Cuando empezamos Ciclismo en Femenino nos gustó tanto el testimonio de las primeras rutas de Ana con el grupo (Seis meses y ¡doce rutas ya!), que no dudamos un momento en pedirle que nos contara su experiencia de nuevo. Ana tampoco lo dudó y a velocidad supersónica tenía este relato que ahora os presentamos aquí sobre su primera experiencia cicloturista. Vemos continuamente muchos testimonios y experiencias de grandes cicloturistas. Pero todos empezaron por algún lugar. Y sabemos que compartir experiencias como estas animan más y más a practicar una forma de turismo y de vacaciones que para algunas de nosotras, y de nosotros, ya forma parte de nuestras vidas.
Esta semana Ana nos cuenta sus sensaciones antes del viaje, y ya nos adelanta experiencias durante el viaje. La semana que viene Alaia, que tampoco lo dudó un momento, nos contará cómo vivió Uclés, también su primera experiencia cicloturista. No os perdáis ninguno de sus testimonios, nos van a dar ganas de salir a rodar ¡pero ya!!
Aquí tenéis el testimonio de Ana:
Primera experiencia cicloturista
Llevo un rato sentada delante del ordenador sin saber por
dónde empezar. Me han pedido una crónica del camino de Uclés, pero los
preparativos han tenido tanta emoción que me apetece también contarlos.
Fue con bastante antelación que empezamos a hablar de la
posibilidad de viajar con la bici, cosa que yo ya tenía entre ceja y ceja desde
hace tiempo. Así que, según sale la convocatoria, me apunto sin pensarlo.
Pensarlo vino después. ¿Qué trasportín?
¿Qué alforja? ¿Qué equipaje? ¿Hay que entrenar antes de la ruta? Ha dado
para muchas conversaciones (en persona, en Facebook, en los
chats... ), la de vueltas que le he dado. En su día, David compartió esta comparativa
que me estudié antes de empezar a mirar qué comprar. Me pareció muy interesante,
aunque nada como la experiencia para saber qué es lo que realmente te va mejor.
Y esa oportunidad me dieron, de probar antes de decidir, porque me prestaron
tanto el trasportín como las alforjas (gracias otra vez Ezequiel y Agus). Ahora
tengo más claro lo que quiero utilizar a futuro. Después de la lluvia y la
nieve de las rutas de prueba, la opción impermeable gana por goleada.
Luego estaba la
preparación del equipaje. Agus de nuevo, que lo tiene todo controlado, nos
compartió su lista
de imprescindibles.
Cada uno tiene el material que tiene, y no vas a pedir un
crédito para comprarte de golpe todas esas prendas técnicas que nunca antes has
tenido y que te vendrían tan bien. Pero no dejas de pensar si hay algo que te
estás dejando que sería importante incorporar para la ocasión.
Una de mis obsesiones ha sido el agua. De esta guisa salí a
la ruta de Valdelatas
en la que nos llovió todo y más.
Fíjate bien, porque se ven los goterones de lluvia |
Para la siguiente, de Alcalá
a Arganda, probé otra cosa, pero ahí no solo nos llovió sino que nos nevó
también. El resultado en ambos casos fue que acabé calada. Mis preparativos
eran para enfrentarme a lo peor, porque según se acercaba la fecha cada vez
tenía menos fe en que el tiempo mejorase para Semana Santa. Preguntando al
resto del grupo descubrí los escarpines de neopreno que usan Felipe y Sam. Al
final no he llegado a estrenarlos en condiciones extremas pero prometen ser una
buena solución para mantenerme si no seca, al menos sí calentita.
Lo siguiente serían
las pruebas. En la ruta de Alcalá ya llevaba las alforjas con algo de peso
y me sentí muy cómoda. Así que para la ruta del Monte
de Boadilla decidí ir a por todas y probar a llevar el equipaje que tenía
pensado para Uclés. Es una ruta que ya había hecho otras veces y que, por lo
sencilla que era, me parecía perfecta para probarme. Como nos había dicho Agus,
solo metí lo "imprescindible" en las alforjas. Solo.
Hizo un día de viento horrible, nos llegamos a encontrar
varios árboles caídos en el camino, y sufrí mucho con el peso de las alforjas.
Tanto que llegué a hacerme daño en la pierna izquierda.
Me pasé los cuatro días que quedaban para la salida
revisando mis "imprescindibles" y reduciendo el peso del equipaje. También
aplicándome Voltaren como si no hubiera un mañana. No estaba dispuesta a
quedarme en casa.
