Llevaba tiempo pensando en probar a ir al trabajo en bici, en utilizar la bici para moverme por Madrid. Mi inspiración vino de muchas fuentes: de una amiga, de los ciclistas que veía, de una revista (Cycling monthly) y las noticias que llegan de Inglaterra (el boom ciclista en Londres y los programas que desarrollan para potenciar su uso).
Mis primeras incursiones en bici al centro (resido en Hortaleza) fueron en las huelgas generales, ya que sin transporte público, el mejor medio de asistir a las manifestaciones era la bici. Esa primera toma de contacto me permitió ver que no es tan peligroso, las distancias no son tan grandes y que bajar la bici en el ascensor no es un esfuerzo tan tremendo. Esas son algunas de las pequeñas barreras mentales a superar.
Este verano de 2013 volví de vacaciones en un estado de forma excepcional (mucha montaña y campo), que se reflejaba en una gran fortaleza mental, fruto del ejercicio. No estaba a dispuesta a que la rutina laboral me quitara esa sensación, de modo que empecé a pensar cómo podría mantener una actividad física diaria, no de fin de semana.
Así comencé a empaparme con los blogs de ciclismo en Madrid. Conocer experiencias de otras personas, consejos, normativa, calles tranquilas, aparca-bicis. Y cada vez con más ganas empecé a analizar los problemillas y encontrar las soluciones. Éstas han sido las barreras mentales y las soluciones que encontré:
- Llegar sudada al trabajo. Mientras pedaleo llevo una camiseta transpirable que cambio en un servicio de la oficina por la blusa mona, además de lavarme con una toallita húmeda (no todas huelen a bebé).
- Recorrido a seguir. Aunque me estudié de arriba abajo el plano de calles tranquilas y google maps, al final la experiencia fue la que me permitió elegir la mejor ruta para mí. Probé rutas directas y rápidas, cambié algún tramo por su dificultad de pendientes o de tráfico, me perdí muchas veces… Al final di con la ruta que, si ser la más rápida o directa, es más agradable.
- Bolsa de transporte. Rápidamente me hice con un trasportín y unas alforjas, no sólo para no cargar la espalda, también para no llegar con la camiseta empapada.
- Aparcar la bici cerca del trabajo. Hice una solicitud al Ayuntamiento en su buzón de sugerencias para que pusieran un aparca-bicis cerca de mi trabajo Tardaron unos 2 meses en contestar “no hay espacio”. Al final ato la bici a una señal de paso de peatones, siguiendo todos los consejos de seguridad.
- Ropa transpirable y reflectante. La de horas que habré pasado buscando en internet y tiendas ropa de bici. Al final, me reconocí a mí misma que con mucha lluvia no iba a coger la bici, demasiado trastorno con la ropa. Los pocos días que llueve realmente fuerte en Madrid, puedo volver al Metro y ya está. No es un crimen. Compré un cortavientos ligerísimo para lluvias imprevistas y después llevo mi forro Decathlon que tiene una gran ventaja: cremalleras debajo de los brazos.
El resultado es que he dejado el metro excepto algún día puntual: 12 €/mes frente a 54€. He cogido literalmente buena forma: culo, caderas y muslos. Curiosamente gané 1 kg, pero de pura fibra. O eso creo J.
Advertencia: crea adicción. Dos días sin cogerla, y ya me subo por las paredes. Echo de menos el viento en la cara, el movimiento autónomo, autopropulsado, el silencio del neumático en el asfalto…. Y algunas estampas: la luna en el horizonte, los parques con los colores del otoño, la calma en el anillo verde, los sonidos de las terrazas a la hora de comer, la luz de las farolas traspasando los árboles.
En estos dos meses sólo me han pitado dos veces, con uno de ellos intercambié alguna impresión brevísimamente. El resto del tiempo debo decir que me ha sorprendido el buen comportamiento de los conductores. Se quedan detrás de mi pacientemente, o me adelantan con espacio, me dejan salir para adelantar (al menos ni me han cerrado ni me han pitado). Hay que decir que estoy previendo todo el tiempo posibles “encerronas”, todo lo que cuenta el blog: coches que se incorporan, puertas que se abren, coches que te adelantan para cruzarse delante de ti y girar a la derecha… Pero esto mismo me lo hacen cuando voy en mi coche. De momento sólo una vez se me ha cruzado un coche por delante, pero “sabía” que iba a hacerlo y ya estaba bajando la velocidad antes. También intento ser paciente con los peatones. Al principio me enfadaba, usaba el timbre no sólo para advertir sino también para recriminar… pero esto pasa factura, toda esa energía negativa, a mí misma. Ahora intento tomármelo con calma, voy en bici porque disfruto con ello y no voy a dejar que me lo estropeen. En parte es auto protección. Paso todos los días por las mismas calles a la misma hora. Intento ser respetuosa y amable con vehículos y peatones. Y espero que si un día tengo un percance, haya alguien que me reconozca, me ayude y de testimonio a mi favor.
Y aquí aprovecho para saludar a esas personas con las que me cruzo muchos días: la mujer del Twizy, los del camión de la basura, los conductores de autobuses de la EMT, los pasajeros que esperan en las paradas, el bus de Pinosierra, los de la obra en Luca de Tena, los alumnos de los colegios en el barrio de la Concepción… Y los ciclistas: el Darth Weider que es el único que saluda, el que me previno de un punto de máxima atención, y el resto, saluden o no. Porque a algunos ya los reconozco y estaré por ahí si un día necesitan ayuda. Que siempre llevo herramientas básicas.
Saludos
Ebaik-commuter