Hay retos complicados y difíciles de cumplir, pero cuando te propones algo, lo preparas, y consigues llevarlo a cabo, la satisfacción es máxima.
Para muchos esta foto no es mas que la foto de unos ciclistas en la Puerta del Sol, pero para los que estamos en ella es algo más, algo muy difícil de explicar si no has estado allí para vivirlo.
El sábado pasado, nos embarcábamos en una aventura que sabíamos que iba a ser complicada, la ruta en bici de Ávila a Madrid. Una ruta muy dura, de casi 130 km y más de 2.000 metros de desnivel positivo acumulado, no apta para cualquier ciclista. Una aventura de la que hablaremos mucho y que siempre tendemos como referencia. Quizá sea la ruta más dura que hayamos realizado hasta el momento, y sin duda una de las más emocionantes.
Como ya nos sucedió hace dos semanas, esta ruta iba a ser un poco atípica. Normalmente empezamos a rodar más temprano, pero en esta ocasión no podíamos hacerlo, porque el primer tren en el que permitían montar a un grupo de ciclistas era el que llegaba a Ávila a las 11:44.
Alguno de los que estaban apuntados finalmente no apareció, otros aparecieron sin apuntarse, pero al bajarnos del tren en Ávila y realizar el "conteo", pudimos comprobar que nos habíamos juntado 19 ciclistas, y algunos con el plan de acompañarnos solo media ruta hasta El Escorial.
Tras las presentaciones, un par de minutos antes del mediodía salíamos rodando de la estación de Ávila en dirección a la ciudad para hacer la "visita turística" y una foto de grupo frente a la Muralla. Iba a traer cachondeo durante la ruta lo de la foto de grupo y la "biciporra" en la que algunos apostaban por que perderíamos al 75% de los integrantes del grupo por el camino. ¿Cuántos lograríamos llegar a la foto de Sol? ¿Volveríamos a tener una ruta accidentada?
El día se presentaba muy soleado y sabíamos que la temperatura en este primer día del verano iba a ser muy elevada. Qué diferencia con nuestra "ruta de exploración" de Ávila a El Escorial de hace dos semanas, en la que tuvimos un día muy nublado y amenazando lluvia durante todo el camino.
Las calles del centro de Ávila, un sábado a medio día, estaban llenas de peatones, por lo que tuvimos que llevar mucho cuidado, incluso bajarnos de la bici en algún tramo. Salimos de la Muralla por la Puerta del Alcázar para dirigirnos a las afueras de la ciudad buscando la Venta del Relojero. Cruzamos la CL-505 en una glorieta y empezamos nuestra ruta por unos caminos de arena en muy buen estado.
Con un poco de viento trasero y una temperatura muy agradable empiezo a tirar del grupo junto a Olivares, aunque veo que mis compañeros van "reservando fuerzas" porque la ruta es muy dura. Como decía uno de ellos "si siguen tirando a este ritmo los de cabeza, no llegamos a Madrid ni uno".
Por el camino vamos atravesando muchas zonas ganaderas y por suerte los animales pasan bastante de nosotros. Por si acaso, llevamos cuidado al acercarnos a los terneros, que seguro que a sus madres no les hace mucha gracia nuestra visita.
Bordeando Tornadizos de Ávila aparecen los primeros cuestarrones del camino. Es una suerte haber pasado por aquí hace dos semanas porque ya conocemos la subida, y sabemos cómo dosificar el esfuerzo para llegar hasta arriba sin problemas.
Uno de los compañeros va mal desde el principio y se va quedando muy rezagado en las cuestas. Él lo achaca a la bici, que es nueva y le fallan los cambios, por lo que al llegar a la CL-505, en el km 15 de nuestra ruta, decide llamar a su casa para que vayan a recogerlo. Se había acabado la aventura para él. (Mi recomendación para los que tengan pareja es que no recurran al "comodín de la llamada" salvo en casos extremos, porque si no su bonobici puede quedar seriamente dañado).
Ya habíamos avisado que para apuntarse en esta ruta había que estar muy preparado, con la bici revisada y todo a punto, pero aún así...
