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lunes, 27 de julio de 2015

Vía de la Plata 8. Salamanca - Granja de Moreruela

Etapa 8. Salamanca-Granja de Moreruela

21 de Abril

Distancia: 116,3 km
Distancia acumulada: 659,3 km
Desnivel positivo: 969m

"Considero que tengo el derecho de divertirme con la inocencia y pureza como lo hace un niño."
(Leo Tolstoy responde a críticas de que aprendió a andar en bicicleta a la edad de 67)


Si hay una etapa llana, esa es la etapa que recorrimos desde Salamanca hasta Granja de Moreruela, punto donde se separan la vía de la Plata e inicia el Camino Sanabrés. No es de extrañar así, que a estas alturas hayamos recorrido 116 km en esta etapa. Nuestro programa inicial nos llevaba a Zamora, ciudad donde pararíamos y haríamos una visita. Pero como digo, los planes están para romperlos, y hoy es un día para esquemas rotos.

Así que salimos de Salamanca con cierto lío hasta que unos peatones nos indican por donde tenemos que ir... evidentemente, por la salida hacia Zamora. Una vez que nos encontramos, y salimos del primer pueblo adyacente a Salamanca, retomamos el llano y  vamos rodeados de campos de cereal y mostaza. Contrariamente a lo que pasaba otros días, Jesús se nos va quedando atrás, y yo inicio con más fuerza que otros días. Se han invertido totalmente los esquemas.

Avanzamos rápidamente por caminos amplios que nos permiten ver la llanura y los cultivos que colorean esta primavera preciosa. Pasamos por poblaciones como Aldeaseca de Armuña, Castellanos de Villiquera y Calzada de Valdunciel, que no pasan de los 1000 habitantes y todas ellas a la sombra de Salamanca. Hemos recorrido casi 20 kilómentros y no nos hemos dado ni cuenta. Hacemos una parada en Calzada de Valdunciel. Y Jesús nos confiesa que nos se siente cómodo, siente molestias y no puede pedalear como le gustaría. Lo notamos, porque no ha salido tan fuerte como de costumbre. Charlamos y opinamos, pero él lo tiene claro, si las cosas siguen así, peligra su continuidad en el viaje. Planteamos que la etapa es muy llana hasta Zamora, y que tal vez allí podrá tomar decisiones sobre el día siguiente.

Fragmentos de miliarios y de ermitas de la zona en Calzada de Valdunciel
Una vez que salimos de Calzada de Valdunciel, llegamos a un cruce con la N-630, que va en paralelo a la A-66, nos adentramos sin darnos cuenta en la carretera. Paralelo a esta, se ha hecho un andadero donde van cómodos los caminantes. Y comenta Zinaztli que también existe la opción de ir por otro camino paralelo. Nosotros finalmente hacemos otros 20 kilómetros de carretera por uno de los llanos más llanos . Fernando y yo salimos disparados, pero Jesús se queda atrás. Nuestro compañero está tocado. Nos dedicamos ese rato a hacer prácticas con las pulsaciones. Otro método de autoconocimiento. El pulsómetro es otro de esos juguetitos de moda que nos da información. Llegamos a la conclusión de que las pulsaciones de partida de Fernando son más altas, pero que no sufre grandes aumentos. Yo, sin embargo, como una montaña rusa, subo y bajo y mis pulsaciones se estiran en un gran espectro. Momento de entrenamiento para conocer lo que hace nuestro corazón.

El camino se hace tan monótono, no se trata de mucho que observar sino de seguir la meditación del caminante. Para algunos esa monotonía se hace larga, y más ahora que hemos bajado el ritmo, así que cualquier excusa es buena para hacer una parada y entretenernos con las especies que encontramos. Fernando hace gala de sus dotes de “Frank de la Jungla” y detecta al aire una pequeña serpiente. Le encanta. Estas dotes nos darán algún episodio entrañable que comentar en futuras etapas. De momento esta que vemos, está muerta, y Fernando insiste en que le hagamos una foto. Prueba de esta afición por mí incomprendida a los bichos, y de esa alegría infantil por estos pequeños animales... ay Frank!

