
Hace tres semanas hicimos una ruta nocturna a la Fuenfría y la Bola del Mundo, para ver las estrellas. Pensábamos que era una ruta dura y una aventura que sería muy difícil superar... pero el pasado fin de semana lo hemos conseguido. Cuando 28 ciclistas empiezan a rodar en Segovia al anochecer pretendiendo llegar al amanecer a Madrid es todo un reto y una aventura casi épica. Lo de menos es si todos consiguieron el objetivo, como suele decirse, lo importante es participar. Enhorabuena a todos mis compañeros de ruta.

- Datos de la ruta -
Fecha: Noche del sábado 1 al domingo 2 de septiembre de 2012
Origen: Estación de Segovia Destino: Madrid
Distancia: En mi caso, 108.85 km
Hora de inicio: 20:34 - Hora finalización: 9:30
Duración: 12 horas y 56 minutos
Velocidad media: 8.42 km/h
Desnivel subida acumulado: 2.291 m
Dificultad: alta
Otros datos: Ruta nocturna siguiendo el Camino de Santiago - Ver ruta en RunKeeper - Descargar ruta en formato .GPX y .KML
Cuando publiqué en el blog la propuesta de hacer una ruta nocturna de Segovia a Madrid no pensaba que tuviese tan buena acogida. De hecho, llegué a pensar que había muchas posibilidades de que no se apuntase nadie y que al final la hiciese yo en solitario ¿Quién iba a estar tan loco como para meterse 120 kilómetros en el cuerpo, por caminos de cabras… y a oscuras?
Durante la semana la lista de participantes iba subiendo y subiendo. En algún momento llegó a rondar los 40 participantes, aunque el anunciado frío y otras causas hicieron desistir a unos cuantos hasta quedar el número de participantes en 33.
¡Qué complicado iba a ser guiar a tanta gente en la oscuridad! Por suerte, contaba con la ayuda de VíctorCC. Unas veces a la cabeza y otras a la cola del pelotón, nos íbamos alternando para guiar a todo el grupo y no perder a nadie por el camino. Sin él, habría sido imposible guiar un grupo tan grande. ¡Muchas gracias, Víctor!

En las recomendaciones había pedido que la gente fuese con tiempo suficiente a su estación de Cercanías para poder sacar el billete del tren, pero por desgracia hubo varios ciclistas que llegaron tarde y perdieron el tren. Una pena.
Finalmente nos juntamos en el tren 28 ciclistas. Bueno, en realidad 27, porque Carlos que iba con su bici reclinada, prefirió coger el tren que salía dos horas antes y así poder dar una vuelta por Segovia.
Dos horitas de tren dan para mucha charla, y así pude ir saludando a todos los participantes. Por cierto, el tren no llevaba muchos viajeros, y el revisor no puso ninguna pega a que ocupásemos medio tren con nuestras bicicletas.
Poco después de las 20:00 horas llegaba nuestro tren a la estación de Segovia. Al bajar al andén aquello parecía una fiesta ciclista ¿De dónde habrían salido tantas bicis se preguntaría la gente al vernos?
Lo primero, unas cervezas en una terracita frente a la Estación de Segovia, un poco de charla para ir conociéndonos, y a las 20:34 comenzaba nuestra aventura.
Empezamos a rodar casi en fila india por las calles de Segovia en dirección al Acueducto, circulando por la calzada como el resto de los vehículos, señalizando nuestras maniobras, respetando toda la normativa… alguien me dijo cuando estábamos parados en un semáforo “cómo se nota que vamos con gente de enbicipormadrid, porque desde luego yo me habría saltado este semáforo”

Desde la Estación al Acueducto es cuesta abajo y vamos circulando rápido. Como hacemos siempre que pasamos por Segovia, paramos en la calle que baja al Acueducto para la foto de rigor y en este caso poder recontar cuántos ciclistas componían el grupo. Efectivamente salen las cuentas, somos 28 ciclistas.

