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jueves, 4 de junio de 2015

Por qué retiró Suiza el seguro obligatorio para ciclistas

Al estado le cuesta más gestionar la obligación del seguro que asumir los escasos daños que los ciclistas provocan a terceros

Lean cualquier noticia  en la prensa digital española en el que se hable de la bici. Cualquiera. Siempre encontrará un comentario fuera de contexto diciendo que "Cuando los ciclistas respeten las normas, paguen impuesto de circulación y tengan seguro obligatorio como cualquier otro vehículo, hablamos", independientemente del contenido del artículo o del comentario al que responden.

Ya hemos tratado de una manera científica cómo solucionar el respeto a las normas de tráfico aquí, y de la nula utilidad fiscal de implantar un impuesto de circulación ciclista acá.

Hoy vamos a ver por qué no tiene sentido el seguro obligatorio a terceros en la bici viendo el caso suizo, que lo desterró de su legislación en 2010 después de décadas. ¿El motivo? Es más barato para todos que el estado asuma los daños a terceros que causan los ciclistas que gestionar la obligación de un seguro.
 Chapa de identificación obligatoria para bicis suizas


1 ¿Por qué los vehículos a motor tienen seguro obligatorio a terceros?

Recordamos que en España (como en la mayoría de países del mundo), un conductor no tiene obligación de contratar un seguro para uno mismo, sino a terceros para cubrir los daños que pueda causar a otros. Esto tiene sentido porque el daño que puede causar una persona al volante es tan grave que los costes no son afrontables individualmente. Algunos cálculos lo estiman en 16.000 millones de €/año sólo en España, es decir, 200.000€ por accidente, de los que un 40% es coste material y el resto indemnizaciones a las víctimas.

De ahí que se obligue a hacer esa hucha común con las aseguradoras para que entre todos paguemos los gastos que unos pocos generan pero que no pueden casi nunca pagar. Se trata de un problema social en el que el estado interviene.

Esto es algo que no sucede con la bici, que en caso de accidente genera 60 veces menos atropellos con hospitalización que un coche y cuyo daños materiales a otros vehículos rara vez van más allá de raspones de chapa. Al ser los daños mucho menores, el tema se puede resolver entre particulares con la legislación actual (con sus juicios e indemnizaciones si procede). No es necesario generar además esa mega-colecta a nivel nacional que suponen los seguros obligatorios a terceros.


2. ¿Cómo funcionaba el seguro en Suiza?

Desde 1960, toda bici debía suscribir un seguro obligatorio de daños a terceros (en algunos cantones la obligación estaba en vigor desde el siglo XIX).

Por 7 € al año, cada bici recibía una chapita roja en plan matrícula, que había que exhibir como se ve en la imagen de arriba para poder ser identificado en caso de accidente y que demostraba estar asegurado. Más adelante la identificación se quedó sólo en la pegatina, que podía ponerse en cualquier parte visible del cuadro y que podía comprarse en estaciones, estancos y otras tiendas. Por supuesto, si te robaban la bici, tenías que comprar otra pegatina.





En su apogeo, el 42% de la población suiza tenía una bici registrada. En todo este tiempo nadie se planteó su conveniencia, tampoco hubo quejas. Últimamente la policía vigilaba poco, porque suponía  un trabajo que ocupaba demasiado tiempo sin que las consecuencias de no llevarla fueran muy graves, así que el número de bicis registradas había ido decayendo.

Pues bien, un buen día de 2008 al diputado democristiano Philip Stähelin se le ocurrió hacer cuentas y descubrió que era mejor para todos que el seguro obligatorio desapareciese.


3. ¿Por qué se eliminó la obligación del seguro para bicis en Suiza?

Un problema común de la legislación española es que no se valora si una ley ha conseguido los objetivos por los que se implantó. Si se hiciera a lo mejor descubriríamos que muchas de ellas no sirven para nada, y algunas cuantas además hacen más daño que bien.

En Suiza sí se evalúan las leyes de cuando en cuando. Con datos en la mano se descubrió que:
  • De lo recaudado por la pegatina para hacer frente a los supuestos daños causados por ciclistas, el 20% se perdía en la mera gestión administrativa.
  • El 90% de los usuarios de la bici ya podían tener cobertura con otros seguros (de hogar, de automóvil, federados en caso de deportistas, etc). Por lo tanto la obligación del seguro sólo tenía sentido para el 10% restante.
  • El daño causado a terceros por ese 10% de ciclistas era realmente bajo y el estado podía asumirlo a un menor coste que la gestión del seguro.
Así que finalmente se decidió que con lo que se ahorraba el estado por no tener que gestionar estos seguros había dinero de sobra para que el Fondo Nacional de Garantía atendiera los escasos costes no cubiertos por los seguros privados de los ciclistas.

En vista del caso suizo ¿qué queremos conseguir en España con una medida que no aporta mejora alguna respecto a la protección de las víctimas causadas por ciclistas pero que nos saldría más cara a todos?


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