Seguimos avanzando y llegamos a la provincia de Zamora, llegando al pueblo de Cubo de la  Tierra y el Vino, pueblo que da nombre también a la comarca en la que nos encontramos, la. Tierras del Vino. Fue llamada así por su tradición en el cultivo de vides, hoy sólo algo testimonial, puesto que desaparecieron después de sufrir una plaga en el siglo XIX. Llegamos a esta población después de pasar por uno de los últimos bosques que cruzaremos de jaras, encinas y retamas. Nos esperan otros paisajes más allá de Castilla.

A partir de aquí, el llano comienza a ser más bien descendente. Nos quedan 20 kilómetros y aún es pronto. Vamos a llegar a Zamora a comer. Así que para una jornada tan tranquila, necesitamos dar un poco de emoción. Encontramos a los primeros cicloturistas desde hace un tiempo. Eso nos hace felices. Fernando no duda en poner el turbo y adelantar a nuestros acompañantes. Yo, que llevo todo el día rodando de reserva, veo que también este es mi momento. Va a ser la primera vez que pueda dar queso en todo este viaje. Así primero va uno y luego el otro. Damos queso a nuestros compañeros de camino, que lo toman con enorme deportividad. Nos paramos en el cruce y charlamos. Vienen desde Mérida, tratando de terminar un camino que tuvieron que abandonar hace años,  porque ella sufrió una caída y tuvo que abandonar después de dos etapas más.  Su intención es llegar el domingo a Santiago, antes que nosotros. Viendo el ritmo al que van, pienso que difícilmente llegarán. Van tranquilos y por eso yo he podido adelantarles, se les ve aire de inexperiencia y falta de recorrido con la bici, pero parecen decididos. Van equipados en conjunto y me hacen gracia, después de hacer el paso de rigor por el decartón. Nos despedimos pensando que será un cruce más en el camino, pensando que no nos volveremos a encontrar. Luego pienso que esta pareja tirará por el tramo que llega hasta el Camino Francés, seguro que no nos volvemos a encontrar.
Fernando, dispuesto a dar queso a nuestros nuevos acompañantes antes de llegar a Zamora
Estamos a muy pocos kilómetros de Zamora, deseando llegar para comer, pero antes nos tenemos que encontrar, de nuevo, con un camino natural. En este caso la Senda del Duero, que nos indica 5 kilómetros a Zamora. Un río más en nuestra ruta. Cerca de todas estas indicaciones, nos encontramos con el muro de las promesas, según indican los bloques de hormigón que han plantado en medio de la nada, lugar de confluencia de varias rutas, y lugar donde los peregrinos hacen sus promesas. Una vez más, me planteo que vivimos en un mundo donde mejor no prometer, porque hasta las promesas se hacen obsolescentes, así que mis promesas las dejo para mí y no lanzo nada. Mis compañeros además quieren llegar. Vamos a Zamora.

Llegamos a Zamora a una hora en la que el cuerpo nos pide más. A Fernando y a mí. Jesús insiste en su conclusión. Hoy hemos hecho la etapa más sencilla de todo el camino, llano, llano y más llano, y ha sufrido. Esto puede ir a más, y lo mejor que puede hacer es reposar y no poner el cuerpo en riesgo. Le damos la razón. Ha seguido el ritmo con dificultades, y a partir de aquí nos esperan etapas con mucho más desnivel y terrenos más complicados.

