BiciFinde Chamartín-Capitán Haya
Escrito el 14 de septiembre por Reyes
Domingo por la tarde, 17:55 horas de una tarde de Junio con un calor sofocante. Llego a la salida de la estación de Chamartín, donde he quedado con Victor, y allí está ya él esperándome ya. ¡Increible! Alguien más puntual que yo. Le reconozco rápidamente por el color anaranjado de su bici y de todos los complementos (incluidos muñequitos) que lleva su bici.
Mientras esperamos a la otra participante, Victor me empieza a explicar el código de circulación de la bici y me da muchos consejos útiles sobre cómo desenvolverme en ciudad con ella. Como complemento me da un plano de calles tranquilas de Madrid, muy útil para saber en qué zonas hay menos densidad de tráfico ya que mi pánico a los coches es bastante acentuado y Madrid no se caracteriza por ser bici-friendly para nada.
A mitad de explicación se nos incorpora Ana con una bici clásica y elegante que ella lleva grácilmente a pesar de no tener marchas (¡Menuda campeona!). En seguida nos ponemos en marcha ya que el partido de España es pronto y nuestra compañera quiere verlo.
La ruta más rápida y directa para llegar a mi trabajo, según Víctor, es bajando Castellana pero, al darme un poco de miedo, le pedí con anterioridad que me buscase una ruta alternativa. Así que esa es la que íbamos a hacer ese día, para ver sus ventajas y sus inconvenientes porque es más larga y tenemos muchos pasos de cebra y zonas peatonales.
Nos ponemos entonces en marcha y bajamos por el puente de la calle Agustín de Foxá para dirigirnos al intercambiador de Pza. Castilla. Se ven pocos coches, con eso de que es domingo y hace mucho, mucho calor y, los que hay, parecen respetarnos bastante. Llegamos al intercambiador de Plaza Castilla, paramos y para atravesarlo nos toca cruzar por pasos de cebra (Nota: Víctor nos explica que no es lo mismo cruzar montado en la bici que bajado, en el primer caso se nos considera vehículos y, en el segundo, peatones) y tomamos dirección oeste hacia la calle San Aquilino. Seguimos hacia delante hasta llegar a la calle Bravo Murillo.
Los coches nos dejan pasar en todas las ocasiones y, señalizando todas nuestras maniobras correctamente, no hay problema incluso en las dos rotondas que nos vamos encontrando en el camino. En el siguiente punto nos encontramos con la dificultad de atravesar una zona peatonal, el llamado Triángulo de Oro (con escaleras de bajada), lo que ralentiza un poco la travesía. Finalmente cogemos Infanta Mercedes hasta Francisco Gervás y ya estamos en la meta: Capitán Haya.
Después realizamos la segunda etapa, es decir, mi vuelta del trabajo a casa desde Capitán Haya hasta Nuevos Ministerios. Este recorrido es más corto y, la mejor y casi única manera es bajar por Castellana. Víctor nos pregunta si nos atrevemos y las dos decimos que sí, todo parece muy fácil yendo con este biciclista al lado.
Así que de nuevo cogemos Fco. Gervás y desembocamos rápidamente en uno de los laterales de la Castellana. Bajamos hasta la glorietas de Cuzco y Plaza de Lima. Pocos coches, señalizamos y seguimos todo recto hasta llegar al intercambiador. Nos sentimos (sobre todo hablo por mí) unos campeones y, tras este triunfo sin incidentes, queremos celebrarlo con unas cañitas en una terracita del centro. Nos tomamos esas merecidas cervecitas con nuestro simpático guía y pasamos un rato muy agradable charlando sobre todo lo posible.
Después de una agradable charla, nuestra compi Ana nos deja y ya Víctor y yo solos nos ponemos a callejear hasta llegar a Atocha, la parte más difícil para mí es la bajada por la calle Atocha y, el colofón, la Ronda del Emperador Carlos V (el paradigma de locura-rotanda-madrileña por antonomasia). Como siendo domingo hay pocos coches, no nos cuesta tomarla y meternos en la estación. ¡Bravo! Estoy que no me lo acabo de creer.
Mi impresión general de esta experiencia es buena, atreverme simplemente me da la confianza suficiente para probar a hacerlo yo sola, así que una mañana de Julio me dirijo a mi trabajo en bici. Obviamente no van tantas personas en el tren a las 8 de la mañana como habitualmente pero, a pesar de eso y de que los trenes getafenses están muy bien preparados para bicis, me doy cuenta de que es un poco incómodo desenvolverse con la bicicleta (si ésta, como la mía, no es plegable).
Intento hacer el mismo recorrido que con mis compañeros pero, al ir sola y haber muchos más coches, modifico un poquito la ruta (aunque decido hacer la ruta rápida, de Castellana, porque la otra me resulta demasiado larga). Evito la rotonda de Plaza de Castilla, eso sí, y me voy por las anchas aceras hasta llegar al comienzo de la Castellana donde ahí sí que me aventuro a coger la carretera. Los coches parecen respetarme bastante y no me encuentro dificultades como coches en doble fila, que me suelen hacer pararme o adelantar con muchísimo cuidado.
Después a la vuelta del trabajo la cosa no resulta tan sencilla, un coche se sitúa mal en la calzada para hacer un giro a la derecha y por poco se choca conmigo. Es una situación que he vivido muchas veces en Madrid siendo conductora pero en bici me impresiona mucho más por la indefensión en la que me encuentro. Finalmente la cosa queda en un susto y llego a mi destino.
Puedo decir que en general me siento satisfecha con la experiencia pero no creo que me decida a llevar mi bici al trabajo de forma diaria, más bien lo haré esporádicamente cuando las condiciones sean favorables (buen tiempo, poca afluencia de tráfico y/o de gente). Aún así creo que es un gran avance con respecto a mi situación anterior, en la cual nunca me hubiera atrevido a hacer un recorrido por Madrid ciudad sola.
Mi impresión es que aún queda mucho por hacer, sobre todo en el tema de concienciación ciudadana (tanto conductores, como ciclistas o peatones) y convivencia de diferentes vehículos. Aunque es cierto que el tráfico de Madrid demasiado abundante, la gente con demasiadas prisas por adelantar de cualquier manera y, sobre todo, unas rotondas bastante peligrosas (aunque supongo que éstas siempre se pueden evitar de algún modo como hice yo), espero que poco a poco más gente se decida a coger la bicicleta de forma rutinaria como se hace ya en otros países.
Esto hará que éstas sean cada vez más visibles y que, además de reducir el número de coches en las calles, los que haya se acostumbren a circular junto a las bicis, algo aparentemente sencillo pero que no lo es tanto. España es así, tiene su ritmo, pero tenemos que seguir apostando por proyectos como los de En bici por Madrid. De manera personal, es posible que me apunte a más rutas. Muchas gracias a Víctor y a los que hacen posible estas iniciativas.