Tras la foto bajamos al Acueducto para hacer alguna foto más y esperar a que el sol se retire completamente. Son las 20:47, ya se había retirado el sol, y había llegado el momento de emprender nuestra larga marcha hacia Madrid.
La salida de Segovia hacia La Granja es cuesta arriba. Una subida dura, pero vamos muy frescos, por lo que empiezo a tirar fuerte delante del grupo, charlando con Dudu en dirección al carril bici. Varios semáforos permiten que nos reagrupemos, aunque al llegar al carril bici el grupo se había alargado bastante. Por suerte Víctor se quedó cerrando el grupo para que no se perdiera nadie, y al poco tiempo volvíamos a estar los 28. ¡Cuántos conteos haríamos a lo largo de la noche!.
El carril bici son 5 km con una pendiente ascendente muy suave. Meto plato grande, piñón pequeño, y a darle caña... hasta que vuelvo la cabeza y me doy cuenta de que voy solo. Freno un poco el ritmo, para reagruparnos, ya en completa oscuridad. Aquí recibo la primera “bronca” de los que van más rezagados: “Vaya ritmo, Aalto, si seguimos así no llegamos a la Fuenfría ni la mitad”.
Dejamos el carril bici, nos reagrupamos, y atravesamos el área recreativa de “El Robledo” para salir a la carretera de Riofrío. Rodamos 500 metros y giramos a la izquierda por una pequeña carretera hacia Valsaín. En total son 4,0 km los que rodamos por carretera, aunque una carretera solitaria en la que solo nos cruzamos con un par de coches. Es un tramo muy divertido con muchas curvas y una pendiente ascendente suave, que nos permite rodar muy rápido.
Al llegar a Valsaín nos desviamos a la derecha en dirección al cementerio por la carretera del Robledo. Aquí ya empieza a haber bastante diferencia entre los que van delante y los que van más rezagados. La primera hora hemos rodado rápido y alguno empieza a notarlo en sus piernas.
A partir de aquí empieza el tramo más duro de la subida al puerto de la Fuenfría, tres kilómetros muy duros, pero ya por una carretera cortada al tráfico. No hay pérdida, solo hay que seguir la carretera, por lo que dejo de ir en cabeza para ir a la cola del pelotón.
La zona es de robles, vegetación poco espesa, por lo que la luna ilumina perfectamente el camino. Durante varios kilómetros apago las luces de la bici y ruedo a mi ritmo en solitario y en completo silencio entre el grupo de cabeza y el grupo de cola ¡Qué gozada!
Cuando acaba la zona más dura, en “la Cruz de la Gallega”, volvemos a reagruparnos. Hace casi dos horas que empezamos a rodar, y llevamos 18 km recorridos, no está mal la media, aunque nos quedan 11 km para llegar a lo alto del puerto.
En esta zona ya hay algunos que van un poco tocados, y tienen que poner pie a tierra. La diferencia empieza a ser muy grande, por lo que les pido a los primeros que vayan subiendo y nos esperen en la Fuente de la Reina descansando. Solo hay que seguir subiendo por la carretera asfaltada, no hay pérdida.

En ese primer grupo, tirando José (eso de tener 17 años da mucha fogosidad en las cuestas), Dudu, y los más jóvenes del grupo, con la música marchosa sonando por los altavoces a todo trapo. ¡Qué tranquilidad cuando se van alejando! ;-)
Aunque los 8 km que nos separan de la Fuente de la Reina son más suaves, incluso con tramos en bajada, los últimos van rodando muy despacio, por lo que dejo la cola del pelotón, les adelanto y hago casi toda la subida por los pinares de Valsaín en solitario, a mi ritmo. ¡Qué tranquilidad rodar en solitario, y en completo silencio en mitad de la noche!
Unos kilómetros después alcanzo a Navalex, y ruedo con él hasta llegar a la Fuente de la Reina. Como estamos en mitad del bosque no nos llega el viento, y la temperatura es fresca pero agradable.