Cruzamos la CL-505 y entramos en una zona de pastos con hierba alta y con cuestas muy fuertes. El camino había desaparecido, pero el GPS y la memoria nos llevaban en la buena dirección. Sería bueno exigir (ya que las recomendaciones no hacen efecto) que para próximas rutas los participantes carguen la ruta en sus teléfonos o al menos lleven un plano de la ruta en papel, que pueda servirles de ayuda en caso de pérdida. De los 19 ciclistas, sólo uno llevaba la ruta completa cargada en su GPS, otro llevaba la de El Escorial a Madrid, otro un plano en papel... y el resto confiaban en no perder a sus compañeros. Por suerte no se perdió nadie, pero no es bueno tentar a la suerte.
A mitad de la subida una valla de alambre corta nuestro camino, y no nos queda otra que saltarla por las piedras. Hay que ir pasando las bicis de una en una de un lado a otro de la valla, y aunque llevamos cuidado, uno de los compañeros se clava el plato de la bici en la pierna al bajarla. Se desinfecta la herida y puede seguir adelante sin problemas (es bueno llevar siempre un pequeño botiquín con unas gasas, agua oxigenada, betadine, y esparadrapo... por si acaso).
Final de la subida, y empieza la bajada hacia el Puerto de las Pilas, uno de los puntos más divertidos y complicados del camino. Al entrar en los caminos de arena encontramos un gran cambio respecto a nuestra ruta previa en el estado del terreno. Si en la anterior encontrábamos terreno húmedo y algo de barro, en esta ocasión el suelo estaba muy seco y la bici agarraba mucho peor (al menos la mía, con las cubiertas muy gastadas). Más de un susto nos llevaríamos con la arena, y alguna caída, aunque por suerte sin importancia.
El Puerto de las Pilas son más 7 km de bajada, con algunos tramos muy inclinados con pendientes cercanas al 18%, el suelo muy roto, muy seco y con mucha piedra. Queríamos ser prudentes, y yo creo que pensando en lo que teníamos por delante bajamos más despacio que la vez anterior y poniendo "pie a tierra" más veces.
Si en nuestra bajada anterior por el Puerto de las Pilas bajábamos por un arroyo, con mucha agua, en esta caso el terreno estaba muy seco y las piedras muy sueltas. Por suerte esta ven no tuvimos ni un pinchazo en la bajada... bueno ni en el resto de la ruta. Alguno salió por delante del manillar en la bajada, otros nos fuimos al suelo con la arena, pero por suerte fueron caídas leves, sin importancia, que no pasaron de unos pequeños rasguños.
En este tramo final del Puerto de las Pilas, cuando ya ha pasado la parte más complicada y el camino nos invitaba a correr, bajábamos el ritmo y nos acordábamos de Juan Carlos, y su desgraciado accidente de hace dos semanas en este punto.
Se acaba la bajada en el pueblo de Herradón de Pinares en el que aprovechamos para descansar un poco y llenar los bidones en la fuente. Como siempre en cada parada, comemos algo aunque no tengamos hambre y bebemos agua aunque no tengamos sed, para evitar que nos llegue la pájara sin avisar.
Desde Herradón a San Bartolomé de Pinares nos encontramos con las primeras cuestas duras del camino. Toca meter el plato pequeño. Son tan solo 4 km, pero duros de verdad. Bueno, no tan duros como los que vienen al pasar San Bartolo.
La subida de San Bartolomé de Pinares es por pista de hormigón en su primer tramo, con curvas muy cerradas y con rampas cercanas al 20%. Esta es una prueba muy dura que hace que más de uno ponga pie a tierra y opte por subir andando. Bueno, pensándolo bien, los que seguíamos sobre la bici con el molinillo, tampoco íbamos mucho más rápido.
La subida más que cuestión de fuerza en las piernas (que lo es), es algo de cabeza. Si no miras hacia arriba y te concentras en pedalear a tu ritmo, puedes subirlo sin problemas, incluso llegando fresco a la cima.
Dejamos atrás las cuestas y el páramo y nos internamos en zona de pinares. Es una con caminos en buen estado, aunque con alguna grieta traicionera en las bajadas. No te puedes confiar nunca, sobre todo si ruedas por zonas que no conoces bien.
Entramos en la Comunidad de Madrid (km 52) y llegamos a Valdemaqueda, en el kilómetro 55 de nuestra ruta. Aunque llevamos una media de 8 km/h, algo lenta, la ruta está discurriendo sin incidentes, que es lo más importante.
