pero me encontré con K-li en el tren. Ya había coincidido con ella antes y me tranquilizó verla. Sé que algunas personas se presentaron en la estación, pero eran ¡cuarenta ciclistas! Me quedé con pocos nombres el primer día. Sí recuerdo que Novoa intentó ayudarme con un tramito complicado llegando al puente medieval, explicándome que era mejor pedalear de pie para no perder el equilibrio (no me atreví a decir que no sabía, bueno, que no sé pedalear de pie). También aprendí que no se sacan abrojos de las ruedas a no ser que sea necesario y menos de una bici ajena (afortunadamente tenía líquido antipinchazos y no pasó nada).

La experiencia me encantó, y al fin de semana siguiente repetí con la vuelta a El Pardo. Me daba miedo apuntarme porque era una ruta más complicada. Pero, como pasaría muchas veces después, me dieron el empujón que necesitaba y fui. Ahí descubrí que se puede patear empujando la bici y no pasa nada. Te esperan igual. Pasé sed como en mi vida; siempre me acordaré de los que se fueron a comprar agua y nos esperaban a los últimos en Tres Cantos con agua fresquita.

Luego llegó la Fuenfría, mi primer puerto de montaña. Tremenda satisfacción al verme por fin en la sierra con la bici. Y mucha frustración en la bajada desde el Alto del León. Ahí había un senderito que se me atragantó y como siempre iba la penúltima, porque detrás iba Felipe. Y yo solo quería que Felipe me pasara y me dejara detrás para seguir haciendo el ridículo yo sola. Qué rabia me da no saber. Nones. No dejan a nadie solo jaja. Siempre hay cierre de último. Luego en la bajada por la Solana fui escoltada por Iván y Felipe que iban indicando por dónde ir mejor. El último trozo, el de la foto lo hice andando esa vez. Estaba ya en momento de colapso mental. Aunque me siento orgullosa de que cuando hicimos la ruta de la Jarosa, bajé por ese camino siguiendo a Laura y lo hice montada en la bici :) Gracias también a los que se colocan siempre en las curvas más complicadas para señalizarlas (parece que alguno que otro ha salido volando en una curva). Volví de esa primera ruta por la sierra sin pastillas de freno. Las primeras me duraron casi un año, y en seis meses las he tenido que cambiar dos veces.

A veces la cabeza peta antes que el cuerpo

Ese día aprendí que los enbiciados están fatal. La ruta fue de 54 kilómetros y al acabar, después de la cervecita, se volvieron pedaleando. La mayoría hasta Madrid. Otros 74 kilómetros.

En el valle del río Moros me dieron un trocito de cinta verde que me hizo mucha ilusión por lo que sé que representa para el grupo. No he conocido al Capi en persona, pero cada ruta es de verdad un homenaje porque siempre se acuerdan de él. Como yo me voy a acordar de todos los que se han dedicado a enseñarme y animarme.

La ruta de Mordor sin Mordor me encantó. Ahí Felipe me estuvo enseñando como tenía que colocarme para bajar por caminos un poco accidentados. Flexionar los brazos, no ir tan tensionada, ponerme de pie sobre la bici, echando el cuerpo para atrás... Igual lo estoy contando mal, pero cada vez voy bajando mejor. Agustín se puso a caminar un rato conmigo en algunas cuestas para que viera que no era una deshonra caminar. Estuve un buen rato discutiendo con David 6D2. Yo quería que me avisaran si una ruta era demasiado para mí, que no me dejasen ir a una cosa que vieran que yo no iba a poder, que a ver si iba a ser un problema para el grupo un día. No pillaba de qué iba todavía.

El cumple del Capi en El Pardo. Me parecía que no pintaba mucho allí, pero me anime a ir y me alegro. Fue la oportunidad de entender un poco mejor la locura de este grupo. La frase "se espera a todo el mundo, aunque no se lo merezca", creo que la escuché ese día.

La Morcuera, segundo puerto de montaña, una de las rutas favoritas de K-li (creo, porque a K-li le gustan todas siempre). Disfrutamos de un paisaje otoñal espectacular. Me sentí muy bien de ser capaz de hacerme esos 900 metros de desnivel. Ana me dijo que ya me veía venir a las rutas más relajada que al principio. Y era verdad que ya no llegaba con el susto en el cuerpo; ahora sabía que pasara lo que pasara sería un día para disfrutar.