Un buen momento para comer algo. En una ruta tan larga es importante ir comiendo y bebiendo durante toda la ruta, aunque no tengas hambre ni sed, para que no te de la pájara. Yo llevaba en la mochila tres sándwiches de jamón serrano, dos plátanos y un paquete de galletas.
Tras rellenar los bidones en la fuente “de verdad” y de esperar a más lentos, emprendemos el último tramo de 3 km hasta el puerto de la Fuenfría. Aquí se acaba el asfalto, y entramos en una pista forestal con muchas piedras, por lo que el rodar se hace más lento. Con la oscuridad, más que ver las piedras, “las sientes”.
En el camino nos encontramos con dos caballos. Seguro que venían de beber del pilón, jajaja. Algunos decían que eran de cartón, porque no se movían al vernos y se quedaban totalmente quietos. Debe ser que no están acostumbrados a que unos locos aparezcan con linternas en la frente en mitad de la noche.
Por fin llegamos al Puerto de la Fuenfría. Son casi las 12 de la noche. Hemos recorrido 29 km en 3 horas y 20 minutos. Arriba del puerto hace bastante frío y mucho aire.
En las recomendaciones que había escrito en el blog decía “se esperan temperaturas de unos 4ºC, que con el viento norte de unos 20 km/h producirá una sensación térmica cercana a los 0ºC” No me equivocaba mucho. Además añadía “es muy recomendable llevar pantalón largo, manga larga y un cortavientos o chubasquero para evitar el aire. También sería buena idea llevar guantes de invierno (con dedos)”. Puedo aseguraros que yo no pasé nada de frío.
Por desgracia, muchos no me hicieron caso y con pantalón corto, camiseta y guantes de verano, estaban tiritando. Como los últimos tardaban en subir, a los más frioleros les pedí que siguieran hasta los miradores o hasta Cercedilla, que seguro haría mejor temperatura.
A las 12:15 empezamos a bajar el puerto hacia los miradores, parada obligada para el que pasa por primera vez por aquí, y más si es de noche. Las vistas son espectaculares.
Aquí aprovechamos para cenar por segunda vez, arropados por las piedras del mirador de Vicente Aleixandre, y todos hechos una piña, porque hacía bastante frío. Tras una agradable charla, a las 1:00 de la mañana, y tras varias llamadas de los que nos esperaban en Cercedilla, emprendemos el camino de bajada.
Es una bajada muy rápida, por una pista de arena, en la que los primeros bajamos siguiendo a Víctor y su focarro de luz a más de 40 km/h. Se suceden los derrapes en las curvas y los pequeños sustos hasta llegar a la barrera que atraviesa la pista, que alguno casi se la come. Debería tener algún reflectante, porque el que no la conoce puede llevarse un buen susto... si no algo peor.
Después de esperar un rato al resto del grupo, que tardaba mucho, alguien me llama por teléfono para decir que Carlos se había caído en una curva al derraparle la bici en la arena. Víctor subió rápidamente para ver qué había pasado, por suerte además de un fuerte golpe no parecía tener nada roto y podía bajar en bici hasta Cercedilla.
La bajada a Cercedilla, ya por carretera, la hicimos muy rápido, por encima de 50 km/h. Hasta me costó adelantar a Jimena, que iba bajando como una bala. Por cierto, enhorabuena a Jime, la única chica del grupo, pero con una resistencia que muchos quisieran ¡y en pantalón corto!.
En Cercedilla Carlos se acercó al Ambulatorio, pero como estaba cerrado, esperó al autobús de las 4:00 de la mañana para volver a Madrid. El conductor le permitió llevar la bici en la bodega y volver así a casa rápidamente y sin problemas.
Me ha escrito y parece que no tiene nada roto, solo está un poco dolorido. Esperamos que se recupere pronto y pueda volver a acompañarnos en más rutas. Eso sí, la parienta creo que no le va a volver a dejar salir de "ruta nocturna" por una temporada.
Jorge, Javi y José, que viven en Villalba también optaron por volver en bus, porque uno de ellos estaba muy tocado. Por suerte los conductores de bus estaban de buenas esa noche y también les permitieron subir con las bicis.
Alberto? Y su sobrino José (el chaval de 17 años) también se retiraron en Cercedilla porque a Alberto le dio un tirón en una pierna y no podía seguir. Buscaron una pensión y se quedaron a pasar allí la noche para volver a la mañana siguiente en el Cercanías.
En Cercedilla tuvimos ¡6 bajas! Con lo que a partir de este punto, para el conteo quedábamos 22 ciclistas: Carlos, Juan Carlos, Navalex, Otto, Dudu, Agus, Jimena, Javi, Javi2, Aitor2, Sergio, Sebastián, Álvaro, Diego, Lito, Pedro, Javi, Nacho, José, Javi, Víctor, Aalto (perdón si me he equivocado en algún nombre).
Unos cafetitos (o unas cervezas) en la plaza de Cercedilla, y un poco de charla con los lugareños, que flipaban con nuestra aventura. Tras un buen descanso, a las 2:15 continuamos nuestra ruta para salir de Cercedilla por el Camino del Calvario ¡Vaya subida! Son menos de 2km, por una pista de arena pero con bastante pendiente.
Recuerdo que me quedé a esperar al último y luego empecé a subir rápido para coger a los de cabeza cuando alguien me gritó "Aalto, que había que venir en bici, no en moto". Todavía andaba yo con fuerzas de sobra, solo llevábamos 45 km.
Desde allí, bajamos por carretera hacia Navacerrada, y entramos en el pueblo por un sendero muy empinado que hicimos a pie. Es muy difícil hacerlo sobre la bici, y más por la noche.
Atravesamos las calles de Navacerrada y salimos hacia el Este por un estrecho y divertido sendero que lleva a la carretera. Una vez cruzada, y tras pasar una cancela, llegamos a una de las bajadas más divertidas de la noche. Es un sendero muy estrecho y muy rápido, con curvas, subiendo y bajando, atravesando zonas embarradas o de arena ¡Qué subidón de adrenalina!
Bordeamos la urbanización Vista Real por un estrecho sendero entre jaras, con grandes piedras, en la que hubo más de un susto, incluso creo que alguno besó el suelo (una caída sin importancia).
Un par de rápidas y empinadas curvas nos anuncian que estamos llegando a Mataelpino ¡Qué cuestas tiene este pueblo! Por suerte, esta vez las cogemos hacia abajo, a gran velocidad.
Otro pequeño sendero pedregoso, y entramos en la amplia vía pecuaria que nos llevará hacia Manzanares el Real.
Una nueva parada en el área recreativa de San Isidro para descansar y para beber un poco (el agua de la fuente salía caliente, algo que se agradecía con una noche tan fresca). Agus me dice que él y Jimena están muy cansados y se plantean “acortar” por carretera y carril bici hacia Colmenar Viejo y coger allí el tren hacia Madrid.
Son casi las 5 de la mañana, llevamos 65 km, y hemos llegado a Manzanares el Real. Aquí se retiran Agus y Jimena... y otros 6 que iban ya muy cansados: Dudu, Javi, Javi2, y otros tres que no recuerdo. Todavía les quedaban unos 20 kilómetros hasta la estación de Colmenar, pero al menos eran relativamente suaves, por carretera y carril bici.
Empezamos la aventura 28 ciclistas y quedábamos 14 para continuar la ruta hasta Madrid ¡Habíamos perdido a la mitad!
Pasado el puente llegamos a una zona que todos esperábamos, las trialeras del Camino bajo de Cerceda. Bajadas divertidas, grandes piedras, senderos estrechos, más piedras… y todo ello de noche, a la luz de la luna y de unos focos que ya estaban en las últimas. Seguro que Víctor disfrutó en esta zona más que en el resto del camino, y seguro que Carlos y su reclinada lo pasaron bastante mal. Lo más complicado, la subida, con las mismas piedras, pero con las fuerzas muy justas.

