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lunes, 18 de mayo de 2020

El carril bici no se toca - La guerra sucia del carril bici

Los ciclistas, esos seres tan amables y simpáticos, siempre positivos, ¡què buena gente son y qué gran ejemplo para la sociedad!
Hablar de bicis siempre es una buena idea para alejarse de polémicas sociales, política, economía, sanidad, fútbol, religión... Un reportaje tranquilo y fácil para la mañana del domingo.

Eso deben pensar los periodistas que realizan su primer reportaje sobre el mundo ciclista urbano.
Al principio, la sorpresa, ¡anda! hay ciclistas que rechazan todos los carriles bici urbanos. ¡Qué curioso! Pero si el carril bici está hecho para la bici. Esto es interesante, hay que contarlo.

Mas tarde viene un aluvión de mensajes y llamadas. Asedio en Twitter y llamadas de colegas de profesión para adoctrinar.
Mensajes amables al principio en Twitter, es comprensible, se ha equivocado, le han engañado esos miserables calzadistas. Hay que explicarle que los calzadistas son seres despreciables a los que debe odiar y no escuchar.



Lo siguiente es una espera de algún tipo de rectificación. En caso contrario será asediado sin piedad. Además hay algún “compañero” activista del carril que contacta con ella para compartir su versión y convencer de que se una o abandone el tema.

Así le ocurrió a Beatriz, en un reportaje para el telediario de tve1. Simplemente sacó a una integrante de Madrid Ciclista circulando por la calzada y explicando sus motivos para hacerlo.


La pobre mujer quedó horrorizada, ni por asomo estaba preparada para esto

Otro ejemplo
Madrid Ciclista envía una nota de prensa que recoge la redacción de La Vanguardia en su edición local de Madrid.
En esa nota de prensa se expone que la asociación solicita que se cierren los actuales carriles bici bidireccionales porque, debido a su escasa anchura, no permiten mantener la distancia social decretada por el estado de alarma. Esto es algo lógico de lo que se han dado cuenta hasta en Holanda.

Un segundo periodista del mismo medio encuentra el tema interesante y decide hacer otro artículo, también en la misma edición local de Madrid pero en la sección de movilidad

El artículo es el siguiente.



Inmediatamente, contactan por Twitter los acosadores, perdón, los activistas para responder al titular. “No son los ciclistas, son una minoría”. No les falta razón en decir que no son los ciclistas porque hay opiniones divididas, sin embargo, es la expresión que se suele utilizar siempre, se refieran a unos a otros o a todos.



No sabemos con quien mas hablaría que hizo que cambiase radicalmente el titular y contenido del artículo a las pocas horas. Aún se publicaría una tercera versión del artículo para ajustarse a las últimas directrices

La cosa es que la asociación ya había contactado con con el periodista para ofrecerle las aclaraciones que necesitara pero este nunca las solicitó. ¿Qué tiene que pasar para que un periodista renuncie al principio mas básico del periodismo de escuchar las dos versiones?

No es algo nuevo, son muchos años de prácticas mafiosas: Reuniones con técnicos municipales abortadas o saboteadas, expulsión sin motivo o no admisión en los foros públicos... Los carrilbicistas mueven sus hilos desde todos los ámbitos: Periodistas activistas, científicos poco éticos, partidos políticos, asociaciones secuestradas o manipuladas como Greenpeace, Apie, Pedalibre, ConBici, Ecologistas en acción…

Hasta este pequeño blog ha sufrido de sus prácticas. Villarramblas, el escritor mas prolijo y la cara mas visible de los redactores del blog, harto de presiones externas, decidió abandonar la publicación de artículos. Cuatro meses después, sufrió protestas y presiones para cambiar el contenido de un artículo o en su defecto una declaración pública retractándose del mismo, aunque él no había escrito y a pesar de explicar una y otra vez que él ya no escribía en el blog y que cualquiera de sus redactores, incluso sus lectores, pueden expresar en él su propia opinión con total libertad.

Llama la atención por otra parte que el tema tabú no es la bici, sino el carril bici. En un artículo anterior cuestioné que la bici tuviera mucho futuro como transporte en lo que podría verse como un ataque al fomento de la bici o directamente a ella pero no molestó a nadie.


¿Pero qué tiene el carril bici para que provoque reacciones tan viscerales?
  • Para unos es su medio de vida: Diseñadores, consultores, especialistas, expertos, constructores...
  • Para otros es la materialización de sus ideales político-sociales. Una Imagen sagrada a la que adorar y supeditar todos los demás objetivos.
  • Otros quizá buscan prestigio y fama como creadores y defensores o tienen necesidad de que la sociedad agradezca en forma de monumento (el carril) su sacrificio (que parece que lo es) de elegir usar la bici frente a cualquier otra opción de movilidad.
  • Para el resto, simplemente un sueño romántico de un mundo idílico totalmente fuera de la realidad, donde el carril bici no solo es una infraestructura perfecta que hace que todo el mundo, incluidos ellos, vayan en bici a todas horas y a todas partes y los pájaros canten felices y todo esté lleno de flores, sino que crea una ensoñación cruzando los límites del delirio en la que la bici, mejor dicho, el carril bici soluciona prácticamente todos los problemas del mundo.

¿Por qué recurren a estos métodos?
Porque no son capaces de vender sus argumentos que, de hecho, hacen aguas por todas partes cuando los expones a la realidad cotidiana. Cualquier ciclista urbano no contaminado, con un mínimo de experiencia puede rebatirlos con muy poco esfuerzo.

En esta situación de desventaja solo queda silenciar, censurar y desprestigiar por todos los medios para evitar que las voces disonantes puedan ser escuchadas.
Su discurso intenta ser emocional, porque razonando se arriesgan a la derrota. Y la emoción mas fuerte es el miedo.

Mientras, los calzadistas continúan tratando de amueblar cabezas, muy lentamente y con perseverancia, con un concepto totalmente contraintuitivo para todo aquel que no haya experimentado la circulación integrada en la calzada de la ciudad. Ardua labor que sin embargo termina dando frutos porque la fuerza de la razón se impone a la larga.

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