Un pequeño descanso en Valdemaqueda, en el que aprovechamos para comprar bebidas frías, llenar los bidones y mochilas en la fuente, y algunos aprovechan para pasar por la pastelería y darse un pequeño homenaje. Se lo habían ganado.
El tramo de Valdemaqueda a Robledo de Chavela no me gusta nada. Es un camino aburrido, polvoriento y monótono que parece no acabarse nunca. Para llegar a él hay que desviarse en la carretera en un punto muy peligroso, cruzando la línea continua, en mitad de una curva. Voy el primero con Sergio, y cuando ya hemos cruzado, me vuelvo y veo que detrás del grupo de ciclistas viene un coche de la Guardia Civil ¡Nos la hemos cargado!. Por suerte no nos dijeron nada y siguieron camino adelante.
Una vez cruzado Robledo de Chavela llegábamos a uno de los tramos más duros del día, la subida hacia Zarzalejo. Serán unos 3 kilómetros de una larga recta, con una pendiente constante que no te da un respiro y el suelo muy suelto con piedra y arena. Si a eso le sumamos los kilómetros que llevamos en las piernas, la cuesta se hace mucho más pesada. Aunque vamos en fila india, por suerte voy entre los primeros, todavía con fuerzas, y puedo subirla casi toda en plato mediano. Por detrás algunos están sufriendo mucho, y otros han optado por poner pie a tierra.
Se acaba la subida, y un camino descendente nos lleva hasta Zarzalejo. Allí, junto a la fuente, hay que tomar la decisión de seguir hacia Madrid o esperar a coger el tren de las 21:00 para volver a Madrid. Finalmente 5 compañeros deciden dar por acabada su ruta, unos porque tenían obligaciones familiares, otros porque vivían cerca y otros porque iban con pocas fuerzas. Enhorabuena a todos ellos por haber participado en la ruta y habernos acompañado en este primer tramo, en especial a Margarita y Santiago, una pareja de 62 años con una vitalidad que muchos jóvenes quisieran.
Los 13 ciclistas que quedábamos íbamos muy bien de fuerzas, con muchas ganas de correr y además el camino ya lo habíamos rodado la semana pasada en nuestra ruta de El Escorial a Madrid. Si hasta aquí la media la llevábamos en unos 8 km/h, había llegado el momento de subirla. Qué pesado me puse preguntando una y otra vez a Sergio para que me dijera cómo llevábamos la media, y a pesar de la larga parada que nos quedaba para cenar, al llegar a Madrid conseguimos esa anhelada media de 10 km/h.
Entramos en la Senda de las Merinas, la vía pecuaria que nos llevaría hasta Madrid, pasando junto a las Lagunas de Castrejón. En esta ocasión paré a hacer una foto porque mis compañeros iban tan rápido que ni se fijaron en ellas.
Seguimos por la Colada de la Crucijada, y la Vereda de la Cruz Verde. El sendero es divertidísimo, y más si vas rodando en fila india a gran velocidad. La adrenalina a tope en cada curva.
Giramos a la derecha en la Cañada Real Leonesa y más tarde a la izquierda por el Camino de Robledo que cruzando el de arroyo de Fuentevieja y con unas rápidas bajadas nos llevaría hasta Valdemorillo.
Miramos el reloj, quedan unos 45 minutos para la puesta de sol y creemos que podemos llegar con luz hasta Villafranca del Castillo. Atravesamos Valdemorillo por las afueras en dirección al cementerio, y salimos a toda velocidad hacia la recta del Canal.
Cristian se queda sin freno trasero en la bici, por lo que la bajada la tiene que hacer con cuidado. No hay que arriesgar, y menos ahora que está cayendo la noche.
El único pinchazo del día lo tuvo al final de la bajada Alberto, pero por suerte llevaba líquido antipinchazos en la cámara y se solucionó el problema en menos de un minuto con solo inflar la rueda de nuevo.
Ya se ha retirado el sol, ha salido una luna llena enorme y todavía queda suficiente claridad para no necesitar poner las luces.
Llegamos a Villafranca del Castillo, según lo previsto, para descansar y preparar las luces para el tramo final. Una terracita, unas cervezas, unas hamburguesas con patatas... ¡vaya homenaje! de aquí no va a haber quien nos levante.
