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lunes, 4 de mayo de 2015

Ludwig VIII, de Schindelhauer

Diseño y mecánica elevados al cubo

Por gentileza de BiciChic, distribuidor exclusivo en España de Schindelhauer, el banco de pruebas de En Bici por Madrid ha disfrutado del inmenso placer de probar uno de los modelos de este fabricante alemán: la Ludwig VIII.

Al igual que el resto de sus hermanas, es una bicicleta diseñada de principio a fin para su uso en la ciudad y concebida para deslumbrar, tanto a su dueño como a los afortunados espectadores que se crucen con esta bici en su camino. Si Stendhal hubiera vivido en este siglo, los vértigos se los habría causado esta maravilla, y habría caído abrumado ante estos 11,5 kg de diseño, técnica y belleza.




Los componentes

Como se observa en las fotos, el modelo puesto a prueba no lleva ni un gramo de pintura y viste cuadro y horquilla en aluminio pulido que, además de brillar con luz propia, nos evita el sufrimiento que causan las rozaduras y arañazos en el lacado de nuestras monturas.

El sistema de transmisión sustituye la tradicional cadena de eslabones por una correa de distribución fabricada en fibra de carbono, como las usadas en los motores de coche, que le proporciona más ligereza, más durabilidad y mucha más suavidad en comparación con las cadenas metálicas, por no hablar de las ventajas que suponen la ausencia de grandes saltos entre marchas, el no tener que engrasarla cada cierto tiempo y el no estar pendiente de si te manchas o no (que suele ser que sí), o del impresionante silencio de su rodar.

El cambio, integrado en el buje trasero, es un Alfine 8 (de ahí el apellido VIII de esta Ludwig). Estas ocho velocidades cubren las necesidades de cualquier persona y cualquier ciudad, y ni por arriba ni por abajo se echa en falta velocidad adicional alguna. Este sistema, protegido en su carcasa y que apenas requiere mantenimiento (un engrasado cada 5.000 km aprox.), junto con el sistema de transmisión que hemos descrito, convierten a la Ludwig VIII en la bicicleta ideal para quien no esté ducho en mecánica o para quien, aun siendo manitas, no quiera dedicarse a estas ingratas labores.

La tercera perla que viene de serie en esta obra de arte es un sillín Brooks B-17, aunque en la prueba usé un Brooks Swift Chrome y mi Brooks Flyer de toda la vida. Pero no voy a describir aquí las ventajas de estos tradicionales sillines, porque va a parecer que el bienestar de mi culo está financiado por la centenaria casa británica. Solo repetiré por enésima vez que, si realmente tenéis aprecio a vuestras posaderas, antes o después deberíais poner un Brooks en vuestras vidas.

Lo que si voy a destacar son los pedales Schindelhauer, cuya superficie es de lija y permite un agarre perfecto de la suela del calzado sin necesidad de elementos adicionales ni superficies dentadas. Yo uso habitualmente punteras con correa y en ningún momento me sentí inseguro ni eché de menos una sujeción extra del pie, y desde mañana mismo y sin dudarlo ni un minuto cambiaría los pedales de mi Trini por unos pedales con lija. 

El resto de especificaciones técnicas lo podéis encontrar en el sitio web de BiciChic, las de serie, porque el modelo que nos prestaron lucía unas mejoras realizadas por Manual Art Work: llanta trasera H+Son Formation Face, frenos de disco  Avid BB7 Road, sillín Brooks Swift Chrome, fundas de cable Clarks Wooden, luz delantera Sparse LED, timbre Spurcycle, puños Schindelhauer Urban, tija con luz integrada Lightskin, y el manillar y potencia de Viktor 2012 (otro modelo de Schindelhauer).

A este modelo se le puede fijar, además, tanto guardabarros como portabultos (como el que trae el modelo Friedrich), accesorios con los que convertiríamos a esta bicicleta en una urbana 24-7-365.

Las sensaciones

Igual que cuando alguien conduce por primera vez un coche distinto al habitual, con las bicis que probamos solemos experimentar esa sensación extraña al accionar sus mandos por primera vez, al percibir las vibraciones diferentes de su rodar o al negociar con sus pesos y volúmenes. Por lo general, han de transcurrir bastantes kilómetros hasta que te sientes con comodidad sobre la bicicleta. Sin embargo, con la Ludwig VIII se te dibuja una sonrisa en la cara a las dos pedaladas por las buenas sensaciones que experimentas, y a las cuatro pedaladas ya empiezas a hacer números para ver cuándo podrías comprarte una. A las seis pedaladas, montura y jinete se convierten en uno solo y lo único que deseas es hacer kilómetros y kilómetros por las calles de la ciudad.
Allá donde la aparques, hace bonito.

Su rodar es, como la propia bici, dinámico y elegante, además de silencioso, muy silencioso y, aunque no tengo pruebas técnicas que lo demuestren, en las cuestas arriba tuve en todo momento la sensación de hacer menos esfuerzo para subir que con otras bicicletas. Como señalé anteriormente, las ocho velocidades dan más que de sobra para cubrir la orografía de una ciudad como Madrid, y en llano y pendientes descendentes puedes llegar a alcanzar una velocidad más que considerable.

La ligereza y maniobrabilidad de esta bici, tanto en marcha como al transportarla a pie, me hizo reflexionar sobre la diferencia respecto a las bicis plegables. Frente a esta condición, la de ser plegable y poder comprimirse como un .zip, no voy a porfiar, porque cualquier modelo vencería a la Ludwig VIII a la hora de ser almacenada en un minipiso, eso está claro; pero si hablamos de su cualidad de transportable, una bicicleta como esta le daría mil vueltas a la mayoría de plegables del mercado a la hora de meterla en el ascensor o de subir y bajar escaleras con ella.  
La Ludwig en el Garaje Hermético, bar "biciamigo"donde los haya.

Como uno de los días de prueba llovió lo que no estaba escrito, tuve la oportunidad de probar las prestaciones de este velocípedo en condiciones tormentosas, y su respuesta fue tan fiable como los días anteriores en seco. Nada raro al ser una bicicleta diseñada en Alemania, y es que a Noe no le vamos a hablar de lluvia, ¿verdad? Todo en esta bici te proporciona gran sensación de comodidad, pero no solo desde el punto de vista del confort, sino por su facilidad de manejo también. 

Si he de ponerle un pero es que daría dolor de corazón mancillar a esta bici con las pegatinas del biciregistro, con lo que tendríamos que buscar otras opciones de seguridad ;). Ahora ya en serio: si hubiera de ponerle alguna pega sería la de que transmite las irregularidades del terreno con más precisión de lo que uno desearía, por lo que los adoquinados, los baches y, en general, las irregularidades de algunos tramos de asfalto no son el terreno natural de la Ludwig VIII, reparo que apenas influye en la calificación global de esta preciosidad de bicicleta, que es excelente.

(PVP: 1.795 € - IVA incluido)

Os dejo a continuación una galería de fotos para vuestro deleite.