Cruzamos Colmenar y paramos en la ermita de Santa Ana para beber en la fuente. Todavía teníamos agua en los bidones, pero así aprovechábamos para descansar un poco para afrontar los últimos kilómetros hasta Madrid.
Rápida bajada de 4 km por delante del cementerio, por el camino de la Tejada hasta llegar al arroyo, que ahora en verano va seco. Teníamos que recorrer otros 4 km por el arroyo, para coger el camino de subida a Tres Cantos, pero aquí me despisté y subimos por otro camino, más corto pero con muchísima pendiente, que a algunos nos hizo poner pie a tierra ¡Vaya subida!
Bueno, una subida muy dura, pero al final acabamos en el carril bici, que es lo que buscábamos. Ya estaba amaneciendo, por lo que apagamos los focos y continuamos ruta hacia Madrid.
¿Quién dijo aquello de que “por el carril bici, de Tres Cantos a Madrid solo había que dejarse caer”? Seguro que no llevaba 90 kilómetros en sus piernas.
A un ritmo tranquilo seguimos por el carril bici hacia Madrid, nos hacemos la última foto los 14 “supervivientes”, y entramos en Fuencarral buscando algún sitio abierto para desayunar. Ya hemos pasado la barrera de los 100 km y necesitamos reponer fuerzas para llegar hasta nuestras casas.
102 km, 12 horas y… ¡Un bar abierto! ¡y tienen chocolate con churros! Aparcamos las bicis, cogemos sitio en la terraza, y a desayunar, que nos lo tenemos bien merecido.
Desde aquí, y ya con algo más de fuerzas, bajamos por la Castellana y cada uno se fue retirando hacia su casa, para dormir y descansar de la paliza que nos habíamos pegado. A mí, que me retiré cerca del Bernabéu, me salieron casi 109 km, a otros que siguieron hacia Atocha les salieron 120 km. ¡Vaya palizón!
La ruta fue muy dura, seguro que para algunos mucho más dura de lo que esperaban. Supongo que muchos, todavía con dolor en las piernas, me seguirán maldiciendo por haberles metido en esta aventura que yo consideraba “asequible” para un ciclista medio, pero estoy seguro que si el año que viene volviésemos a hacerla, estarían los primeros para apuntarse... ¡Menuda aventura!