Una parada de algo más de una hora, un poco de descanso, y ya teníamos energía para afrontar el resto del camino bajo la luz de la luna llena... bueno y la de nuestros focos.
Cruzamos el río Guadarrama y ante nosotros un cuestarrón de cuidado, pero no hay problema, vamos frescos y en fila de a uno vamos subiendo todos en grupo hasta arriba.
Hay quien lleva luces muy buenas que iluminan como si fuese de día, otros vamos con linternas baratillas y con poca pila, pero de momento el camino es ancho y se rueda sin problemas.
Llegamos a la entrada de la urbanización Bonanza, y como yo suponía, la valla estaba cerrada cortando nuestro camino ¡Vaya problemón! No tenemos otra alternativa posible, y aunque la valla es muy alta, nos toca saltarla. Alberto consigue pasar al otro lado, y al minuto aparecen dos coches con los guardias de seguridad que nos habían visto por las cámaras de vigilancia.
Hay que recordar que la Senda de las Merinas es una vía pecuaria, y aunque atraviese una urbanización es una vía pública y no puede cortarse con una valla.
Tampoco era plan ponerse a discutir con los guardias, hay veces que es mejor pedir amablemente que nos dejen pasar para evitar problemas. Cruzamos la urbanización, parando en un parque a refrescarnos en una fuente, y seguimos nuestra ruta saliendo de la zona urbanizada.
Cruzamos la M-50 y nos adentramos en el divertido sendero que discurre paralelo al campo de golf Las Rejas, en Majadahonda. Vamos en fila de a uno y a toda velocidad. Como mis luces son muy escasas dejo pasar a Dani y dejo que sea Diego el que me ilumine el camino desde detrás (bueno supongo que era él por la voz, porque verse no se veía nada fuera de lo que iluminaban las luces de la bici) ¡Qué tramo más divertido!
Hay mucha diferencia entre hacer una ruta por el día o por la noche. Si por el día te fijas más en el paisaje que te rodea (en este caso bastante feote), por la noche solo puedes concentrarte en el camino, en unos metros por delante de ti que es lo que te permiten ver tus focos, el resto a tu alrededor no existe.
Nuevo problema al intentar cruzar la urbanización Montealina, que en este caso solucionamos saltando la valla uno a uno. Son urbanizaciones que permiten el paso durante el día, pero que a la puesta del sol sierran las vallas impidiendo el paso a peatones y en este caso a ciclistas. Hay que decir que en este caso podríamos haber rodeado la urbanización, pero teníamos ya ganas de llegar a Madrid sin dar muchas más vueltas.
Llegamos a Pozuelo y uno de los componentes del grupo nos dice que estamos pasando junto a su casa, y que sus obligaciones familiares no le permiten seguir hasta Madrid para luego tener que volver otra vez a casa. Nos hacemos una foto con él, y los 12 que quedamos seguimos hacia Madrid.
Hemos llegado a la Casa de Campo, solitaria y totalmente a oscuras. Cruzamos rápidamente por el Anillo en dirección al Lago, y acordándonos de Tasio al pasar junto al Zoo.
Otro compañero que había dejado el coche en Chamartín se queda en el Metro de Lago, y otro más en el Puente del Rey porque vive allí mismo.
Finalmente, los 10 restantes nos enfrentamos a la última subida del día, la Cuesta de la Vega. Me pongo a la cabeza, empiezo a tirar cuesta arriba, y veo que llevo a todos pegados detrás, unidos como una piña. A pesar de llevar más de 120 km en las piernas, la cercanía a la Puerta del Sol nos ponía alas.
Todos en grupo por Mayor haciendo volver la mirada a la gente, y...
por fin llegamos a la Puerta del Sol ¡Reto superado!
Ni con las fotos ni con el texto que las acompaña podría describir la emoción de rodar en grupo en una ruta como esta. Son cosas hay que vivirlas para entenderlas.
Cuando en la convocatoria yo preguntaba ¿te lo vas a perder?, muchos pensaron si apuntarse o no, otros no lo dudaron ni un momento, y cuando hablemos de este día, y de esta ruta podrán decir...