Antes de cruzar el río en Zamora. Ya sabesmos que Jesús nos abandona y estamos tristes
Viendo montar en bici a Jesús, cualquiera diría que es un chaval. Echa el resto desde el principio, sin reservas. Y eso ha hecho desde que inició el viaje. Sus casi 60 años no son poca cosa que llevar sobre la bici, así Fernando le llama “el yayo” de forma cariñosa. No es igual su cuerpo que el de muchos chavales y por eso le da avisos, y sin embargo, aguanta más que muchos, y se atreve con mucho más que muchos.  Apenas lleva cinco años montando de forma asidua, otra sorpresa, igual que haciendo yoga, dos grandes descubrimientos. Han sido su alternativa a una prejubilación anticipada, y yo no puedo hacer otra cosa que inclinarme ante usted, Jesús Pastor, que sabe vivir, que sabe de todo un poco y nos ha dado mucho de su cultura general sobre la comida y la bebida, la naturaleza y las fotos, las mejores que tenemos. Ciertamente a partir de aquí faltarán fotos, no sabré reconocer los árboles, nuestras comidas serán más básicas.

Lo curioso es que aquellos más veteranos del grupo, aún muy jóvenes, como dirían mis padres algo ofendidos, nos dan lecciones cada sábado de auténtica sabiduría sobre la bici. Nos demuestran que en este deporte mucho más que la fuerza de las piernas, puede la fuerza de la constancia. Que puede querer montar, ejercitar y seguir rodando. Puede la fuerza de la reserva (o no, jajaja) y la inteligencia y la calma, y una motivación constante imprescindible en este y otros deportes. Así es como se recorren en realidad los kilómetros que llegamos a hacer no solo en estos viajes, sino en las salidas de los sábados.

Después de este pequeño homenaje que hace tiempo quería hacer a aquellos que me superan en unos veinte años en edad, llegamos a Zamora. De nuevo, una vez más, un encuentro bien bonito. Decidimos comer juntos como despedida, y después Fernando y yo seguiremos hasta Montamarta o a alguno de los pueblos colindantes, acortando la etapa de mañana, que es más larga. Antes de eso nos damos un paseo juntos y me enamoro de esta ciudad. Como dicen por ahí, Salamanca es representativo del renacimiento y gótico, para llegar después al Románico de Zamora. Una auténtica lección de historia del arte en una etapa cicloturista.

Iglesia de San Juan de Puerta Nueva en un lateral de la Plaza Mayor donde comemos


Catedral de Zamora. Vista de la torre del Salvador que cumplió funciones de cárcel. La cúpula gallonada que la acompaña es para echarle un buen vistazo
Una vez hecha nuestra vuelta a Zamora, y registrarlo en mi catálogo de pendientes de visitar un rato más, seguimos por nuestro llano favorito. Primero recorriendo unas pocas rotondas hasta llegar a Roales de Pan. Seguimos rodando y rodando a un ritmo alegre en paralelo a la nacional, y nos plantamos casi sin darnos cuenta en Montamarta, nuestro destino. Ambos estamos de acuerdo, el cuerpo nos pide seguir. No sin antes ver la iglesia que cuelga sobre el embalse, y que a mí se me antoja un recuerdo del Mont Saint Michel, del que tantas fotos he visto. Montamarta además es conocido como el "pueblo de las cigüeñas", porque muchas eligen instalarse aquí debido al humedal del embalse.

Iglesia de Montamarta a los pies del embalse de Ricobayo
Con esta vista tan preciosa y tan romántica seguimos camino de nuevo por pequeñas poblaciones que nos invitan a seguir. Todas ellas tienen albergue público y/o acogida gratuita. Pasamos por Fontanillas de Castro, Riego del Camino teniendo que desviarnos en ocasiones porque nos encontramos con las obras que dan continuidad a la A-66 y que parece que pronto terminarán... a ver si llegan para las elecciones. Tenemos que hacer algún salto que otro, y retomar nuestro camino.

