Etapa 3 Ciguñuela- Sahagún (León).
Cuando las aguas vuelven a su cauce.
Día:01/09/2014
Track: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7770722
Kilómetros: 107,3
Desnivel positivo: 401 metros
Tiempo total: 10 horas 45 minutos
Como el día anterior, nos levantamos temprano con la idea de evitar los calores, pero, nos espera una sorpresa inesperada cuando bajamos a ver las bicis: Casi todas tienen alguna rueda vacía (en algún caso, con varios pinchazos). Así, que nuestro gozo en un pozo. Nos empleamos a fondo en cambiar cámaras y parchear, pero prácticamente no salimos hasta las 9 de la mañana.
Aún sin desayunar, emprendemos la marcha. Nos espera, en principio, Santervás de Campos, pero como en los días anteriores hemos ganado algo de tiempo, damos por hecho que quizá sigamos un poco más.
Salimos de Ciguñuela y de nuevo, se suceden las estampas del día anterior. Pistas de tierra frente a campos de cultivo y cielos infinitos. Enseguida vemos unas curiosas esculturas que hasn colocado junto al camino, representando diferentes sombras de peregrinos. Otra muestra más de que el Camino va calando entre estos pueblos de Castilla, que ven en él una oportunidad de darse a conocer y de mejorar con el turismo. Tras las dos jornadas maratonianas de los días anteriores, las piernas parecen de madera, y cuesta entrar en faena, pero aún así nos ponemos y rodamos con ánimo.
Nuestra idea es desayunar en el primer pueblo, Wamba, pero es aún demasiado temprano, y el único bar no esta abierto. Así que tenemos que seguir al siguiente, no sin antes hacer una pequeña parada en su iglesia visigoda.
No podemos entrar, porque está cerrada, así que seguimos ruta por un paisaje en el que se suceden rectas kilométricas entre campos de cereal. Una fuerte bajada y un cuestarrón de los de quitar el hipo dan paso a Peñaflor de Hornija. Aquí sí, por fin, encontramos un bar abierto, así que nos disponemos a la primera colación. Es curioso porque en el bar, pedimos tostadas y...no saben hacerlas! Cosas que pasan por estos pueblecitos. Tenemos que conformarnos con magdalenas.
A la salida del bar, y tras comprar algo de fruta en la tienda de al lado, nuestra encargada de intendencia Laura, se encuentra con dos sorpresas.
La primera, que acaba de pinchar.
Aún sin desayunar, emprendemos la marcha. Nos espera, en principio, Santervás de Campos, pero como en los días anteriores hemos ganado algo de tiempo, damos por hecho que quizá sigamos un poco más.
Salimos de Ciguñuela y de nuevo, se suceden las estampas del día anterior. Pistas de tierra frente a campos de cultivo y cielos infinitos. Enseguida vemos unas curiosas esculturas que hasn colocado junto al camino, representando diferentes sombras de peregrinos. Otra muestra más de que el Camino va calando entre estos pueblos de Castilla, que ven en él una oportunidad de darse a conocer y de mejorar con el turismo. Tras las dos jornadas maratonianas de los días anteriores, las piernas parecen de madera, y cuesta entrar en faena, pero aún así nos ponemos y rodamos con ánimo.
Curiosas las "sombras" del Camino. Nos animan a la vez que acompañan |
Iglesia visigoda en Wamba |
A la salida del bar, y tras comprar algo de fruta en la tienda de al lado, nuestra encargada de intendencia Laura, se encuentra con dos sorpresas.
La primera, que acaba de pinchar.
Primer pinchazo del día |
La segunda, que... SÍ!! Nos hemos acordado de que es su cumpleaños. Y no solo eso, sino que tenemos un regalo para ella que transportamos en las alforjas.
Con esta chaqueta, no más frío en la estepa castellana! |
Fernando a por los Gigantes,... ¿o eran molinos? |
Dejamos atrás Peñaflor, y tras la pertinente subida (y otro par de pinchazos) atravesamos una zona de dehesas con encinas, para volver poco después a nuestro paisaje habitual de campos de cultivo.Pronto llegamos a Castromonte.
Las cuestas son continuas. Al fondo, Peñaflor de Hornija |
La fauna de las dehesas. Alguno sugirió que lo echáramos a las alforjas para la cena |
Desde ahí, el Camino pasa a circualr por carretera, en la que nos toca luchar contra un fuerte viento en contra. Pronto montamos pequeños grupos de relevos que junto con la ligera pendiente hacia abajo, nos permiten rodar a buen ritmo.Al fin llegamos a Valverde de Campos, y poco después, por la misma carretera, hasta Medina de Rioseco.
