Obligados a tomar las calles con las bicis
Por fin hoy, después de un montón de semanas, nos permiten hacer deporte al aire libre un rato y muchos hemos salido a dar una vuelta en bici, en modo deporte, no solo en plan utilitario.
Ha sido como el día de la bici, pero en mundo abierto, sin un recorrido prefijado. Era el día de la bici en todas las calles de Madrid.
Lo de obligarnos a tomar las calles no entiendo bien por qué lo han hecho. Se puede salir a hacer deporte, pero guardando las distancias, y sin embargo no dejan que la gente vaya por la casa de campo ni por los parques. Solo dejan pasear por las calles, por las aceras o (en bici) por la calzada. No entiendo por qué cierran los parques. Aunque, si lo que querían era obligarnos a todos a circular por la calzada en bici, no lo podían haber hecho mejor. No se si reír o llorar. Con toda la tragedia humana y económica del coronavirus, igual se saca alguna cosilla positiva.
Os cuento como he visto este primer paseo.
No es la primera vez que voy por Madrid en bici sin coches, lo he hecho bastantes veces. Fiestas de la bici, Maratones, manifestaciones varias, pero siempre era con un recorrido marcado. Hoy no. Todas las calles estaban casi vacías. Solo con bicis, autobuses, taxis y policía. Costaba encontrar algún coche despistado.
He madrugado algo, pero aprovechar desde las 6 de la mañana me parecía excesivo. Al final me ha salido una rutilla de algo más de 30 km y da para mucho.
La primera impresión es de calles vacías. ¿Dónde voy?
Calle Princesa, vacía, solo alguna bici:
Subida de Gran Vía. Con tanto sitio que se puede subir por el carril bus:
Esto es Callao. Más callao que nunca (perdón por la tontá)
Gran Vía, ya parece que tenemos algo de tráfico:
Y lo que más se ve son bicis hasta Alcalá:
No creo que a ningún ciclista novato le de miedo cruzar Cibeles así:
La Puerta de Alcalá. Todo un símbolo para los Madrileños, que aquí todos somos Madrileños. Da igual donde hayas nacido:
Bajada de vuelta a Cibeles, espero que no haya radares, jeje:
Vamos a subir hacia Sol. Guardando las distancias para adelantar.
Esta es una de las típicas esquinas de Madrid, con un aspecto peculiar reconocible. Se puede comparar con esta foto y con esta otra que saqué en 2013 y 2014. Cómo cambian las cosas. Miedo me da la foto del año que viene.
Aquí, poco antes de llegar a Sol, paré a hacer la foto. Que alegría. Casi se podría pensar que nos han hecho (un poco de) caso. Esta era la propuesta que hacíamos en navidades de 2016 y esto es lo que he visto:
Esto es Bailén. Cada vez se ven más bicis. No puedo adelantar por el ciclocarril, pero no hay coches que me estorben para adelantar por el siguiente carril.
Esto es la vista desde el Puente de Toledo. Mucha gente cruzándolo a pié o en bici pero nadie en el paseo del río. Solo policías en bici y moto para que nadie se saltase las cintas que cortaban los accesos.
Esto es una imagen para el recuerdo histórico futbolero. Lo que queda del Calderón.
Lo que me impresiona más es el recorrido provisional de la M-30 por donde estaba el césped, pero no creo que sea para bicis ni siquiera hoy.
Callejeando por el centro. Subir cuestas es deporte. Bajarlas también.
Ahora a cruzar Atocha. Sin problemas, ¿no?
Castellana arriba, junto al botánico.
Cada uno a su ritmo. Espero que cuando haya tráfico de coches ocupe bien su sitio. Lo de circular por la raya de bus lo hacen algunos y posiblemente sea de las inconsciencias más peligrosas que se pueden hacer con la bici.
Esto es tan curioso que merece la pena parar a hacerse la foto.
Lo malo de que esté todo tan vacío es que te malacostumbras. Aquí parece que voy a hacer una pirula tremenda. Presuntamente.
Hay tráfico. Pero mola.
Y con ese mismo tráfico, hasta Plaza de Castilla por un asfalto absolutamente perfecto.
La bajada, mejor por Bravo Murillo. Como la Cenicienta, mirando el reloj, que ya son más de las 9 y media.
Ha sido un paseo irreal.
Como forma de hacer ejercicio, vale, ya lo echaba de menos. Pero a poco que pienses el coste en salud y pasta que está teniendo para muchísima gente el que esté todo así, da un poco de miedo.
Como cosas buenas, a lo mejor hay quien se da cuenta de que Madrid no es tan grande ni tan malo para las bicis. Si nos obligan a ir por las calles en bici... igual nos gusta.
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