Así a lo tonto hacemos nada más que 42 kilómetros más de lo previsto y llegamos a Granja de Moreruela. Este es el lugar donde nos separaremos aquellos que quieren seguir la vía de la plata hasta Astorga, juntándose con el camino Francés, o aquellos que nos vamos dirigiendo hacia el sur de Galicia buscando Puebla de Sanabria, el Camino Sanabrés. Vamos a abandonar la Vía de la Plata, y ya nos espera otro paisaje, otro clima, otro tiempo, y otras dificultades. Sentimos la ausencia de Jesús, y sabemos que ahora va a ser un camino diferente. Las personas que te acompañan construyen tu camino. Si hasta ahora fue un camino en el que primó el recorrer tranquilo, las comidas y las paradas, ahora primarán llegar a los destinos, afrontar retos, y sin yo saberlo, culminar la auténtica preparación para la que va a ser mi mayor éxito de los últimos años, terminar el Soplao dentro de tiempo y sin morir en el intento.
Cartel cerca del Albergue de Granja de Moreruela mostrando los diferentes caminos

Granja de Moreruela resulta ser efectivamente lugar de confluencia, porque su único albergue está lleno de peregrinos en sus dos plantas, y para sorpresa nuestra, más cicloperegrinos. Es genial, todos de perfiles diferentes. Un matrimonio británico de cierta edad (soy muy mala estimando, pero estos también tienen por encima de veinte años más que yo, me atrevería a decir que unos cuantos más..). Y una pareja joven de look hippie y de me lo tomo con calma. No puedo evitar preguntarme cómo nos verán ellos a nosotros, pero lo tengo claro: “la pareja deportiva”, jajaja. Me río para mis adentros.

Hoy por la tarde, y al día siguiente por la mañana intercambiamos impresiones y planes unos con otros. Hablamos con la pareja de pelo rasta y telas de color. Vienen desde Huelva, haciendo la sierra hasta enlazar con la Vía de la Plata. Buscando caminos alternativos. Les ha gustado mucho mucho. Eso sí, algo duro. Se lo toman con calma, improvisan y tal vez hagan sus cuarenta al día, cogen bus, se quedan donde les gusta..a su aire, sin destinos. Lo que hacemos nosotros les parece una barbaridad. No es plan de decirles que vamos tranquilos.

Los británicos los dejamos para mañana; está claro que tenemos miedo de no entendernos, yo su inglés, y ellos nuestro inglés, jajaj. Nos cuentan que con sus bicis de los años de matusalén se recorren los caminos buscando el original. Bromeamos sobre trasportines y las cubiertas.  Se respira calma y saber hacer en sus palabras. Tienen nuestra misma guía, que sigue traspasando fronteras, y buscan siempre el camino original. Se ve que han recorrido mundo con esa calma y sabiduría que transmiten, sin prisa, sin pausa. No puedo evitar pensar que quiero eso para mí. Creo que a eso ahora lo llaman slow movement. Hay mucha gente que lleva haciéndolo hace tiempo. Me encantan.



Cosas de los Caminos: Qué comemos en la Vía de la Plata


Este epígrafe está realizado con la inestimable sabiduría de Jesús en cuanto cuestiones culinarias, quien me ha asesorado, me ha informado y recordado lo que comimos en nuestro viaje, así como lo que no comimos, pero es digno de mentar. Mi padre, que pulula por ahí mientras escribo, me ayuda con aclaraciones.

No pretende esto ser una guía culinaria, sino incorporar a los atractivos del viaje algunos de los manjares que comimos y otros que no llegamos a comer. De hecho, en mi búsqueda previa sobre informaciones de la Vía encontré una página que me causó enorme curiosidad, un compendio de recetas de comidas típicas, que para mi gusto está incipiente que se podría mejorar en gran medida, pero que puede ser una gran idea. Aquí dejo el enlace para quien quiera curiosear: http://laviadelaplata.es/recetas.php?ididioma=1 . En esta página además se pueden encontrar otras informaciones.