Medina es una localidad de tradición ganadera, rodeada de campos de regadío, con una calle principal porticada y llena de vida en la que se acumulan pequeños comercios. En ella nos aprovisionaremos de pan, queso y chorizo de la tierra, para montarnos luego unos bocadillos. Como de costumbre, nos acercamos a la preciosa iglesia dedicada a Santa María de Mediavilla, para verla e intentar sellar nuestra credencial.
La Iglesia de Santa María. |
Iglesia de Santiago Apóstol, en Medina de Rioseco |
Desgraciadamente,se está oficiando un funeral, y el sacerdote que es quien debería sellarnos nos dice que no puede hacerlo. Seguimos recorriendo el pueblo, y nos dirigimos al Ayuntamiento, donde sí sellamos. Aprovechamos para comprar otras cosas, porque por fin es lunes y las tiendas están abiertas. Pero no podemos enrrollarnos demasiado.
El calor empieza a apretar y aún nos queda mucha ruta. Así que, tras pasar por la igualmente bonita iglesia de Santiago, tomamos la salida. Pronto nos encontraremos con una agradable sorpresa. Nuestras queridas flechas amarillas encaminan nuestros pasos a un parque en el que aparece, como si del lago del Retiro se tratara, el Canal de Castilla.
Esta gran obra de ingeniería, la mayor seguramente de la España ilustrada, se conserva particularmente bien en Medina. Casi sin darnos cuenta, nuestro ritmo se tranquiliza mientras entramos en el tunel arbolado que rodea el canal. Rodamos por una pista plana, pasando junto a puentes y exclusas.
Repuestas las energías,y con hielo renovado en el bidón,seguimos ruta. El camino empieza por carretera, pero pronto vuelve a anchas pistas de tierra, con un continuo sube y baja bajo un sol agotador. En Cuenca de Campos, a apenas 9 km encontramos una fuente junto a la Iglesia, en cuyo portal,se cobija del sol una peregrina a pie.
Rellenamos el bidón, y nos remojamos porque el agua está bien fresca. Pero poco después empiezo a sentirme mal. El "baño" me ha cortado la digestión. Se lo aviso a mis compañeros. Tenemos que seguir,pero lo haré a un ritmo un poco más lento. Consigo arrastrarme hasta Villalón de Campos. Otro bonito pueblo con una hermosa iglesia y un admirable rollo gótico. Unos refrescos y el descanso ayudan a aliviar un poco mi malestar.

Y seguimos rodando (algo más lento por mi culpa) hasta llegar a Santervás por las mismas pistas polvorientas y bajo el mismo sol hiriente.
Aún así, nos llena la pequeña euforia que da el saber que ya hemos cumplido con el plan de ruta.
Mis compañeros me miran. Lo cierto es que los últimos kilómetros antes de llegar he empezado a sentirme mejor, y aunque con precaución, me siento capaz de seguir. Así que decidimos tirar para adelante. Antes, en Santervás, cuna del conquistador Ponce de León, sellamos en el Albergue, y nos refrescamos en el bar.
Unos kilómetros más, atravesando la comarca de Campos, con sus pueblos de casas de barro y llegamos a Arenillas. Allí, el Camino da un pequeño giro, y pasa a circular junto a la vega de un río, el Valderaduey, lo que por fin nos permite rodar un rato a la sombra de los árboles que crecen al lado. Es un alivio que nos ayuda a seguir con ánimos. Solo un par de pinchazos nos retrasan, antes de llegar a Grajal de Campos. El Camino no entra en el pueblo, sino que lo bordea, a pesar de lo cual, alguien ha pintado flechas amarillas orientando hacia él, seguramente con el fin de atraer a algún despistado a consumir. Lo cierto es que aunque solo sea por ver su imponente castillo y el palacio renacentista, bien merecería una visita.
Pero tendrá que ser en otra ocasión. Vamos con ganas de acabar la jornada, y por fin, llegar al Albergue a una hora razonable. Nos espera Sahagún, y con él, la "autopista" jacobea: El Camino Fancés. Solo nos falta una suave subida, y allí, a los pies de la iglesia de la peregrina, aparece por fin. hemos llegado! La felicidad es mayor de lo que seguramene se justifique, pero es que creo que todos empezábamos a temer que nuestro Camino pasara por terminar todas las etapas de noche, mendigando una cena en el bar del lugar.
Desde el Santuario de la peregrina, hoy transformado en sala de exposiciones, solo una bajada nos separa del pueblo. Nos encaminamos al Albergue municipal.
El de Sahagún es otro de esos albergues "clásicos" del Camino. La antigua iglesia de la Santísima Trinidad, ha sido reconvertida, en su cabecera, en un auditorio para conciertos, mientras el albergue con capacidad para nada menos que 300 plazas, se encuentra en la parte trasera. En la segunda planta, se alinean hileras de camas (que alguno de mis compañeros compara con un gallinero) mientras los peregrinos comparten experiencias, se dan masajes unos a otros.