En los regionales no suelen poner pegas con el número de bicis. Teóricamente, si vas en grupo (es decir, si todos los componentes del grupo suben y bajan en la misma estación, que no era nuestro caso) tienes que avisar para que lo tengan en cuenta, pero en la práctica son muy permisivos.
ResponderEliminarNos repartimos por todo el tren en la zona de las puertas para molestar lo menos posible y no tuvimos ningún problema.
Aunque no tenga nada que ver, porque se trata de Cercanías, el día que volvíamos de la Red MTB de El Escorial, nos juntamos varios cientos de ciclistas en el tren y tampoco pasó nada. Son casos excepcionales.
La verdad es que con tanta cámara, o teléfono/cámara, en todas las rutas nos juntamos con cientos de fotos que siempre son un buen recuerdo de este día.
ResponderEliminarPor cierto, si a alguno de los componentes del grupo no le ha llegado la invitación a la carpeta de Dropbox en la que las compartimos, que me lo diga para poder enviársela.
Vamos aprendiendo. No quiero ni pensar si en esta ruta se te presenta alguien en Ávila pensando que la ruta a Madrid es cortita, cuesta abajo y asfaltada, jajaja
ResponderEliminarLas luces mejor si son buenas, y muy importante, con pilas nuevas ;-)
Por "petición popular" este verano repetiremos la nocturna 'Segovia-Madrid' con luna llena y la de 'Cercedilla-Fuenfría-Bola' para ver las Perseidas.
ResponderEliminarAlberto, la parte nocturna fue una de las más divertidas de la ruta. Eso de ir en fila de a uno por los senderos, a toda velocidad, siguiendo la luz roja del que llevas delante... tiene algo especial. En los socavones no tienes tiempo ni de fijarte ;-)
ResponderEliminarok, gracias por la respuesta. Para esa línea, en mi experiencia y en la de otra gente que conozco, conseguir un permiso para más de 5 bicis es muy difícil y te hacen sentir como que te están haciendo un favor. Y más de 10, ni hablar. Por lo que comentas, parece que lo mejor es pasar del trámite y simplemente presentarse ahí.
ResponderEliminarEn el Regional a Ávila y Segovia (son las que conozco), nunca nos han puesto pegas. Si quieres ir en otros trenes de media distancia, el número de bicis permitidas es de solo tres, y además tienes que sacar billete especial (aunque es gratis). Para más de 3 bicis hay que pedir permiso.
ResponderEliminarpor precisar, el permiso hay que pedirlo en todos los trenes de media distancia siempre que haya más de tres bicis. Al menos, en teoría. Incluyendo las líneas de Ávila y Segovia, así como la de Cuenca y la de Soria, que son las que siguen manteniendo trenes de los antiguos, no sé si queda alguno más en otras. En los otros trenes, los nuevos de aspecto sideral, admiten 3 bicis max. por composición y por eso requieren el billete especial, que no es más que una comunicación para que tengan controlado el número de bicis. Es interesante saber que admiten tantas bicis en los antiguos sin hacer preguntas, nunca me he arriesgado a intentarlo siquiera, aunque a veces sucede espontaneamente cuando se sube gente suelta.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias Antonio por atreverte a organizar estas locuras, la verdad es que fue una aventura que podré contar a mis nietos.
ResponderEliminarAunque luego me pase todo el domingo en modo zombi mientras cumplía mi parte del bonobici, que nos quiten lo "bailao".
El track lo tengo subido a http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4733393.
Terminado de leer el relato del viaje, este que os escribe (componente masculino de la pareja de "abueletes" que os acompañó la mitad de la ruta, os dice que a) el relato del viaje ha sido muy emotivo ¡enhorabuena contador de historias! b) que esperamos no haberos retrasado demasiado, ¡hicimos lo que pudimos!- desde luego yo, cuando nos despedimos en Zarzalejo estaba hecho puré- Margarita estaba mucho mas fresca y c) que ha sido una experiencia rejuvenecedora haber compartido esa gran ruta con un grupo de chavales con esa energía y esa vitalidad.
ResponderEliminarHasta otra ocasión y que la vida os sea propicia
Muchas gracias a ti, Miguel (y al resto del grupo) por acompañarme por los caminos en esta inolvidable aventura.
ResponderEliminarSantiago, espero volver a veros en más rutas. Con 62 años sois un gran ejemplo para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) que vemos el ciclismo de montaña como una diversión muy sana y una manera de estar en contacto con la Naturaleza.
