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viernes, 29 de junio de 2012

Bicicrítica y policía

Chris Carlsson cuenta cómo la policía intentó acabar con las masas críticas de tres ciudades de EEUU

El pasado miércoles 27 de Junio se presentó en el Patio Maravillas el libro "Shift Happens! Critical Mass at 20", que celebra los 20 años de la primera masa crítica ciclista en San Francisco de la que Chris Carlsson tuvo buena parte de culpa.

El libro, que estará disponible en Septiembre, reflexiona sobre las particularidades de la masa crítica en 17 ciudades de todo el mundo y fue objeto de debate tras su presentación.

Una de las cuestiones que más me llamó la atención fue el distinto grado de aceptación por parte de las autoridades de movimientos de este tipo. Acostumbrado a debatir en este blog sobre los conflictos que causa la bicicrítica madrileña, resulta sorprendente comprobar el grado de enfrentamiento con las autoridades que hay en muchas ciudades de Estados Unidos, algo prácticamente inexistente en Madrid.

Recuerdo un encuentro con el entonces concejal de movilidad Pedro Calvo en la que nos comentó que la inacción policial cada último jueves del mes era intencionada: se quería evitar que la bicicrítica se convirtiera en un movimiento mártir que atrajera a más gente como reacción ante la autoridad.

Al comentarle este hecho a Chris Carlsson, nos narró las siguientes tres historias de tres ciudades de Estados Unidos donde la policía no fue tan prudente.


Caso 1: San Francisco, o cuando vence la astucia de los ciclistas

San Francisco
Fue en 1997, no sé muy bien porqué motivo, pero ese movimiento que desde hacía 5 años crecía sin parar y llenaba de bicis las calles empinadas de San Francisco hinchó las narices del alcalde que dio orden a la policía de acabar con esa plaga.


San Francisco es una ciudad relativamente tranquila y su cuerpo de policía no es muy numeroso, así que no pudieron impedir aquel día que dos mil ciclistas salieran a la calle, aunque decidieron dar una lección: al final de la marcha detuvieron a los cien que pillaron más a mano acusados de quebrantar varias normas de tráfico.


Por supuesto, fueron liberados a la mañana siguiente sin cargo alguno. Por supuesto, el suceso provocó una airada reacción ciclista. Y por supuesto la siguiente convocatoria fue mucho más numerosa, aunque con un pequeño cambio: se respetarían TODAS las normas de tráfico, no dando así ningún motivo a la policía para actuar.


Eso implicó circular en fila dejando los carriles libres, parar en todos los semáforos con los pies bien puestos en el suelo e ir a una velocidad adecuada al tráfico, es decir, muy despacio.


¿Alguien se imagina cuánto ocupa una masa crítica ciclista cuando se pone en fila india parándose en cada semáforo? Mucho, muchísimo, tanto que colapsó la ciudad como nunca antes había hecho. Desde entonces el alcalde prefirió las maneras habituales de cada concentración: una masa compacta y que pase cuanto antes, por favor.

Caso 2: Nueva York, o cuando vence la fuerza militar

New York
2004, convención del partido republicano en Nueva York, donde se elegiría a George W. Bush nuevamente como candidato a la presidencia. Hace un año que Estados Unidos está en guerra con Irak y las manifestaciones de protesta se suceden por todo el país. Aquel último viernes de cada mes no fue una excepción y mucha gente decidió mostrar su disconformidad con dicho acto acudiendo a la masa crítica.


La policía de Nueva York es el noveno ejército más poderoso del mundo. En aquella ocasión, ese ejército se creyó víctima de una provocación en toda regla que socavaba su autoridad bajo los ojos del presidente. La consigna fue clara: acabar con la masa crítica de una vez por todas.


A diferencia de San Francisco, aquí sí había efectivos suficientes como para rodear a todos los participantes, detenerlos y requisarles sus bicicletas. Ante la esperada reacción al mes siguiente, la policía volvió a actuar igual acabando con la masa crítica. Y al mes siguiente. Y al otro. Y al otro.


Cuatro años seguidos estuvo la policía acosando sin piedad a este movimiento subversivo que pretendía usar las bicis para circular por la ciudad, hasta que consiguió que la experiencia de juntarse el último viernes de cada mes dejara de ser una fiesta para convertirse en una tortura.


Entre medias, el ayuntamiento empezó a dar pasos hacia una política más proclive a la bici, así que los motivos de resistencia y reivindicación se fueron diluyendo hasta que el movimiento desapareció.

Caso 3: Portland, o cuando la masa crítica se ahorca a sí misma

Portland
Portland tiene fama de ser una de las ciudades más amistosas con la bici de Estados Unidos. Este es un caso claro en el que la masa crítica, más que celebrar el propio hecho de poder ir en bici por la ciudad en grupo o reivindicar cambios, buscaba bronca.


El Comando Testosterona, lo llaman. Todo el que ha ido a una bicicrítica sabe de qué hablo: varón, entre 16 y 25 años, complexión atlética y ganas de encontrar un enemigo al que culpar de los males de la sociedad. El Coche, así con mayúsulas será ese objeto en el que se vuelcan todos los paradigmas de una simplificación ideológica extrema que los convierte en responsables últimos de la guerra de Irak, sobre todo si el vehículo es caro.


La reacción es conocida: los moderados no secundan esa actitud y dejan la masa crítica en manos de estos salvadores que creen cambiar el mundo por romper un faro o amenazar a un conductor.


Los ciudadanos protestaron y como en los casos anteriores, la policía se enfrentó al grupo. No tenían el ejército de Nueva York, pero la masa crítica tampoco tenía el apoyo popular de San Francisco. En poco tiempo desaparecieron y no hubo voces ciudadanas que les reivindicaran, ni siquiera que les echara de menos.


Con el tiempo, surgieron otras iniciativas en Portland que sacaron bicis a la calle, pero todas tuvieron algo en común: ninguna quiso ponerse el nombre de Masa Crítica, para que jamás un ciudadano pudiera relacionar una bici con aquél movimiento... excepto la propia policía, que aprendió que cuando la ciudad está atascada, lo mejor era moverse en bici.