En la parte de Sevilla podría explayarme y hacer un artículo entero olvidándome de que hablamos de bicis, pero me quedaré con destacables que son dignos de comer, y más en la época en la que vamos. En nuestro viaje sevillano comimos espinacas con garbanzos, con su toque de pimentón, ajo y comino que las hace tan especiales, tomamos montaos en nuestra parada y una ensalada de pimientos, mejor dicho, pimiento aliñao. Por la noche sopa de puchero, o lo que para un madrileño viene siendo sopa de cocido. En la época en que vamos, no hay que olvidar tomar caracoles, aunque nosotros no pudiéramos. Su rico caldo de hierbabuena se absorbe en cada caracol, y luego se bebe del vaso en que se encuentran. Luego están las cabrillas, que es lo que conocemos los madrileños como caracoles, de alguna manera.

Espinacas con Garbanzos cruzando el puente a Triana
Subimos a Extremadura. Imprescindibles sus embutidos, y mejor si tienes una amiga cuya familia hace la matanza y te invita en cualquier momento a tomar chorizo casero, y si te hace unas migas de la zona mejor que mejor (ups! esto es de otro viaje). Si no es así, en Mérida te puedes conformar con tomar más caracoles, ensalada, y un buen bacalhau á bras, no olvidemos que estamos cerca de Portugal. Los quesos de Extremadura son también para comérselos: torta de la Serena, Torta del Casar, aunque en este caso no los llegamos a degustar. En Aldeanueva del Camino degustamos un rico revuelto de espárragos con jamón, recordemos que estamos en primavera y un secreto ibérico. Ahí las distintas variedades del cerdo: solomillo, presa, secreto, pluma, abanico son más que recomendables, no olvidemos que vimos cerdos y más cerdos. Sus vinos denominación de origen Ribera del Guadiana, cuyo centro de producción se encuentra en Almendralejo, es digno de mención.

Y las setas que buscaban con un palo terminado en pico para levantar la tierra de las falsas trufas me corrige Jesús son Terfezia arenaria o criadillas de campo o trufas del pobre.

Subimos a Salamanca y nos ponemos morados con una parrillada, carnes ricas a expuertas, sin olvidar su hornazo que una y mil veces hemos probado en otras incursiones. Salamanca además es lugar de pinchos a buen precio.

En Zamora comemos de menú, tanto por la mañana como por la noche, pero hay que mentar para otras ocasiones sus legumbres además de sus trigos para pan, según Jesús, de lo mejor de España, junto con los vinos de Toro. Como me explica Álvaro, compañero de rutas zamorano mientras viajamos a Ávila, cada zona de Zamora tiene su especialidad, el vino en Toro, carnes cerca de Portugal... Llegando a Sanabria nos ponemos ciegos con buen pote Sanabrés, a base de alubias, chorizo, grelos, patatas, tocino…Eso resucita a un muerto, después de la que nos cayó encima. Fernando además se come un bacalao con pimientos en cuenco de barro cuyo nombre confieso no recordar.

Llegamos a Galicia, no nos da tiempo a degustar todo lo que nos gustaría, pero sabemos que es la tierra del maiz y sus panes, aquí merece especial mención el pan de Cea , verduras patatas, grelos que nos vamos encontrando por el camino. Ademas de sus quesos, Cebreiro, San Simón da Costa, el queso de tetilla y Arzúa-Ulloa. En nuestra parada en Orense comeremos queso, embutidos y una rica empanada de berberechos, aunque tengo que recordar también las empanadas de grelos, de bacalao, tan ricas tan ricas que me pierden.

El turismo culinario completa este viaje, disfrutamos del buen comer, y sentimos que aún podríamos hacer un viaje más y de nuevo probar y degustar nuevos manjares

Lo importante es disfrutar de cada aspecto del camino

¿Quieres seguir la historia? Aquí tienes las otras etapas:

Etapas 0 y 1, Etapa 2, Etapa 3, Etapa 4, Etapa 5, Etapa 6, Etapa 7

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