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martes, 26 de junio de 2012

La Quebrantahuesos desde un punto de vista especial

José Vicente Gisbert “Cascoloco” termina la mítica prueba pirenaica sobre una Tallbike


José Vicente Gisbert “Cascoloco” termina la mítica prueba pirenaica sobre una Tallbike
Si pienso un poco, todo ha ido mucho mejor de lo esperado en esta QH de 2012. Ni un solo contratiempo por parte de la Tallbike ni del jinete en los 205 km y cuatro puertos de la prueba. Ha resultado ser un fin de semana muy divertido y difícil de olvidar.

Llegamos el viernes por la tarde a Sabiñánigo Juanjo “Champ” y el autor de esta modesta crónica. Javi Pavón no pudo acompañarnos por problemas laborales de última hora, pero seguro que el año que viene tendrá vía libre para intentarlo. Por supuesto que también venía con nosotros mi Tallbike. Tras dejar la bici en el stand de Ciclismo a Fondo y saludar a mis amigos de la revista, fuimos a recoger los dorsales y a echar una ojeada a los stands. Nos reunimos con los “pakeftes” (La élite de Pedalibre y escoria del pelotón), con los que íbamos a compartir alojamiento en Orós Bajo, un pequeño y coqueto pueblo a unos 11 km de Sabiñánigo.

Madrugón, desayuno, vestirse de ciclista… y rumbo a la salida de la QH. Por el camino ya empieza la gente a mirar extrañada el “invento”, aunque algunos están tan nerviosos y concentrados que aunque un marciano les invitase a subir a su platillo volante le diría: “-¡Quita bicho!, tengo que correr la Quebrantahuesos, la prueba que llevo todo el año preparándome con los entrenamientos de Chema Arguedas-”.

José Vicente Gisbert “Cascoloco” termina la mítica prueba pirenaica sobre una TallbikeEn la salida, nos ponemos a la cola tras miles de ciclistas, pero aún quedaban muchos por llegar, por lo que estábamos de la mitad hacia atrás del pelotón. ¡El chupinazo de salida! Aún así esperamos una docena de minutos hasta que nos ponemos en marcha. Hice un tramo más corto de lo esperado bajado de la bici, después sólo puse un pie en el cuadro inferior, para avanzar como en un patinete. Y en cuanto el pelotón cogió una velocidad decente… ¡arriba! y a dar pedales. Mis escuderos Pablo Carrascón y Juanjo se situaron a mi derecha e izquierda para impedir que algún ciclista algo dormido me tirase y fastidiase el día. Los primeros kilómetros nos iban pasando muchísimos participantes, que al adelantarnos soltaba alguna frase más o menos afortunada. Pero no faltaban los ánimos y los deseos de terminar con éxito los kilómetros que nos quedaban por delante, que no eran pocos ni sencillos.

La Tallbike iba muy bien con las nuevas pletinas soldadas a las punteras traseras, ya no me intentaba tirar al suelo si no echaba el peso hacia adelante y sujetaba fuerte el manillar. La diferencia es enorme respecto a como estaba la bici sin las pletinas en el primer intento de acabar la QH, hace dos años. Pero, como desde el primer día que la utilicé, al aplicar fuerza en los pedales notaba como por culpa de la transmisión que une ambos cuadros perdía energía al deformarse. Es como si fuese de goma en vez de acero, pero usando una cadencia más alta de lo habitual no se notaba tanto. También lastraban las cubiertas de 25 mm de ancho y con menos presión de lo habitual, para así poder amortiguar las irregularidades del asfalto lo mejor posible. El peso, el no poder coger rebufo por la altura… todo eso que ocurre cuando llevas una Tallbike.

