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lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Qué fue de la policía municipal madrileña en bicicleta?

Escrito el 12 de septiembre por Edgar Atkins

¿Qué fue de la policía municipal madrileña en bicicleta?Como le ocurrirá a la inmensa mayoría de los ciclistas que transitan por Madrid, me preocupa en general la seguridad de quienes montamos en bicicleta y, en particular, (egoístamente, ¡qué le vamos a hacer!), la mía. Tomo medidas, por supuesto: procuro hacerme visible por todos los medios –reflectantes, alguna prenda amarilla, luces siempre encendidas- y cumplir las normas de tráfico, intento no caer en la tentación de los motoristas de introducirme entre coches, me paro en los semáforos detrás de quien corresponda para que me vea tanto el de delante como el de detrás, quiero ser previsible y hacer señales de los giros que voy a realizar, miro con complicidad al conductor que me toca al lado para que me vea y sepa que existo y me respete… en fin, acato las reglas y utilizo el sentido común para evitar accidentes, incidentes y situaciones desagradables.

A pesar de todo raro es el día en que, cuando llego a mi destino y hago balance del recorrido, no recuerde alguna situación de peligro generada por un peatón que cruzó sin mirar, una puerta de un coche aparcado que se abrió bruscamente a mi paso, un conductor indignado que me adelantó con un acelerón para girar inmediatamente a la derecha cortando mi trayectoria u otro que me pitó, pasó rozándome o se saltó un semáforo. Esos momentos de cierto riesgo –tampoco quiero exagerar- no me van a disuadir del empleo de la bicicleta porque ya forma parte de mi vida y no podría renunciar a ella pero las situaciones incómodas existen y se producen casi a diario.

¿Cómo mejorar nuestra seguridad? La pregunta no tiene una respuesta fácil y será sin duda la combinación de muchos factores la que contribuya a mejorar sustancialmente la situación. En todo caso, parece urgente sensibilizar a los conductores de que hay que cumplir las normas (esto incluye a los ciclistas, es decir, nos incluye a todos nosotros, lectores de este blog) y, en especial, a los conductores motorizados de que una imprudencia puede acabar con algún ciclista en el hospital.

Ahora bien, los corazones no se ablandan apelando solo a los buenos sentimientos. Mejorar el comportamiento de los ciudadanos, modificarlo es difícil pero no imposible y se consigue de diversas maneras: haciendo gala de un respeto exquisito respecto de quienes actúan de manera distinta a la nuestra; siguiendo las buenas prácticas de los otros por lo que tienen de ejemplo cívico digno de imitar; y, en último término, como razonaba Hobbes -el conductor motorizado es un lobo para el ciclista...-, mediante la amenaza de la imposición de sanciones y del uso de la fuerza como recurso extremo para garantizar la paz y el orden social.

Respetar al eslabón más débil en la cadena de tráfico –los ciclistas- y lograr que cada vez más ciudadanos pasen a convertirse en conductores no motorizados significa normalizar de una vez por todas la bicicleta en Madrid, una ciudad sobre la que pesa un maldición bíblica en todo lo relacionado con la bicicleta («hay muchas cuestas», «hace mucho calor», «van muy lentos y entorpecen el tráfico», «en Amsterdam sí, claro, pero Madrid no está preparada para esto»…).

En este sentido, dándole alguna que otra vuelta al asunto, he llegado a la conclusión de que la policía puede hacer mucho más de lo que hace para que la bicicleta sea un medio de transporte ordinario, como otro cualquiera, en la capital de España.

Policías municipales en bicicleta por Madrid Río
Así, me parece factible y sería un magnífico ejemplo para los conductores motorizados que los agentes de movilidad se desplazaran por la ciudad en bicicleta y llegaran en ella a las intersecciones cuyo tráfico tienen que regular. Habría más bicicletas circulando y aparcadas y mejoraría la seguridad para que no fueran robadas –más vigilancia, quizás algún tipo de aparcamiento público que impidiera los hurtos frecuentes.

Tampoco me parece irrealizable que policías municipales, solos o en pareja, realicen su trabajo o patrullen en bicicleta por calles amplias y de varios carriles –Castellana, Bravo Murillo, José Abascal, Avenida de la Albufera, Bulevares…- y siempre por el centro del carril derecho. Los conductores madrileños verían que la autoridad también va en bicicleta, que es un ejemplo que puede imitarse y que hay que asumir la realidad de su existencia como otro medio más para circular por la ciudad. Doy por descontado que seguiría habiendo infractores e infracciones sin sanción pero estoy seguro de que la policía municipal sería más sensible ante esas prácticas indeseadas en la medida que entrarían a formar parte de la población potencial de riesgo. Y de lo que estoy convencido es de que la percepción que gran parte de los madrileños tiene de la bicicleta y de su uso por la ciudad cambiaría a mejor y de que más de uno, viendo que los policías municipales se desplazan en ella, se sentiría seguro y protegido y se animaría a usarla diariamente por Madrid.

Lo curioso del caso es que, introduciendo en el buscador más popular las palabras «policía en bicicleta», además de toparme con fotos, noticias y vídeos de policías de diferentes ciudades que utilizan la bicicleta como otro medio de transporte más, he encontrado el vídeo «Policías en bici por Madrid», cuya existencia –la del vídeo y los policías- desconocía.



Se trata de la noticia del canal autonómico madrileño, de 20 de octubre de 2008 –hace casi tres años- que da cuenta de la creación de patrullas de agentes municipales de la unidad de medio ambiente (6 patrullas por la mañana y seis patrullas por la tarde), que se desplazan por calles peatonales y, según el locutor, «plazas de imposible acceso, sobre todo para los coches» (sic), con el objetivo principal de la prevención de la delincuencia -aunque lo que se ve es a un policía informando amablemente a una turista con acento catalán acerca del camino que seguir para llegar al Palacio Real.

No me he topado nunca con una de estas patrullas y desconozco si siguen existiendo o desaparecieron, como suele pasar con tantas otras ocurrencias de nuestros inefables políticos, sean del signo que sean. Me da igual porque no creo que la policía municipal que se exhibe en el vídeo fomente el uso de la bicicleta actuando como reclamo para turistas en la zona abigarrada de Sol, Arenal, Ópera y alrededores del Palacio Real. Sin embargo, creo que ayudaría mucho a la normalización de la bicicleta que un número importante de efectivos de la policía municipal y de los agentes de movilidad se desplazara en ella por la ciudad de manera habitual para realizar las tareas asignadas.

¿Qué fue de la policía municipal madrileña en bicicleta? ¿Sigue ahí? ¿Hay planes para ampliar cometidos y número de policías y agentes en este medio de transporte? La seguridad en bicicleta mejoraría, seguro. La percepción de la masa motorizada respecto de los ciclistas, también. Y nosotros, contentos con los nuevos compañeros de calzada.

Edgar Atkins