Menú horizontal

Este blog lo escriben exclusivamente voluntarios

¿Echas de menos un tema? Pídelo o escríbelo tú y enviálo a enbici@espormadrid.es y te lo publicamos en un par de días.

Si quieres colaborar sin escribir o si te ha gustado un artículo, puedes invitar a una caña a quien escribe, que siempre hace ilusión.


lunes, 12 de mayo de 2014

Nadie sabe lo que pasará en Madrid cuando empiece BiciMAD

Las novedades no testadas en otras ciudades hacen imprevisible el resultado

Desde varios periódicos nos han llamado estos úlitmos días preguntándonos nuestra predicción sobre el éxito o fracaso de la inminente bici pública de Madrid, biciMAD. Y hemos tenido que reconocer que a día de hoy, no podemos saber lo que pasará.

La bici pública funciona de manera similar en varias ciudades del mundo, es fácil ver que consigue un notable cambio en el panorama ciclista, aunque sólo suele funcionar bien en ciudades grandes y densas, y es muy difícil de implantar con casco obligatorio.

Sin embargo, en Madrid  se dan unas circunstancias que rara vez se han probado en alguna otra parte del planeta de manera individual. Juntas, es la primera vez:

Cobrar desde el primer minuto1. Cobrar desde el primer minuto: Sólo Roma osó con una medida controvertida antes de nacer (ver tarifas), y no tenemos datos para conocer sus efectos. Al parecer, los ayuntamientos españoles más veteranos aconsejaron a Madrid que huyera del gratis total, que sí, sacaba bicis a la calle, pero a un coste que hacía cada vez más inviable el servicio. Está claro que cobrar hará que la gente use menos biciMAD, pero también es un incentivo a no esperar dos años a comprarse una bici propia si vemos que esto de las dos ruedas nos convence.

Descuentos2. Descuentos: Aunque alguna ciudad como París ya ha ensayado premios a quien ayude a recolocar las bicis desde las bases llenas a las vacías, nunca se ha probado un incentivo económico directo e inmediato, algo sólo posible cuando te cobran desde el primer minuto. Si funciona, podría suponer la solución a las decenas de camiones que recorren las ciudades moviendo bicis de un lado a otro, que además es el mayor coste de operación. Esto, además de más ecológico, mejora la calidad del servicio y lo hace más viable económicamente de cara a futuras expansiones.

Asistencia eléctrica3. Asistencia eléctrica: Mucha gente no sabe que esto no lo pedía el Ayuntamiento, sino que fue un extra de Bonopark para ganar la oferta. Sistemas con bicis eléctricas hay algunos (Rivas, por ejemplo), pero sólo el dBizi de San Sebastian lo es 100%, y la experiencia no nos dice mucho: 4 meses operando en una reducida zona 10 veces más pequeña (y llana) que la que va a probar Madrid en una primera fase. ¿Será el fin de las excusas con las cuestas? ¿Servirá para dar a los usuarios confianza para conquistar las calzadas? ¿O se convertirá en un arma de destrucción masiva de peatones?

Sin carril-bici4. Sin carril-bici: Vale, el 90% de las calles del centro de Madrid son casi peatonales y no entrañan dificultad (ver mapa), pero el sambenito de "sin carril-bici no se puede" está grabado a fuego, y reformas como la M-10 también rozando lo experimental no ayudan demasiado. Las loables iniciativas para enseñar a usar la calzada del Ayuntamiento (o incluso las nuestras) son una gota frente a los 10.000 usuarios que pueden aparecer de la noche a la mañana sin tener idea de que lo mejor es ir por el centro del carril. La campaña que informa de esto ha sido escasa y llega un poco tarde. ¿Será un motivo de fracaso? ¿Servirá para crear una masa crítica de bicis circulando por las calzadas del centro en poco tiempo?

Ciclismo activista5. Ciclismo activista: La dejadez municipal con esto de la bici ha creado un interesante caldo de cultivo en el que miles de personas con ganas de rodar se han tenido que buscar las castañas y se han convertido en activistas en mayor o menor grado. Son muchos menos que en Barcelona o Sevilla, pero son mucho más combativos y exigentes, y con mayor capacidad de autoorganización y crítica. ¿Implicará esto una avalancha de usuarios? ¿Quizá una actitud desconfiada? ¿O mayor implicación para ayudar al que empieza? En todo caso, las disfunciones que inevitablemente tendrá el nuevo sistema no pasará inadvertidas ante sus ojos, por lo que la implicación ciudadana, lejos de disminuir, seguramente vaya a más.


* * *

Madrid es ahora mismo un campo de pruebas. Fracase o triunfe la iniciativa, lo que sí está claro es que no debemos de quitarle ojo de encima, porque mucho de lo que aquí pase en los próximos años servirá de modelo para otras ciudades... tanto para imitar como para evitar.