Paramos, como buenos cicloturistas, en el avituallamiento para reponer energía y esperar a los rezagados, que no tardaron mucho en aparecer. Antes de salir, Carrascón gritó: “¡Atención , la bici rara va a salir!” y todo el mundo miraba a ver cómo me subía al engendro y aplaudían al ver que no me caía. Antes de bajar el puerto tras pasar la frontera con Francia, un paisano dijo “¡hay niebla!” a pesar de lucir el sol y no haber nubes. Cierto. Tras unos kilómetros la temperatura bajó bastante y una nube baja cubría la zona. Pero la calzada no estaba mojada, por lo que no fue peligroso. La Tallbike bajaba más despacio que el resto, pero me adelantaban con cuidado. En las curvas no iba mal, el problema estaba en los baches, que sacudían la bici y me hacían preocuparme por ella. Al ser artesanal, no sé cuánto durarían las soldaduras antes de ceder, o si el cuello de la horquilla se partiría… no soy pesimista, pero debía bajar respetando la mecánica.

José Vicente Gisbert “Cascoloco” termina la mítica prueba pirenaica sobre una TallbikeEn el Marie Blanque ya empezamos a ver a ciclistas descabalgados de su montura, empujándola como un carrito de supermercado. Les animábamos y seguíamos ascendiendo buscando los kilómetros finales, donde el porcentaje supera el 10%. Fue el único momento en el que la bici se “encabritaba” un poco y tenía que estar más atento, pero nada grave. En el avituallamiento cerca de la cumbre volvimos a reunirnos, aunque algún Pakefte tardó más de lo normal… Y otra vez a bajar, y en esta ocasión hay que aplicarse más en las curvas, pero con un poco de cabeza se evita uno meterse en líos gordos.

A mitad del larguísimo Portalet la Tallbike continúa sin novedad pero el ritmo del ciclista es pausado ya que la bici empieza a pesar (20 kilos decían algunos, pero no lo he querido comprobar) y al ponerme de pie había que vencer la torsión de los dos cuadros, con la ración extra de esfuerzo. En los kilómetros finales del puerto ya no queda casi nadie animando, no como hace dos años cuando participé con la bici plegable, que la gente veía y se volvía loca. Bueno, ya está hecho lo más difícil, sólo queda bajar el puerto, subir la Hoz de Jaca (sólo 2 km aunque con bastante pendiente) y unos 40 km hasta Sabiñánigo. Al final, según llegaba a meta, la gente preguntaba: “¿Has hecho la Quebrantahuesos con esa bici?”. Si, eso parece.

Acaba la QH. Reencuentro con los demás integrantes de la excursión, felicitaciones, comida (un poco mala, la verdad) y otra vez de vuelta (en bici, claro) a Orós a descansar un poco. A los que tengan curiosidad por saber cuántas horas tardé, que no busquen en las listas de la organización porque no llevé el chip. Es una marcha cicloturista no competitiva, por lo que el tiempo es lo de menos, lo importante es terminar, y hacerlo feliz con ganas de volver el año siguiente. Y aquellos que preguntaban…. Cascoloco: “Bici plegable, Tallbike… ¿cuál será tu próximo reto en la QH?”, de momento con la Tallbike me gustaría subir El Angliru o La Bola de El Mundo. También he pensado en participar en la QH con una bici de paseo antigua (con los desarrollos adecuados), o con un equipo de sonido en el transportín (esto es idea de Juanan “El Murciano”), pero aún es pronto para ponerse a ello.

Para terminar, y como es costumbre, los agradecimientos:
A la mítica revista Ciclismo a Fondo, por convertir mi afición al ciclismo en trabajo. Mis sufridos patrocinadores: Búho Bike, Orbea, X-Sauce y Mi Bota de Vino; por su ayuda en las competiciones. A los colaboradores: Macario (cediendo componentes Shimano y PRO), AESA (y su ingeniero Isaac Banegas), Otero (especialmente a Jesús), Calmera y Ciclos Noviciado (Andrés es un maestro de la soldadura). A Juanjo “Champ” por ayudarme, acompañarme y encargarse de las fotos y videos, aun sabiendo que le iba a ser difícil terminar la QH, y a los escuderos de “Pakefte”, unos fuera de serie. A Antonio Alix, por dejarle una bicicleta a Juanjo, a pesar de no conocerle casi de nada y tener la bici un valor enorme. A J.L. Arce, por su ayuda con la inscripción. …Y a todos los que con una sonrisa o comentario han agradecido ver la Tallbike por la carretera.

José Vicente Gisbert “Cascoloco”

http://blogs.ciclismoafondo.es/cascoloco/

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