Esos cuatro días fueron también los del minuto y resultado
del parte meteorológico. Todos los
días íbamos mirando el tiempo, y animándonos con una predicción cada vez más
favorable. Los enbiciados dicen que nunca hay que dejar de salir. Y la verdad,
con el currazo que se habían pegado preparando el viaje, no hubiera dejado de
ir por nada. Pero no sabía si tendría que retirarme si la cosa se ponía fea en
ruta. En las rutas previas nos estuvieron contando de la TransCAM,
la experiencia en cicloturismo de 2017, y lo que les cayó. Cada vez que pienso
en que Yoli aterrizó con esa experiencia en el grupo... (una superwoman)
Pero fueron unos días
de cuenta atrás emocionantes, cada uno contando sus preparativos (aunque
alguno que otro hubo que lo preparó todo la noche de antes). Y de nervios para
los promotores, me imagino. Aunque el trazado era bastante sencillo para el
tipo de rutas que suelen hacer, gestionar un grupo de 30 personas en un viaje
de varios días no parece nada sencillo. No solo es que se encargaron de buscar
alojamiento las tres noches, y de buscar sitios donde, en plenos días festivos
de Semana Santa, nos dieran de cenar a un grupo tan numeroso (K-li, ¡qué grande
eres!). Es que, además, los problemas se pueden multiplicar con tanta gente
viajando con alforjas. No todos nos conocíamos de antemano, y aún los que nos
conocíamos no sabíamos cómo se nos iban a dar cuatro días de bici seguidos.
Además de no tener problemas técnicos de gravedad (excepto
una cubierta rota que arreglaron con un parche de tetrabrik y duró varios
días), solo puedo decir que la convivencia fue perfecta en mi experiencia, y muy divertida. No he visto nunca a la gente
pelearse por dormir en el suelo quedando camas libres.
Clases de tango esperando el turno para la única ducha que compartíamos |
Y llegados a este punto, y como ya llevo bastante escrito y la
crónica no va a ser solo mía, mejor dejo que los detalles del Camino
de Uclés los cuenten otros.
A grandes rasgos.
Mi pierna izquierda me dio la lata bastante el primer día en la primera subida
hasta el punto de no saber si tendría que llamar a alguien para que me vinieran
a buscar. Al final, entre el ibuprofeno y el Voltaren y teniendo un poco de
cuidado, se pasó el dolor. Los siguientes días cada vez me sentía mejor y más
fuerte. Cuando volví a Madrid no me dolía nada, y no diré que las alforjas no
pesaran pero tampoco me molestaban demasiado. La sensación de todos es que
hubiéramos podido y querido continuar más días de camino. Alaia presumía de que,
con alforjas y todo, el domingo le sobraban piñones subiendo por la Cuesta de
la Vega en dirección a Sol para poner punto y final a nuestro viaje.
Entre los mejores consejos, el de Felipe, que me insistió en
que no llevara mochila. Mi espalda lo agradeció mucho. Creo que fue una muy
buena elección.
Tuve algunas incidencias sin importancia. Como que perdí la
cartera con todo el dinero y la documentación llegando a Uclés. Conseguí
encontrarla retrocediendo sobre mis pasos. Y lo siguiente que hice fue colar mis
gafas graduadas detrás de una pared de pladur en la zona de duchas en el
alojamiento del Monasterio. Cositas para dar emoción al camino y entretener a
los compis que se pasaron un buen rato pescando mis gafas con un pulpo y una
correa (¡gracias otra vez!). Un día malo lo tiene cualquiera.
Nos hicieron unos días estupendos. Apenas cuatro gotas a
primera hora el viernes, y eso sí, mucho viento el sábado, pero era de encargo;
para los que tienen que entrenar para el Soplao.
Agus, con su culotte del Soplao, a la cabeza del grupo |
Siempre he dicho que la gente que no disfruta comiendo no me
parece de fiar. Pero en este viaje teníamos lo mejorcito de cada casa, y no
dejábamos nada en el plato. Laura, con su labor de coche de apoyo (entre otras
cosas), nos mantuvo bien surtidos todo el camino. Nadie ha osado pesarse a la
vuelta. Y gracias a Niko tengo en mente otros destinos gastronómicos.
Palmeritas en Morata |
En resumen, ha
sido una experiencia estupenda compartir este camino con los enbiciados. Yo sé
que esta ruta se les queda muy pequeñita, porque son capaces de hacerse esos
300 kms en un día (quizá será uno de los próximos retos que lleguen con el buen
tiempo). Por eso es de agradecer el doble que nos lo pongan tan fácil a los
novatos con esta iniciación al cicloturismo. Por otro lado, cuatro días son
mejor que uno. Disfrutar de la bici, del paisaje y de la compañía ha sido una
gozada. Solo puedo pensar en la próxima escapada mientras intento que toda la
buena energía que me he traído de vuelta me dure lo máximo posible. Al menos
hasta el sábado que nos volvamos a encontrar (en el momento de entregar este
texto, vuelven a dar lluvia para el sábado grrrrrrrr).
Por cierto, ya van
16.
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