En la puerta conocemos a otro peregrino ciclista de nacionalidad bulgara, con unas enormes alforjas. Viene desde Roma, pero no va a quedarse a dormir, solo saludar y asearse en el Albergue. Dice que ronca mucho y que no quiere molestar a la gente. Otro ejemplo de la gente especial que circula por el Camino.
No ha habido tiempo (tampoco ganas) de hacer compra, así que tan solo cruzamos la calle para cenar en uno de los mesones, para disfrutar de un menú del peregrino que empieza para casi todos con una sopa castellana de esas capaces de resucitar a un muerto.
Empieza el Canal de Castilla |
Esta gran obra de ingeniería, la mayor seguramente de la España ilustrada, se conserva particularmente bien en Medina. Casi sin darnos cuenta, nuestro ritmo se tranquiliza mientras entramos en el tunel arbolado que rodea el canal. Rodamos por una pista plana, pasando junto a puentes y exclusas.
Así, relajados recorremos los 7 kilómetros del canal en un paisaje que, no por ser artificial es menos hermoso. Es un paseo que,sin duda, me encantaría repetir.
La iglesia en Tamariz de Campos tiene un aspecto tétrico. Triste y romántico a la vez |
Apenas salimos, empieza el calor. Sofocante, rozamos los 40º, llegando a Tamariz de Campos, con su iglesia fantasma.
Solo una breve parada a rellenar el bidón en una fuente, y seguimos camino, en busca de algún lugar sombreado en el que poder refugiarnos a comer. No paramos de sudar y echamos de menos el Canal.
Seguimos hasta Moral de la Reina, y allí, en el centro social, nos dejan comernos nuestro bocadillo acompañado con cervezas bien frías.
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Avituallamiento. Otros buenos bocadillos. |
Rellenamos el bidón, y nos remojamos porque el agua está bien fresca. Pero poco después empiezo a sentirme mal. El "baño" me ha cortado la digestión. Se lo aviso a mis compañeros. Tenemos que seguir,pero lo haré a un ritmo un poco más lento. Consigo arrastrarme hasta Villalón de Campos. Otro bonito pueblo con una hermosa iglesia y un admirable rollo gótico. Unos refrescos y el descanso ayudan a aliviar un poco mi malestar.
La Iglesia de Villalón de Campos se vislumbra al fondo. |
Y seguimos rodando (algo más lento por mi culpa) hasta llegar a Santervás por las mismas pistas polvorientas y bajo el mismo sol hiriente.
Las pistas y el calor parecen no acabarse nunca |
Santervás. Estamos cansados pero... queremos más! |
Mis compañeros me miran. Lo cierto es que los últimos kilómetros antes de llegar he empezado a sentirme mejor, y aunque con precaución, me siento capaz de seguir. Así que decidimos tirar para adelante. Antes, en Santervás, cuna del conquistador Ponce de León, sellamos en el Albergue, y nos refrescamos en el bar.
Unos kilómetros más, atravesando la comarca de Campos, con sus pueblos de casas de barro y llegamos a Arenillas. Allí, el Camino da un pequeño giro, y pasa a circular junto a la vega de un río, el Valderaduey, lo que por fin nos permite rodar un rato a la sombra de los árboles que crecen al lado. Es un alivio que nos ayuda a seguir con ánimos. Solo un par de pinchazos nos retrasan, antes de llegar a Grajal de Campos. El Camino no entra en el pueblo, sino que lo bordea, a pesar de lo cual, alguien ha pintado flechas amarillas orientando hacia él, seguramente con el fin de atraer a algún despistado a consumir. Lo cierto es que aunque solo sea por ver su imponente castillo y el palacio renacentista, bien merecería una visita.
Grajal, con su grandioso castillo. |
Desde el Santuario de la peregrina, hoy transformado en sala de exposiciones, solo una bajada nos separa del pueblo. Nos encaminamos al Albergue municipal.
Las magnificas vistas de Sahagún desde el Santuario de la Peregrina |
El "gallinero" de Sahagún |
No ha habido tiempo (tampoco ganas) de hacer compra, así que tan solo cruzamos la calle para cenar en uno de los mesones, para disfrutar de un menú del peregrino que empieza para casi todos con una sopa castellana de esas capaces de resucitar a un muerto.
Lo cierto es que nos sentimos muy bien, porque pese a las dificultades, el calor y los infinitos pinchazos, hemos superado nuestro ambicioso plan de ruta. Empezamos a idear las mejores opciones para el día siguiente en el que el destino original, León, se nos queda un poco corto. Astorga? Hospital de Órbigo? Es mejor no hacer muchos planes. Tenemos la mala costumbre de superarlos.