ResponderEliminarNo te preocupes por los "retrasos", porque en nuestras salidas siempre vamos esperando a los que se quedan atrás, no nos importa lo más mínimo.
Los que seguimos hasta Madrid coincidimos en afirmar que "ya nos gustaría a vuestra edad estar tan jóvenes y vitales como vosotros". Seguro que la bici tiene mucho que ver en ello.
Un saludo, y recuerdos a Margarita.
Hola, alex el chico que abandono al incio por problemas tecnicas, pues para la proxima vez como ya tengo casi una bici nueva voy a terminar la ruta :)
ResponderEliminar(perdona my espanol )
Qué grande sería.
ResponderEliminarA mí me gustaría tener esa carpeta dropbox compartida.
ResponderEliminarHola a todos, ya quisiera yo relatar tan bien como Antonio, desde el sabado estoy siempre mirando los comentarios del rutòn y les puedo solo decir que estoy (como un niño con juguete nuevo) contento de haber partecipado, gracias al entusiasmo en particular de Antonio y Olivares. No hay nada que añadir para manifestar la satisfacciòn de salir con vosotros desde hace ya varias rutas, sois verdaderamente un grupo muy bonito.
ResponderEliminarPara Oscar queria decirle que lo del numero 13, non me habia dado cuenta, pero si te puedo decir que hasta las serpientes se interpusieron en nuestro camino y fue tanta la emocion de la ruta que no os he contado que hasta pise una y no se quienes venian detras mio y lo vieron...
Recuerdos para Santiago y Margarita y gracias por el consejo (en el tren) de la calza mojada para manterner el bidon de agua fresco.
La verdad que recuerdos felices como estos te llenan de energia para tu dia a dia. Un abrazo y hasta pronto
Hola, lo primero felicitarte por el blog, y por la gran ruta que os marcasteis.
ResponderEliminarEl motivo de mi comentario es que hoy he intentado seguir el track de vuestra ruta en sentido contrario y me he encontrado con una valla infranqueable. Ponía que era finca privada, que prohibido el paso y que era zona videovigilada. Estaba cerrado tanto para peatones como para coches y había una furgoneta de seguridad a la puerta (así que no me he atrevido a intentar saltar). Era a la altura del km 89,2 de esta ruta : http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4733393 . Esta valla en concreto:
https://www.google.es/maps?saddr=Carretera+desconocida&daddr=Carretera+desconocida&hl=es&sll=40.484474,-3.988279&sspn=0.006732,0.013937&geocode=FUe-aQId5SXD_w%3BFTO-aQId-CPD_w&t=h&mra=dme&mrsp=1&sz=17&z=17
Vosotros tuvisteis problemas? hay algo que se me haya pasado por alto?
Muchas gracias y un saludo!
Hola, Fiodor.
ResponderEliminarLa valla que comentas está en el inicio de la recta del Canal. En realidad son dos puertas (la otra está un kilómetro más adelante), cerradas para vehículos, pero que si te fijas, en un lateral tienen acceso para peatones, sólo hay que darle la vuelta a la puerta peatonal para poder pasar con la bici. La finca está videovigilada (tiene en su interior unos campos de polo y cuadras con caballos), pero no creo recordar haber visto ningún cartel que impida el paso. Es mas, alguna vez me he cruzado con los de Seguridad y no me han dicho nada.
No creas que eres el único al que le ha pasado lo mismo. La primera vez que pasé por allí me pasó como a ti, que no encontré la entrada peatonal (pensaba que estaba cerrada) y acabé dando un rodeo largo por un camino más al norte.
Ok, gracias por la info. El caso es que he intentado (es verdad que tímidamente) abrir la de peatones y estaba candada... De todas formas esto no puede quedar así!, así que volveré a intentarlo esta semana, a ver si ando mas avispado.
ResponderEliminarLa puerta tiene una cadena colgando y un candado, pero no está cerrado. Puede que lo cierren por la noche, pero por el día está abierto.
ResponderEliminarLa puerta tiene un funcionamiento un poco raro, porque tiene forma de "T" y aunque la gires, solo hay una posición en la que te permite pasar con la bici.
¡Suerte la próxima vez!
... y ya nos contarás si lo consigues ;-)