Tanta confianza tenía ya que me apunté sin pensarlo a la ruta de Alcalá. Al empezar la ruta, Poli me decía que le sorprendía en los fregaos que me metía. Y yo no sabía hasta que punto. Disfruté de bajar por primera vez por la Senda de los Lagartos siguiendo los consejos de Gus. Ese día también estuve siguiendo bastante las ruedas de Laura, que se ofreció a ayudarme en zonas complicadas. Pero aproximadamente a la mitad de la ruta, no tiraba. Era como que no tenía fuerzas ya ni para las pistas sencillas. Ahí descubrí las barritas caseras de Manu, que no solo son energéticas, sino que están ricas, ricas. Merece la pena el bajonazo si te van a dar una. Me ofrecieron sacar la cuerda, que decliné, y me ayudaron empujándome algún tramo. Pero, sobre todo, me animaron. Increíblemente, llegué a Alcalá 70 kms después. No me lo creía. Iba saliendo de un catarro y volví con el catarro completo y afónica, pero entrábamos en Alcalá anocheciendo y yo con una sensación de superación total.
Alaia y Laura en una de las bajadas del Parque de los Cerros volviendo a Alcalá de Henares
Ahora, la ruta épica de verdad fue la primera que hice con el grupo para estrenar el año. Dejo aquí un vídeo de ese día. Vimos lo mejor, la nieve, y lo peor, la lluvia. Será una historia para contar siempre. Esos días de penuria, se generan anécdotas de todo tipo. Ese día algunas fueron con Andrea y Pilar, que yo pensaba que eran enbiciados de toda la vida, y resulta que se estrenaron en la misma ruta que yo.

La ruta al cerro del Telégrafo y embalse de Navacerrada también tuvo su reto con el viento y el frío, pero la disfruté mucho. Tocamos algo de nieve ese día, pero el reto de la nieve de verdad para mí fue el de la ruta de los Tres Valles. Yo me quería dar la vuelta en la Fuenfría, no veía nada claro lo de rodar con nieve y había para aburrir. Diré que es la ruta más larga que he hecho andando. La nieve se me cruzó, pero eso no quita que disfruté de un paisaje espectacular con el camino Schmidt completamente nevado. Hay vídeo también. Ni media queja de los que esperaban. Ni de David Arranz que en lugar de disfrutar del camino nevado iba cerrando con los últimos y animándonos. Al final acabé cayéndome, pero sobre seco ya llegando a Cercedilla, y más por torpe que otra cosa. Y con el enfado consiguiente conmigo misma. Pero la bici está siendo una herramienta estupenda para trabajar estas cosas. Humildad cada día (aunque sea cuando llegue a casa y lo piense dos veces). No solo no se cansaron de mí, sino que aún me invitaron a volverme con ellos como tienen por costumbre, pedaleando. Cualquier día digo que sí y se arrepentirán.

En este momento, puedo considerarme culpable de las medias que hacemos en las rutas a las que voy porque voy siempre la penúltima. Pero, aunque yo deje de ir o incluso si llegase a mejorar, no mejorarían la media. Siempre está viniendo gente nueva y nadie pone pegas con el último, siempre se espera. Y por las historias que he escuchado, casi todos los enbiciados han empezado así. Están condenados a ir despacio y disfrutar del paisaje. A mí eso me gusta.

Mi récord son 100 kms y 1.600 m de desnivel positivo que hicimos en la ruta de los caminos del Canal, Dehesa de Moncalvillo y Cañón del Guadalix, que conseguí completar porque en el último tramo cambiaron al carril bici para que pudiéramos terminar en Madrid más gente. Se me caían hasta las pestañas (y los tallarines; eso indignó como ninguna cosa que haya hecho en ruta :P ). Es mucho más de lo que hubiera pensado nunca que llegaría a hacer. De momento ni el Soplao, ni los retos que leo por ahí que se organizan, están en mi nivel ni capacidad física. Me quedan muy lejos los cracks que hay en este grupo, pero no digo dónde no llegaré porque la experiencia de momento es sorprendente. Hay quién es capaz de acabar las rutas ¡¡sin frenos!!


Lo único que me sabe mal de este post es que solo he mencionado a unos pocos, pero todas las rutas las tengo asociadas a las personas con las que las he compartido, siempre aprendo cosas nuevas. Es un gusto haber podido disfrutar de estas rutas, pero sobre todo con este grupo. Es una bonita colección de rutas para estos seis meses, y esto solo puede mejorar.

Y casi se me olvidaba, mi kit básico de herramientas y materiales se ha completado en los últimos meses gracias a las recomendaciones del grupo. 

Y ya para cerrar, solo que queda decirle al equipo que está de detrás de todo esto y lo hace posible cada semana ¡MUCHAS GRACIAS! Sé que hay mucho trabajo antes, durante y después de cada ruta. A los que leéis, si estáis dudando, animaros a probar cuanto antes. Esto engancha y luego os vais a arrepentir de no haberlo hecho antes.







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